- Creo que me he perdido algo – dijo sin apartar la mirada
de él dejando notar un tono de incredulidad - ¿Llevas un móvil encima?
- Llevo un móvil encima – contestó Jaejoong sabiendo que
no podía dar otra respuesta.
- ¿De donde lo has sacado?
- Me lo encontré.
Jaejoong reanudó el paso y Changmin, al ver al chico pasar
por su lado, hizo lo mismo.
- ¿Te lo encontraste?
- Sí, me lo encontré en el suelo.
- Te lo encontraste en el suelo – repitió Changmin
bailando la voz en respuesta a la mentira que acababa de escuchar – Pues si te
lo has encontrado alguien estaba llamando hace un momento ¿De qué te sirve
tener un móvil?
- ¿Qué más da? Podía cogerlo o dejarlo allí mismo. Lo
cogí, no hay más.
- Enséñamelo.
Changmin oscureció el tono de su voz casi sin darse cuenta
y Jaejoong se detuvo riendo con ironía al volverse hacia él.
- ¿Eso ha sido una orden?
- ¿Qué más te da enseñármelo?
- ¿Qué necesidad tengo de hacerlo?
- ¿Quién te lo ha dado? – insitió Changmin conteniendo un
resoplo.
Jaejoong le respondió con un silencio y su ceño se frunció
brevemente y de forma inconsciente. A Changmin no le valía aquella excusa. Él
mismo tampoco se la hubiese tragado.
- ¿Yunho?
Al escuchar aquel nombre los labios de Jaejoong se
separaron, reteniendo el aire unos instantes, y no necesitó hablar para
responder.
- ¡¿Yunho?! ¿Sabe dónde estamos, Jae?
- No, ya no…
- ¿Ya no? Pero ¿cómo? – Changmin se pasó una mano por la
cara y resopló pesadamente - ¿Cuándo?
- Él vino a buscarme y me encontró ayer.
- Pero ¿por qué te busca?
- Para ayudarme – respondió Jaejoong dejando de mirarle.
Ni él creía en lo que acababa de decir.
- Y de repente hoy la policía da con nosotros. Qué
casualidad ¿no crees? Ha sido de gran ayuda, desde luego. Deshazte del móvil.
- ¿Otra orden? Mira, este móvil es la única forma que
tengo para mantenerme al tanto de lo que ocurre.
- ¿Y no le coges? No te fías ni tú – Changmin dio un paso
hacia él, absteniéndose de dar un segundo que le hubiera dejado a un palmo de
su cara - ¿No te ha dado por pensar que ese móvil puede llevar un localizador?
Por ejemplo.
Jaejoong no había pensado en eso. Incluso si pensaba que
Yunho era el culpable de que la policía hubiese aparecido en el hotel, no
quería pensar que su intención por devolverle al centro llegaba a tales
extremos.
- Deshazte del móvil.
Changmin se giró tras dar a aquella orden un tono que no
daba cabida a la discusión, caminando a unos pasos del otro chico, el cual le
siguió en silencio. Tenían que encontrar un sitio para pasar la noche y
Changmin se propuso llevar su atención a ello.
Se aventuró a liderar el paso entre las calles más
estrechas hasta que un hostal, que no distaba de ser una casa más entre todas
las que les rodeaban, les dio la oportunidad de tener un lugar donde refugiarse
de las miradas de los curiosos del pueblo.
Al entrar en la habitación Changmin dejó la mochila sobre
la cama y esta casi ni se inmutó. Poco había sido su equipaje hasta ahora pero
salir a toda prisa del hotel le había hecho dejar atrás gran parte de la escasa
ropa de la que hasta entonces habían dispuesto. Entró en el baño, cerró la
puerta tras él y abrió el grifo para tomar agua con sus manos y empapar su
cara, repitiendo el movimiento varias veces. Lo hubiera dado todo por que
aquello le sirviera para despejarse mínimamente pero se hubiera ahogado antes
de lograr algo de paz.
Jaejoong se sentó al borde de su cama y clavó la mirada en
el suelo. No lograba entenderse a sí mismo, no sabía que era lo pretendía hacer
con el móvil si ni siquiera estaba dispuesto a coger las llamadas de Yunho.
Atendía a la voz de su cabeza la cual le reprimía por su indiscutible estupidez
cuando el móvil volvió a vibrar en su bolsillo. Trago saliva, dudó, pero cogió
la llamada.
- ¿Jaejoong? – la voz al otro lado preguntó sin darle
tiempo a hacer sonar la suya.
- Sí, Jaejoong…
¿saben que hablas conmigo?
- No, no lo saben pero me tienen vigilado. Aún así, no
saben que tienes el móvil contigo. Realmente no pueden probar que esté de tu
lado.
- ¿Estás de mi lado?
- ¿Otra vez dudas de eso? Yo no avisé a la policía, te lo
puedo jurar. Nos sorprendió a ambos.
- ¿Saben algo de nosotros? – Jaejoong lanzaba las
preguntas sin un atisbo de emoción.
- No, aún no saben que habéis salido de la ciudad.
Se hizo el silencio mientras Jaejoong casi estrangulaba el
móvil entre sus dedos.
- ¿Y cómo lo sabes tú?
Cualquier excusa le habría valido para que aquel vértigo
aflojara, para barajar la posibilidad de que había llegado a una conclusión
precipitada, pero el silencio del otro chico se lo dijo todo. No dudó en colgar
y para cuando desvió la mirada cargada de derrota e incredulidad, Changmin le observaba
desde la puerta del baño.
Pudo ver como en silencio volvía a repetirle “deshazte del
móvil” y optó por asentir una sola vez, de forma leve pero clara.
- Decide ahora que hacemos, Jaejoong.
- ¿Que decida qué hacemos? – preguntó Jaejoong dejando que
el cansancio se mezclara con su voz.
- Si saben donde estamos tenemos que irnos ahora porque la
policía puede estar en camino. Te pido que decidas que hacer porque no dejas de
hacerlo por los dos.
Changmin cruzó la habitación y tomó asiento junto a Jaejoong
mirando, al igual que él, algún punto en la moqueta del suelo.
- Se supone que estamos juntos en esto pero si no cuentas
conmigo, si no me dejas saber lo que pasa, siendo cosas que nos incumben a los
dos, entonces es todo un espejismo. Si nos cogen, nos cogen a los dos, Jae. No
quiero que con esto creas que solo pienso en mí porque ya sabes que si estoy a
tu lado no es porque me convenga – miró de reojo al chico que se mantenía en
silencio a su lado y suspiró con la máxima discreción que pudo - ¿Hace falta
que te grite que te quiero para que lo veas con claridad?
Jaejoong jugó distraídamente con las teclas del teléfono
cuando la pregunta llegó a sus oídos. Era todo tan surrealista desde hacía días
que parecía que la realidad que le rodeaba se desharía en cualquier momento
como la espuma de una ola. Acababa de decirle que le quería y su corazón había
sentido cierto calor, incluso le había apetecido decir “yo también” pero al
instante había temido perderle por decirlo, como si esas dos palabras pudieran
ser las tijeras que cortasen el lazo que les unía. La suerte nunca había estado
de su parte y parecía que esta estaba decidida a hacerle ver que la felicidad
era momentánea, seguida de cerca por la pérdida.
Changmin se puso en pie y cogió la mochila que aún
reposaba sobre la otra cama, dio unos pasos hacia la puerta y se giró hacia
Jaejoong.
- Deja el móvil aquí mismo, creo que será suficiente, pero
tenemos que salir ya.
El otro chico se puso en pie sin decir nada y, tras dejar
el móvil sobre la cama, le siguió hasta fuera del hostal. La luz de media tarde
oscurecía las calles al alargar las sombras de las casa y el silencio hacía que
los pies de ambos hicieran resonar la grava bajo estos una vez empezaron a
caminar por el sendero que les llevaría a la parada donde cogerían el tren.
Jaejoong nadaba en sus pensamientos y con cada brazada se
sentía más cansado ¿Qué llevaba a Yunho a estar en contra de él? ¿rencor? Había
dejado de quererle, sus sentimientos por él se habían esfumado a pesar de haber
cometido un asesinato con tal de defender lo que ambos tenían pero, si él aún
le amaba a él, aquella crueldad no tenía razón de ser. No había olvidado la
conversación mantenida en el hotel, que Yunho temía que le odiase por algo
sucedido en el pasado ¿de qué se trataba? Si temía ser odiado, si se sentía
culpable por algo, entonces, ¿por qué no se dedicaba a compensarle ayudándolo
ahora que podía? ¿podía estar sintiendo arrepentimiento y rencor a la vez?
Quizás era una forma de pensar demasiado simple la que
ahora tenía Jaejoong pero, sí había sido dañado y había también hecho daño ¿no
podía entonces dejar aquello en un empate? Ya se lo podía esperar todo de
aquel al que consideraba el mayor de los hipócritas.
Esperaron el paso del tren durante veinte minutos que
parecieron los más largos de la historia. A unos metros de las vías del tren se
extendía la carretera en paralelo y ambos esperaban ver aparecer un coche de
policía antes de poder alejarse de allí.
Changmin necesitó evitar la mirada del revisor cuando le
compró los tickets. Huían y podía jurar entonces que eso se podía ver en sus
ojos.
No tenían claro donde apearse pero pronto sonó el
pistoletazo de salida. Tras varias paradas, un policía entro en el vagón
contiguo dejando entre ambos una puerta abierta como vía de escape perfecta
cuando este clavó la mirada en los dos chicos con una atención delatadora. El
sonido intermitente que indicaba el cierre inminente de la puerta puso a ambos
en pie automáticamente y en cuestión de un par de segundos se encontraban fuera
del vagón, corriendo como si huyesen de una jauría de lobos hambrientos.
Jaejoong a la cabeza esquivaba a las personas entre súplicas en las cuales
pedía vía libre, lanzando fugaces miradas atrás con las que se cercioraba de
que Changmin seguía corriendo a unos pasos de él.
Tuvo que frenar sus pasos cuando, al doblar la esquina,
topó con un segundo agente que no tardó en identificarlos. La reacción de
Changmin se hizo esperar menos que la de Jaejoong, tirando así de su brazo para
hacerlo correr al instante en otra dirección. Estaban siendo perseguidos sin
escatimar en esfuerzos. No lograban alejarse más de unos pasos sin escuchar un
silbato tras ellos, siendo más de una las voces desconocidas que pedían paso a
los transeúntes.Pero los dos escapistas corrían como si el suelo bajo sus pies
quemase, haciendo de cada obstáculo en la calle algo fácil de sortear.
La última desviación les llevó a las puertas de unos
almacenes, siendo estos la parte trasera de los negocios que daban a la calle
contigua. La cercanía de la pasos ajenos no les dio otra opción que la de
esconderse en uno de estos. La puerta metálica ligeramente elevada de uno de
los almacenes le ofreció la oportunidad de arrastrar sus cuerpos por el suelo
para darse paso. Ambos se mantuvieron a una distancia prudencial de la puerta,
intentando que sus respiraciones jadeantes no les delataran.
Changmin miró a Jaejoong y este le devolvió la mirada.
Podían ver el miedo en los ojos ajenos y sus cuerpos no podían disimular la
tensión acumulada, temblando aún bajo los esfuerzos de simular quietud.
Retrocedieron algo más volviendo la vista a la puerta cuando las voces de los
policías resonaron en la calle. Les habían seguido de muy cerca y realmente no
habían esperado poder despistarlos.
Jaejoong caminó hacia el fondo del almacén, el cual no se
alargaba más de unos escasos metros, y comprobó, muy a su pesar, que la puerta
que daba a la tienda estaba cerrada. Un susurrado “hasta aquí” se escapó de sus
labios y se volvió hacia Changmin. No le había escuchado pero sabía que pensaba
lo mismo que él.
Un “registrad los almacenes” por parte de uno de los
agentes le hizo entender que solo disponían es unos minutos, tal vez segundos,
de libertad. La puerta entreabierta del almacén en el que se encontraban no
daría lugar a la duda acerca de donde se encontraban.
Changmin sintió que le perdía. Pronto el chico frente a él
estaría de nuevo enjaulado y estaba dando por perdida la oportunidad de volver
a verle ¿es que acaso le dejarían mantener el contacto con él después de todo
lo sucedido? Sabía que no.
Como si con cada paso maldijese todo por lo que habían
tenido que pasar, avanzó con total decisión hacia Jaejoong, con el semblante
serio y un deje de rabia en la mirada, apretando los dientes para contener en
su interior la necesidad gritar. Una vez frente a aquel chico sus manos se
clavaron contra la pared a ambos lados de su cabeza haciendo resonar las palmas
de estas contras el cemento.
Jaejoong pegó la espalda a la pared y miró con fijación al
contrario del cual había llegado a esperar un puñetazo en la cara, pero no fue
su puño en la mejilla si no su boca en la suya lo que recibió. Una de las manos
que un instante antes se enfriaba en contacto con la pared a un lado de su
cabeza fue a situarse en la curva de su cuello, haciéndole estremecerse por el
contraste con la calidez de su piel. Sin saber qué le movía, acepto aquellos
labios. Un primer movimiento le hizo entreabrir su boca y una segunda
arremetida le hizo seguirle el ritmo.
Changmin deslizó sus dedos en dirección a su nuca y allí
los enredó en su pelo, atrayendo su perfil hacia el suyo para intentar robar de
su boca todo lo que le debía desde hacía meses. Sentía tanto dolor al besarle
que creía que le dejaría de latir el corazón cuando dejase de hacerlo.
¿Cómo era posible amar de aquella forma? Amor y
dependencia unidos en un solo sentimiento. Era una parte de su ser, estaba
herido si no le tenía. La sola idea de estar sin él le hacía caído en combate.
¿Eso era todo? En aquel momento su fuerza era tan escasa
que no podía negar que, con aquel beso, se estaba despidiendo de él.
A Jaejoong le llegaba la despedida, comprendía aquel beso
y por segundos se sentía contagiado de aquella necesidad de tenerle ¿ese era el
sentimiento que había olvidado? No sabía si estaba recordando lo que una vez
había sentido o si, en cambio, estaba volviendo a sentirlo de nuevo. Había
caído por él una vez, y lo estaba volviendo a hacer.
Un sonido metálico
hizo que los labios de ambos se detuvieran y que cada uno se reflejase
en los ojos del otro al abrirlos. La puerta tras ellos se abrió y Changmin dejó
caer ambos brazos a los lados de su cuerpo. Se preguntaba el por qué de todo,
pidiendo a su cabeza una solución inexistente cuando un agente de policía le
cogió de las muñecas, esposándoselas antes de hacerle caminar de espaldas
alejándole de Jaejoong. Los latidos de su propio corazón ensordecían las
palabras que le llegaban del desconocido que le guiaba hacia el coche patrulla.
Un segundo agente pasó al lado de ellos y, pareciendo
conocer con quien trataba, se detuvo a unos pasos de Jaejoong el cual se
mantenía con la espalda contra la pared y la mirada perdida.
- Acompáñenos, por favor.
La petición le hizo sonreír con amargor y, tras vacilar,
giró su cabeza de izquierda a derecha, negando con medida calma. El agente dijo
algo más pero no le entendió, o no quiso entenderlo. Bajó la mirada y apretó
sus labios conteniendo una muesca que no demostraría más que el desprecio ante todo
lo que entonces le rodeaba.
No se percató de que aquella persona avanzó hasta él hasta
que una mano agarró su muñeca. Su reacción no se hizo esperar y sacudió el
brazo con fiereza, siguiendo el gesto con un rápido movimiento con el que cruzó
el aire hasta hacer sonar sus nudillos contra la mandíbula del agente. Su
acción dio inmediatamente una excusa a un segundo agente para unirse a él en su
cometido, haciendo girar a Jaejoong tras retorcerle un brazo, llevándole el
antebrazo hasta su espalda para entonces hacerle inclinarse hasta clavar sus
rodillas en el suelo. Apretó los puños cuando las esposas rodearon sus muñecas
y entonces llegó su rendición.
Hubiera enterrado su orgullo si alguna súplica hubiese
servido para librarse de volver a su jaula pero sabía que no había solución en
las palabras. Solo le quedaba la resignación.
Cuando sus pies volvieron a pisar el suelo del centro
psiquiátrico parecía estar caminando sobre agujas. Como si la entrada del
edificio se tratase de una boca sellando los dientes a su espalda, y el largo
corredor fuese una profunda garganta, se sentía tragado por la mayor y más
temible de las bestias. Había olvidado aquel olor, químico a la vez que
afrutado, digno de un hospital, y la incapacidad de aquellas paredes para retener
las voces de los internos. Alguien llenaba los pasillos con una risa nerviosa,
casi compulsiva, y esta se mezclaba con un llanto algo más cercano, los
sollozos de alguien a quien parecía faltarle el aire.
Había llegado a estar acostumbrado al todo eso, había sido
su rutina, su día a día, pero esta vez todo resultaba falto de cordura hasta el
extremo y sus ganas de huir se acentuaron más a cada minuto.
Le devolvieron a la misma habitación casi a modo de burla,
ya que allí seguían sus cosas, las cuales habían esperado pacientemente su
conocido regreso. Comió sobre su cama con un vigilante observando cada trozo de
comida que se llevaba a la boca y quedó en total soledad cuando se rindió tras
unos pocos bocados.
Habían pasado dos días desde que su libertad había llegado
a su fin. No sabía nada de Changmin, y estaba seguro que así sería por mucho
tiempo. No fue hasta el tercer día que le informaron de que volvía a terapia
con el doctor Shin Seung. Por lo visto, esos dos días habían sido un regalo por
parte de él para dejarle adaptarse nuevamente al sitio en el que debía estar
¿eso era posible? Tras años de confinamiento había probado la sensación de ser
libre y ahora volvía a aquella rutina que le había estado robando la motivación
por la vida.
Salió de la habitación escondiendo sus frías manos dentro
de las mangas de su pijama blanco, cerrando los dedos sobre la tela para
mantenerlas cubiertas. Recordaba donde estaba su despacho pero fue como si no
tuviera que echar mano de su memoria. Sus pies caminaron solos hasta la puerta
correspondiente y, sin descubrir la mano que alzó a continuación, golpeó la
puerta con los nudillos envueltos en el puño de la manga.
Escuchó un “adelante” y su mano bajó hasta dejar caer por
completo el brazo. Le apeteció darse la vuelta y volver de nuevo a su
habitación pero se obligó a abrir la puerta y entrar. Tras cerrar la puerta a
sus espaldas caminó con la mirada en el suelo y tomó asiento en el diván sin
esperar el ofrecimiento por parte del doctor. Alzó la mirada y se cruzó con la ajena
que se asomaba por encima de unos papeles, los cuales fueron entonces posados
sobre la mesa.
- Bienvenido, Jaejoong – dijo el hombre sonriendo
ligeramente en un intento de reflejar amabilidad y naturalidad - ¿Cómo te
encuentras?
- Muy bien, doctor ¿y usted? - contestó Jaejoong entornando su mirada de
forma efímera.
- Esperándote para poder seguir con tu recuperación –
entrelazó los dedos sobre el escritorio e inclinó su cuerpo hacia delante – Me
gustaría abrir esta sesión con una pregunta; ¿no te crees capaz de salir de
aquí por medio de tu recuperación?
Si bien Jaejoong aún no recordaba lo imposible que le
había hecho la vida en lo que a su relación con Changmin se refería, para él
aquel doctor no era su apoyo ni su salvador, sino aquel que se había mofado de
sus constantes intentos fallidos por salir de allí.
¿Capaz de salir de allí por medio de su recuperación?
Acababa de caer en que, en teoría, aún no recordaba la razón por la que se
encontraba allí. Pero ¿de qué le servía confesar que había recordado el
asesinato de su padre si eso solo le llevaría a un juicio del que no saldría
impune? ¿De eso iba todo? ¿De cambiarlo de jaula?
- No creo en mi recuperación porque sé que nunca me dará
una pista de lo que he de recordar. Nunca se ha dado cuenta de lo absurdo que
es lo que me pide – Jaejoong volvía a mirarle y hablaba sin empeño - ¿Usted,
sinceramente, cree que lo recordaré?
Shin Seung pasó a inclinarse hacia atrás reposando su
espalda contra el respaldo de su silla para entonces soltar un muy ligero
resoplo a modo de risa.
- Por favor, Jaejoong, comprende que ese es mi trabajo y
mi objetivo ¿que si creo en que lo recordarás? Por supuesto que sí – rió
nuevamente de la misma manera – Tutéame, sabes que puedes hacerlo. Yo me estoy
dando la libertad de hacerlo, como antaño.
- ¿Y si no lo recuerdo qué pasará? ¿Me tendrá así por los
siglos de los siglos? – prosiguió Jaejoong, ignorando sus últimas palabras -
¿Vamos, al menos, a probar algo nuevo o seguiremos haciendo dibujitos en un
bloc?
- Por ahora vamos a dejar de lado el pasado ¿te parece?
Vamos a centrarnos en tus días fuera del centro.
- ¿En mis días fuera del centro?
- Así es. Estoy seguro de que esta travesura, después de
todo, no te habrá sentado mal – dijo manteniendo aquel intento de sonrisa cálida
- ¿Conocías a Shim Changmin personalmente?
Jaejoong contuvo una risa que se le habría escapado con
una sobrecarga de ironía. Estaba tan acostumbrado a que Shin Seung le hiciera
preguntas cuyas respuestas ya conocía solo para comprobar que el chico frente a
él apenas sabía nada de sí mismo. Intentó situarse en lo que sabía acerca de
Changmin antes de la huida de ambos. Eso le contaría para hacerle pensar que no
había logrado recordar nada.
- Personalmente no. Acababa de llegar unos hacía pocos
días cuando se dirigió a mí.
- ¿Qué te dijo entonces, Jaejoong?
- Que necesitaba mi ayuda para salir de aquí. Él tenía una
llave y yo me sabía las guardias y las cámaras del edificio, por lo que la idea
era trabajar en equipo.
- ¿Has congeniado con él en estos días?
- Es un tío un poco raro, a veces actuaba como si nos
conociéramos de algo.
- ¿Algo como qué?
- Como si nos hubiésemos visto antes. Ya le dije que su
cara no me sonaba. Me equivocaría con otra persona. Algo le tiene que ir mal en
la cabeza, después de todo alguna razón tiene que tener para estar internado
aquí.
Tras mentir Jaejoong esperó escuchar una pista acerca de
si Changmin volvía a estar en el centro, pero el doctor prosiguió con una nueva
pregunta sin prestar apenas atención a la respuesta.
- ¿No sentiste el impulso de ir a ver a nadie?
- ¿A quién iba a ir a ver?
- A tu familia, Jaejoong.
Jaejoong apretó los dientes y su ceño de frunció sin darse
cuenta. Shin Seung nunca había pisado ese terreno con tal descaro.
- No.
- ¿Solo te llamaba la libertad? ¿la rutina de un día a día
como el de cualquier otro?
- Solo eso.
- ¿Reprochas algo a tus padres?
- Sí, que no vengan a verme. Parecen haberse olvidado de
mí – mintió Jaejoong logrando impregnar sus palabras de rencor aunque la razón
de este fuese otra.
- ¿Te sentiste bien estando fuera?
- No, me sentí perseguido.
- Entonces la libertad no era lo que esperabas ¿no es así?
- No es esta la libertad que buscaba. No era libre, ya le
he dicho que me sentía perseguido. No es el tipo de rutina que quiero vivir, no
me gusta esconderme ¿sabe? Los demás a mi alrededor no lo hacían, los demás
disfrutaban de su día a día y no temían ser vistos por quien no debía
encontrarles.
- ¿Considera su búsqueda fuera del país una actuación
exagerada?
- Sí – dijo Jaejoong tras vacilar brevemente. Empezaba a
dudar de su habilidad para mentir – Me parece que hay demasiados delincuentes
en la calle como para volcarse en la búsqueda de un par de enfermos.
- ¿Durante esos días la curiosidad o interés por lo que
has podido olvidar no se acentuó?
- Claro que sí. Creo que me queda claro que no nos
perseguían por tarados, sino por peligrosos ¿no es así? A él, a mí o a los dos.
No me imagino una redada policial en búsqueda de dos locos que aseguran ver
duendes debajo de las camas.
Jaejoong supo que esa era la respuesta correcta. Volver
sin sospechas o teorías acerca de sí mismo habría sido surrealista, pero
parecía estar queriendo tocar el fuego como nunca antes. Había pasado mucho
tiempo desde que sus padres habían sido tachados como tema de conversación en
las sesiones.
- Si lo has recordado eso quedará bajo llave.
Al escuchar a Shin Seung su corazón dio un vuelco ¿Era una
trampa?
- ¿A qué ha venido eso, doctor?
- A que no estás todo lo enfadado que esperaba – respondió
el doctor con calma – Si no recordases absolutamente nada, el volver aquí para
seguir con una recuperación en la que no crees no te pondría fácil el estar
sentado con una calma que desde hacía tiempo no era digna de ti, Jaejoong. Me
pregunto que has recordado ¿todo? ¿acerca de qué?
Jaejoong osciló con su mirada en sus ojos y al tragar
saliva pensó que cualquiera lo habría escuchado.
- Jaejoong, sé que has recordado algo. Conozco desde hace
años cada uno de tus gestos y sé cuando mientes. Llevas mintiéndome desde que
comenzamos la sesión aunque también has dejado escapar alguna verdad.
- No le miento – rehuyó Jaejoong para darse algo de
tiempo.
- Mataste a tu padre.
El doctor hizo resonar con claridad aquellas palabras y
escrutó el gesto de Jaejoong, el cual reflejo incredulidad, pero no hacía sí
mismo. Esto le hizo sonreír al gozar de su triunfo.
- Lo recuerdas, Jaejoong. Desde tus ojos solo te he
escuchado preguntarme que cómo lo sé. Sin embargo, ni tu mirada, ni tu cuerpo,
ni tu voz me han dicho que lo que digo no es posible. Lo has asumido, no te he
informado de nada nuevo y, por lo que veo, no hay arrepentimiento, solo
egoísmo. No quieres ir a la cárcel ¿verdad? – dio una pausa y tomó su silencio
como una afirmativa – No te preocupes, en eso puedo ayudarte.
Jaejoong intentó ver sus intenciones pero no era capaz de
ver que era lo que pretendía el hombre sentado al otro lado de la mesa de
despacho.
- ¿Ayudarme cómo? – terminó por preguntar, confirmando así
lo averiguado por el psicólogo.
- Tú no quieres ir a la cárcel y, digamos, que a mí no me
importa mantenerte en terapia un tiempo más ¿me sigues?
- Le sigo. Más de tres años a su cargo sin lograr nada, y
bastan unos días sin su presencia, ni ayuda para conseguir el objetivo – narró
Jaejoong con una media sonrisa, empezando a sentirse cómodo - Imagino que no le
conviene que esto se sepa ¿no es así?
- Desde luego, si esto sale de estas paredes perderé
cierto prestigio pero, en tal caso, tu pérdida sería mucho mayor. Imagino que
estás de acuerdo – apuntó Shin Seung sonriendo del mismo modo que el chico
frente a él.
- ¿Y bien? ¿El trato consiste en callar los dos? Supongo
que no es algo tan sencillo ¿o sí?
- No, no, supones bien. Lo cierto es que llevas haciéndome
perder credibilidad como psicólogo prácticamente desde que llegaste, amigo.
Siempre tan poco receptivo, tan egocéntrico, mirando por encima del hombro a la
más mínima oportunidad – empezó a decir el doctor, dando pequeñas dosis a sus
palabras de lo que, sin duda, era desprecio – Negándote a recuperarte,
retrocediendo dos pasos por cada uno avanzado y, sin embargo, ayudando a la
competencia.
- ¿Perdone?
Jaejoong torció el gesto. No acababa de entender su última
réplica en contra de él.
- ¿Qué recuerdas de Shim Changmin?
- Prácticamente nada ¿qué tiene que ver él?
- Eso presiento que es verdad ¿Y de su psicóloga, la
doctora Han Bo Eun?
Ya había escuchado antes ese nombre. El día que volvió en
sí y salió de aquella habitación que no era la suya, topó con ella en la puerta
y se presentó como la psicóloga de Changmin, dando por hecho que al hacerlo
sabría de quien le estaba hablando. Poco después había tenido la oportunidad de
hablar con ella sin obtener nada útil de sus palabras.
¿Esa mujer era su competencia? ¿Y cómo se supone que la
había ayudado?
- Apenas la conozco.
- Se podría decir que la estuviste ayudando con el caso de
ese chico, Jaejoong.
- No le entiendo.
- Me entenderás, porque dejarás de hacerlo. Por hoy hemos
acabado – resumió el psicólogo señalando la puerta con un aparentemente cortés
gesto con la mano.
Jaejoong decidió ponerse en pie y, sin decir nada más,
salió del despacho en dirección al comedor. No podía ignorar que, a pesar de
tener la cabeza realmente ocupada, su estómago le estaba recordando con dureza
en que consistía tener hambre.
¿La actitud del psicólogo Shing Seung hacia él se basaba
en el rencor por sus nulos avances? Podía llegar a entenderlo superficialmente,
poniéndose en el pellejo de una persona orgullosa cuyos logros quedaban
reflejados en diplomas enmarcados, colgados en la pared de su despacho, pero no
acababa de digerir la segunda parte.
La doctora Han Bo Eun era, por lo que podía traducir de
sus palabras, una psicóloga de prestigio y, sin duda, su trabajo con su paciente,
Shim Changmin, había sido más productivo que el suyo en lo que a él y su
amnesia se refería.
Hasta ahí todo era fácil de comprender pero ¿en que había
ayudado él en la recuperación de Changmin?
Jaejoong se sentó junto a la ventana, en la misma mesa de
siempre. Cogió la cuchara y la hundió en la sopa, deteniéndola frente a sus
labios tras alzarla, antes de llegar a llevársela a la boca.
Semanas atrás, en esa misma mesa, ambos habían tenido una
conversación. Jaejoong se había enfadado con Changmin cuando este, en respuesta
a la pregunta “¿de qué me conoces?”, le había respondido que, al llegar, le
había salvado la vida.
¿Así había ayudado a la competencia? ¿había salvado a su
paciente? ¿de qué? ¿en qué sentido? En caso de haber tenido lugar un accidente,
salvarle la vida no suponía haberle curado de su dolencia ¿Es que si Changmin
tenía visiones, el evitarle una caída por las escaleras iba a hacerle dejar de
verlas?
Jaejoong se llevó la cuchara a la boca y continuó comiendo
con la mirada perdida, inmerso en sus pensamientos. Si salvar a Changmin había
significado lo mismo que haberle curado ¿cuál había sido la razón por la que
había estado allí?
- Tristeza… - susurró Jaejoong escuchando la propia voz
como ajena, mirando por ello discretamente a su alrededor.
Si la deducción a la que había llegado era correcta,
entonces ¿ahora Shin Seung pretendía que entorpeciera el trabajo de la
psicóloga a cambio de no delatarle? Si así era ¿su intención era la de pedirle
que hiciera recaer a Changmin? Aquello era ridículo. La idea se le hizo tan
absurda que se pidió abandonar el tema y prestar atención a la comida. No era
posible que a la cabeza de los locos se situase su propio psicólogo.
Si de todo eso algo podía sacar en positivo, es que todo
apuntaba a que Changmin seguía asistiendo al centro.