jueves, 31 de enero de 2013

- Capítulo 17 -


Changmin avanzaba por la calle seguido de Jaejoong. Ambos caminaban a escasos palmos de las fachadas de los edificios buscando resguardo de la fina lluvia que caía. Tras el breve paseo desde el hostal entraron en una pequeña tienda de comestibles y tras saludar al dependiente que no alzó la mirada de su periódico comenzaron a echar un vistazo a los estantes llenos de comida.

Changmin se detuvo frente a unas bolsas que parecían bollos dulces y Jaejoong pasó a sus espaldas, avanzando hasta quedar al lado opuesto de los mismo estantes. Cogió cajas de algo parecido a galletas con nombres incomprensibles y las devolvió a su sitio antes de volver a coger algo distinto para hacer lo mismo.

- ¿No te decides? - preguntó Changmin cuando estuvo a su altura al otro lado del armario.

Jaejoong alzó la vista y cruzó la mirada con él lo justo como para que entendiera que le había escuchado. Acto seguido se encogió se hombros y soltó la bolsa que tenía en las manos.

- Me vale cualquier cosa ¿qué has cogido? – preguntó al poco mientras volvía al pasillo en el que se encontraba él.
- Galletas de chocolate – respondió Changmin alzando la bolsa
- Buena elección.
- ¿Y para beber?
- Lo mismo me da – dijo girándose para buscar el estante de las bebidas.
- ¿Leche caliente? - preguntó señalando con el pulgar una máquina de café situada junto al mostrador.

Jaejoong miró la máquina y se giró hacia él con el ceño fruncido.

- ¿Dónde tienes tú el gusto? Odio la leche caliente.
- Lo sé – añadió echando a andar en búsqueda de algún refresco.

Jaejoong volvió a seguirle con el ceño ligeramente fruncido mientras éste cogía una lata de color brillante de la nevera. Una vez habían vuelto a la calle Changmin alzó la mirada.

- Ha dejado de llover, se agradece.¿Qué te pasa? - preguntó al ver el gesto de Jaejoong que aun no se había borrado de su cara.
- Deja de vacilar.
- ¿Vacilar?
- Sí. Nos conocíamos y no me acuerdo, de acuerdo, te creo. Deja de demostrarlo.
- No pretendía molestarte... o vacilarte.
- Ya, me lo imagino.

Jaejoong le quitó la caja de galletas de las manos y se llevo una entera a la boca tras abrirla sin dejar de caminar esta vez liderando el paso. Clavaba la mirada en el suelo a pocos pasos de sus pies con las incesantes ganas de preguntar mil cosas chocando con su necesidad de parecer desinteresado ante Changmin. No quería darle a entender que se iba a tragar cualquier cosa que le dijera pero finalmente una pregunta rompió el silencio.

- Así que conoces a Yunho ¿no?
- Sí, sabes que sí – respondió Changmin con cierto cuidado.
- ¿Qué te ha hecho saber él? Sobre mí – pregunto Jaejoong sin dejar de comer galletas con tal de no mostrar demasiado interés.
- Nada importante. Sé que le evitabas cuando venía a visitarte. Terminamos hablando porque para él era otra forma de saber como estabas. Pero poco teníamos que decirnos -añadió agriando el tono de voz al final aun sin intención.
- No parece caerte bien – dijo Jaejoong girándose brevemente para mirarle, volviendo la mirada al frente con una mueca fugaz parecida a una sonrisa tras ver su gesto de incomodidad -  No, no te preocupes, a mi tampoco.
- Bueno... - empezó a decir Changmin comenzando a coger interés en la conversación -  Para un amigo que va a verte.

Jaejoong estuvo a punto de darle la razón pero tenía con qué responder a eso. Sonrió con un suave resoplido como si se riera de Changmin pero no se reía más que de sí mismo.

- Yunho – le nombró Jaejoong – Éramos... algo más que amigos, aunque no nado en recuerdos.

Esa era la parte ridícula. Lo que había habido entre ellos lo conocía pero ya no recordaba de su propia vida mucho más que psicólogos y paredes blancas.
Al no escuchar nada de parte de Changmin que esta vez reprimió un “lo sé” decidió seguir con el turno de palabra.

- ¿Te choca?
- No – respondió Changmin con la naturalidad que le facilitaba la sinceridad.
- ¿Te lo esperabas? ¿“Se me nota” o qué? - preguntó bromeando con la idea de ponerle en la situación de decir algo incómodo.
- No, no es eso.
- Lo sabías.
- Sí, lo sabía.
- ¿Te lo dijo? ¿Te lo dije yo?
- Me lo dijiste tú.

Se intercambiaron las últimas palabras como si se pasaran cartas sobre la mesa, de forma rápida pero no poco atenta.

- Qué necesidad tendría – dijo Jaejoong desacelerando la velocidad al hablar -  Podrías haber sido un homófobo como mi padre y aún así te lo dije. Que no me callo una ya lo sé yo.
- No sería para tanto... ¿no? - preguntó Changmin con el eco del último dato. Eso nunca lo había dicho.
- Pues, no lo sé – respondió Jaejoong girándose hacia Changmin para darle la caja de galletas, prefiriendo no ahondar en lo que acababa de decir – Pídemelas o no desayunas.


Dieron un rodeo hasta llegar de nuevo al hostal. Ninguno iba demasiado atento al camino que hacían de vuelta y ninguno lo mencionó mientras caminaba. Changmin se paró en una pequeña tienda de ropa que pareció cruzarse en el camino para recordar a ambos que habían viajado sin equipaje y aprovecharon para hacerse con algo de ropa. Al llegar a la habitación del hostal Jaejoong se sentó en la cama y volcó la caja de galletas sobre la palma de su mano haciendo caer la última.
Siguió a Changmin con la mirada mientras éste sacaba algunas de las nuevas prendas de las bolsas, quitándose la chaqueta y la camiseta con la intención de ducharse.

Las silueta de su cuerpo era totalmente armónica. Una espalda recta que que se curvaba suavemente antes de perderse en los vaqueros que combinaba de una forma perfecta con sus brazos, largos y marcados con unas suaves curvas que indicaban el camino de sus músculos desde el hombro hasta el codo, perdiéndose después en unos antebrazos de líneas suaves.
Cuando Changmin se giró hacia él tomando la ropa de la cama Jaejoong pudo ver que, entre las curvas que marcaban en su pecho el recorrido de sus costillas, había una cicatriz no demasiado larga pero hundida en la piel, como un surco oscurecido.

Desvió la mirada entonces a la caja vacía sobre sus manos. Si hubiera levantado la mirada se hubiera encontrado con la suya y lo sabía. Lo último que quería era mostrar interés por él después de la última conversación que había mantenido con él acerca de sus preferencias.

- Vaya cicatriz – dijo echándole otra vez un breve vistazo.
- Una vieja herida de guerra – respondió Changmin tras bajar la mirada a la cicatriz
- ¿Qué te pasó?
- Un... accidente.

Respondió con cuidado tomando aire y soltándolo largamente con un punzada de dolor en el pecho. Había olvidado aquella herida y que nunca había dejado de doler pero había estado tan ocupado las  últimas semanas que había pasado a ignorar lo que sentía en su propio cuerpo.

- ¿Un accidente dices?
- Algo así como una pelea.
- Saliste perdiendo por lo que veo – dijo Jaejoong señalando nuevamente la herida con un golpe de vista.
- Desde luego, él ni se acuerda.

Jaejoong le miró. Ese era el tipo de expresión que, insinuando algo, no llevaba a ninguna parte. Era una forma de atacarle aún cuando Changmin le aseguraba no estar haciéndolo cada vez que le recordaba su ignorancia acerca de todo lo que le concernía.

- Tal vez sí ¿no le devolviste ni una? - prosiguió Jaejoong sin intención de jugar con una muy probable indirecta.
- No le culpo, no fue su intención – dijo echándose la ropa al hombro - Puedo decir que esta herida me la hice yo.
- ¿Asumes mejor tus derrotas echándote la culpa?
- Eso creo – resumió Changmin antes de dirigirse al baño cerrando con suavidad la puerta a sus espaldas.

Jaejoong le siguió con la mirada desviándola de nuevo cuando Changmin se giró para cerrar la puerta.
Debía sentirse molesto, como tantas otra veces en los último días, tener esa sensación de haber sido puesto en evidencia en una conversación que desde fuera podía haber parecido simple, pero no era ese sentimiento el que le rondaba la cabeza tras escuchar la puerta del baño cerrarse.
La imagen de su cuerpo se había quedado grabada en su cabeza. Le había llamado la atención como una novedad pero a la vez le había resultado familiar. Le había gustado verle e incluso le había apetecido tocarle, notar que tacto tenía lo que veía.

¿Eso estaba bien? Ya sabía que Changmin sabía de sus preferencias con los chicos y eso no parecía molestarle o incomodarle. Pero quizás era porque nunca antes había mostrado interés hacia él y nunca le había puesto en el aprieto de tener que evitarle. Si ahora le miraba demasiado o, sobre todo, de otra forma, podía alejarse de él dejándole sin ayuda.

Jaejoong torció el gesto y empezó a desgarrar el cartón de la caja de galletas.
Pero ¿y si ese atracción estaba ahí desde mucho antes? Quizás a Changmin nunca le había importado tenerle detrás o suscitarle interés.
Fuese como fuese lo más conveniente era no mirarle de más. Además ¿por qué tenía que darle tanta importancia? Era un chico atractivo, eso no se podía negar y no tendría por qué suponerle una gran sorpresa que alguien le mirase al darse cuenta.
Tenía cosas más importantes en las que pensar.

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Changmin aparcó la mirada en el plato de ducha dejando que el  incesante chorro de agua caliente chocara contra su nuca. Jaejoong había recordado que Yunho y él habían sido algo más. Siempre se había negado a verlo aun teniendo leves recuerdos con él por los que poder empezar a recordar. Su relación con Yunho había sido, al igual que el asesinato de su padre, algo que se había negado a recordar. ¿Qué conexión había? ¿Había sido ese el desencadenante? Tras decir que su padre era homófobo se había negado a seguir con la conversación y la había desviado sin darle importancia.

Había recuerdos sobre ello en su cabeza directamente relacionados con su relación con Yunho. Huía de sus recuerdos, los temía. Parecía no saber lo que quería. En su memoria había atisbos de recuerdos esenciales para su recuperación. Era lo que siempre había estado deseando saber, que había pasado años atrás porque esa era la llave para salir del centro. Ahora que era libre su cabeza parecía más dispuesta a recordar y él menos. Jaejoong tenía miedo y no era el único.

Si recordaba que había asesinado a su padre se acabaría la calma que le brindaba la ignorancia. Había dejado de huir, confiado. Parecía no temer ser encontrado porque no se imaginaba siendo buscado por la policía.

Cerró el grifo y resopló intentando echar junto al aire algo del peso de sus preocupaciones.
No sirvió.

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Flashback

Jaejoong apartó los pies de la pared y se levantó de la cama. Llevaba cerca de una hora mirando el techo de su habitación. Tenía la intención de bajar las escaleras en busca de sus padres para decir algo. No es que pensara que iba a hacer una declaración inesperada pero dar el tema por sabido y buscar una discreción innecesaria cada vez le resultaba más estúpido.

Su padre llevaba cerca un año ignorando su afinidad con el chico que más de una vez había pasado la tarde en casa. Llamaba  a su hijo para que saliera de la habitación cuando opinaba que llevaba demasiado tiempo encerrado con aquel chico, pidiéndole hacer cualquier cosa inútil con tal de interrumpir en el momento adecuado y evitar que sucediera algo que “no debía suceder”.

Jaejoong sabía que cuando se lo dijese no le iba a sentar demasiado bien pero no podía sino lanzarse a la ventura de sincerarse. Bajó hasta la mitad de la escalera y se detuvo asiendo con fuerza la barandilla. Repasó lo que tenía que decir, las palabras correctas, las adecuadas, pero cada vez que las repasaba le parecían más equivocadas y volvía a retocarlas. Se había convencido, y entendía, que no había nada de malo en sentir lo que sentía pero una ola de vergüenza le invadía cada vez que repasaba el comienzo de la conversación.

“Papá, mamá, me gusta una persona, yo le gusto y no se trata de una chica.”

Frase clara pero no demasiado directa. Ninguna palabra que pudiera asustar u ofender al hacerla sonar. No se imaginaba la primera contestación. Estaba seguro de que su madre, sumisa, esperaría a que su marido reaccionara antes para, de esta forma, procurar no diferir demasiado de su opinión. Si la primera reacción de su padre fuera un silencio, insistiría con una pregunta que no implicara retarle a aceptarlo sino, más bien, algo así como pedirle su opinión.

“Quería que lo supierais y, sobre todo, saber que pensáis”

Tomó aire y lo soltó largamente sin alterar apenas el silencio que había mantenido. Sus dieciséis años no le ayudaban a estar seguro en un momento así.
Bajó el último tramo de escaleras y avanzó por el pasillo. El golpeteo de la hoja de un cuchillo sobre una tabla de picar le llevó hasta la cocina. A unos pasos de la puerta pudo ver a su padre junto a una taza humeante, probablemente de café, con la mirada clavada en un artículo del periódico. No veía a su madre pero sin duda preparaba la comida en el mostrador que el hueco de la puerta no mostraba. Carraspeó desde su posición para no hacerlo al entrar y acto seguido dio los últimos pasos hasta entrar en la cocina. Su madre se giró brevemente y le dirigió una sonrisa más educada y cordial que cariñosa. Su padre no levantó la vista.

- Papá, mamá...

Su voz sonó más débil de lo que había pretendido.

- Tengo... -tragó saliva y carraspeó aun habiendo procurado no hacerlo – que deciros algo.

Pensó que el sonido del cuchillo aún golpeteando la madera había bastado para ahogar su voz pero su padre habló.

- No es necesario.

Jaejoong le miró y no recibió su mirada de vuelta.

- ¿No es necesario? - repitió Jaejoong a falta de palabras propias con las que retomar su declaración.
- Olvida el tema – zanjó su padre tensando las hojas del periódico con una hábil sacudida.

El chico volvió a tragar saliva y su garganta volvió a hacerle carraspear. Parecía que se había quedado sin voz en un instante. Miró a la espalda de su madre y agachó la mirada.

- ¿Cómo que olvide el tema? - preguntó finalmente y esta vez su voz empezó a exigir atención.
- No lo permitiré.

Su padre, colmado de serenidad, volvía a responder a su pregunta con una respuesta que parecía querer poner el punto final a la conversación. Jaejoong volvió a preguntar sobre su última contestación esperando recibir una respuesta acorde.

- ¿Qué no permitirás?
- Que mi hijo se convierta en un maricón como si ya no quedasen mujeres en este mundo.

La voz serena de su padre adquirió un tono tenso, crudo, y, a pesar de lo que Jaejoong había esperado, no acababa de sentir miedo por su respuesta. Su ceño se frunció momentáneamente mientras la persona que aun se ocultaba tras el periódico ponía en evidencia que no estaba por colaborar en una conversación considerada.

- No vuelvas a verte con ese tío.

Una orden. Ya había dejado claro lo que pensaba, pero solo él.

- Mamá...

Su madre no contestó, sabía que su marido hablaría antes.

- No la metas a ella. Esto es entre hombres, si es que tú lo sigues siendo.

El pecho de Jaejoong se llenó de aire y entonces su voz sonó tan tensa como clara.

- Más de lo que lo eres tú.

Su madre se giró por primera vez pero no le dio tiempo a intervenir. Su marido dejó el periódico en la mesa soltándolo con una brusca sacudida y se puso en pie haciendo chillar el suelo bajo las patas de la silla. Se enfrentó a su hijo dejando entre ambos no más de un par de palmos de distancia e hizo retumbar su voz por primera vez.

- ¡Demuéstramelo!

Jaejoong comenzó a soltar el aire apenas habiéndolo tomado. Apretaba los dientes tras sus labios sellados y su ojos, enmarcados por un ceño fruncido, miraban con odio. Había barajado la posibilidad de que su padre reaccionara bruscamente pero la había desechado para no atemorizarse y acobardarse. Pero no sentía miedo, el sentimiento que hacía temblar sus puños cerrados no era miedo.
Su padre continuó devolviéndole la mirada y con un firme empujón contra su hombro volvió a intervenir.

- ¡Demuéstramelo! ¡Trae a una condenada mujer a esta casa y no a ese marica! ¡Haz lo que te toca hacer!

El calor llenaba el interior de Jaejoong que recibía por parte de aquel tipo un nuevo empujón con cada comentario.

- ¡¿Acaso has llegado si quiera a probar una?! ¡¿De donde cojones has sacado la puta idea de que te den por el culo?! ¿Más hombre que yo?

Notaba aquella mano una y otra vez contra su pecho, haciendo hervir el trozo de piel que golpeaba.

- Maldito cabrón... - dijo Jaejoong masticando las palabras en un volumen diez veces inferior al suyo.

Jaejoong vio un puño alzándose frente a él y un instante después escuchó retumbar es sus oídos el sonido de un golpe contra su mandíbula. Cayó al suelo. Una mujer paraba a su padre o lo intentaba.

- ¡Cariño! No, por favor... - le pedía haciendo el amago de sostener su brazo para que no volviera a alzarlo.
- ¡No le defiendas! - tronó la voz masculina una vez más - ¡¿Es que no le escuchas?! ¡Además de maricón se piensa que puede hablarme como le salga de los cojones! ¡¿Quién se cree que es este hijo de puta?!

Jaejoong tragó saliva. Un toque a sabor metálico bailaba en su boca. Se puso en pie y se posó con suavidad la manga en la boca. Miró la pequeña mancha que había dejado en la tela. Ladeó una sonrisa. Algo se había liberado en él. Aquel golpe acababa de tirar abajo un muro de contención, el que le contenía a si mismo. No entendía por qué pero sintió un extraño placer.

- ¿Sonríes? - preguntó su padre sonriendo con ironía, riendo levemente sin poder ocultar su rabia – Niñato engreído ¿quieres otro?

Jaejoong alzó la mirada hacia él y en un acto de rebeldía asintió. Su padre perdió la sonrisa y no pudo alzar apenas el brazo dispuesto a asestar un segundo puñetazo cuando los brazos de su mujer intentaron, al menos, dificultarle la acción. Jaejoong se apartó. Llegados a ese punto quería provocarle pero no recibir golpes para el desahogo de aquella persona. Se alejó un par de pasos de su padre pero este se deshizo sin esfuerzo del agarre de la mujer, apartándola con brusquedad para coger a su hijo por la camiseta y llevarlo a dar de espaldas contra el mostrador.

Veía sus ojos, sus ganas de golpearle, de dejarle claro que era él quien mandaba en esa casa. Y entonces fue cuando las yemas de sus dedos, con las manos en el mostrador, palparon el mango del cuchillo. Automáticamente su mano se cerró sobre el plástico y tras un rápido giro de muñeca la hoja del arma fue a desaparecer con una solicitada puñalada en el costado de su agresor.

Un grito desgarrador sonó tras ellos y la mirada clavada sobre él perdió fuerza en un instante. Soltó su camiseta y, como un muñeco de trapo, se desplomó haciendo retumbar su cuerpo contra el suelo. El cuchillo, aun en la mano de Jaejoong, brilló en su color carmín reflejando la luz de la ventana. A sus pies su madre lloraba desesperada mientras luchaba por marcar sin error las teclas del teléfono tras hacerlo rodar por el suelo en un intento de cogerlo a toda velocidad antes de arrodillarse junto a su marido.

Pero todo eso daba igual, lo que acababa de suceder había sido tan solo una fantasía. Aun debía estar en las escaleras, repasando su diálogo para lograr mediante la labia la aceptación de su padre.

Caminó hacia el pasillo, abrió la puerta de la calle y se sentó en el banco del porche.
Nada había pasado.

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A los pocos días habían perdido la cuenta de cuanto tiempo había pasado desde la noche de la huida. No más de una semana pero lo suficiente como para ir pensando en cambiar de hostal. Se habían propuesto no pasar demasiado tiempo en el mismo lugar.

- Podemos coger el metro y buscar en esta parte de la ciudad – dijo Changmin con el plano de las líneas de metro abierto entre ambos, sentados en la misma cama - Seguiríamos estando en las afueras.
- ¿No deberíamos alejarnos más? - opinó Jaejoong girando el plano para verlo desde la perspectiva de Changmin.
- Quizás eso es lo que se espera que hagamos, que vayamos de ciudad en ciudad – intervino Changmin recorriendo con la mirada la líneas de distinto colores – Pero estando en los barrios de las afueras quizás es menos obvio y más discreto.
- Tal vez.
- Sí, tal vez. Puedo estar diciendo una cagada enorme ¿No me vas a debatir? Creí que eras tú el espabilado.
- Y lo soy – le aseguró Jaejoong procurando no sonreír. No había dejado de disfrutar con sus propios comentarios – Te dejo opinar porque eres el del dinero. Si eso no fuese así te habría dejado colgado ya en el aeropuerto.
- Lo tendré en cuenta – dijo Changmin apretando los labios en una sonrisa torcida.
- Lo tendrás en cuenta – repitió Jaejoong asintiendo con las comisuras de los labios bajadas en un gesto sobreactuado.

Changmin alzó la mirada hacia él y rió en silencio.

- Desde luego.
- Me conviene cambiar de tema – dijo Jaejoong haciendo sonar una suave risa mientras hablaba.
- Te conviene cambiar de tema -  repitió Changmin mientras asentía imitando su gesto anterior.

Jaejoong le miró y rió con aire de molestia.

- ¡No me imites! No uses mis tácticas.
- He tenido tiempo para aprender de ti ¡Te estoy devolviendo un poco! - dijo Changmin poniendose en pie yendo en busca de sus cosas -A las diez tenemos que dejar la habitación así que...
- Eso no se aprende. Con esta actitud se nace – le aseguró Jaejoong bailando las palabras con un tono de entendido – Lo tuyo es una burda imitación.
- Te has picado ¿eh? - dijo Changmin volviéndose hacia él con una sonrisa acompañada por una mirada entornada.

Jaejoong resopló sin dejar de sonreír. Estaba picado pero con ganas de buscar la diversión en la derrota del otro. Necesitaba la respuesta adecuada y no se le ocurría ¿Estaba desentrenado? Si era así tenía otras forma de contraatacar. Desde luego no sabía quedarse sin responder. Se giró con la aparente intención de coger su mochila de la cama pero cogió la almohada de la cama por el extremo.

- ¿Esto es tuyo? - preguntó fingiendo ver algo entre su ropa que no parecía pertenecerle.
- ¿El qué? - preguntó Changmin relajando el gesto al inclinarse para mirar por un lado del otro chico.

Morder el cebo no le dejó sin trampa y un almohadazo fue a parar contra su cara. Se tambaleó un poco a pesar de ser un golpe de algodón y tela y se pasó ambas manos por la cara escuchando una carcajada al otro lado. Al descubrir de nuevo su cara pudo ver a Jaejoong expectante, mirándole con  una sonrisa descarada que denotaba triunfo.

- Bien – dijo Changmin luchando por no reír mientras daba unos pasos hacia su cama.
- ¿Bien? - repitió Jaejoong sin poder dejar de sonreír.
- Bien – repitió Changmin a modo de respuesta.

Entonces se giró almohada en mano dirigiéndole un ataque que el otro chico vio venir. Ambas almohadas se chocaron en el aire y tras este primer golpe empezó la verdadera guerra.
Jaejoong alzó su almohada llevándosela hacia la espalda y Changmin, haciendo lo mismo, se le adelantó devolviendo finalmente el primer ataque.
Se atacaban, vengaban los golpes que recibían el uno del otro y reían. No había entonces algo más importante que reírse a costa del otro y, a la vez, escucharse mutuamente reír entre fingidos alaridos de dolor.

- ¿Quieres más? - gritó Jaejoong en pie sobre la cama – Venga, tu pones la cara y yo la almohada.
- ¡Baja de ahí! ¡Cobarde! - rió Changmin golpeando sus piernas con la almohada y agachándose tras hacerlo para esquivar la almohada de Jaejoong.
- ¡Sube tú si tienes lo que hay que tener! - le retó Jaejoong asestando en su espalda un golpe que hizo saltar las costuras de la almohada.

Una nube de plumas desiguales flotó frente a sus ojos y Changmin, entre todas ellas, encontró su cara de desconcierto. Rió, llenó la habitación con una sonora carcajada.

- Mierda – murmuró Jaejoong soltando una suave risa al escuchar su carcajada.
- ¡Desarmado! - sentenció Changmin quitándole de un tirón la almohada y sacudiéndola en el aire para vaciarla de plumas - ¡Fin de la batalla!
- ¡No! ¡No te adelantes!

Changmin alzó los brazos con su propia almohada sostenida entre ambas manos como si sostuviera un cinturón de lucha libre.

- And the winner is... ¡Changmin! - dijo imitando seguidamente la ovación de un público inexistente alrededor de ellos.

Jaejoong rió tras el negando con la cabeza y cuando Changmin le dio la espalda enseñándole el premio a la audiencia se lanzó sobre él con un perfecto placaje que lo llevó de cara al colchón de su cama. Jaejoong cayó sobre él y no tardó más de un segundo en abrazar la almohada antes de hacer por retirarse de su cama pero la mano de Changmin sujetó su tobillo no dejándole más opción que la de intentar huir bajando de la cama con las manos por delante.

- ¡Suelta o te la llevas! - le amenazó Jaejoong con serias dificultades para darle con la almohada que ahora solo le complicaba la huida.
- ¡Dame mi almohada! - le exigió terminando por pellizcar solo el bajo de sus pantalones cuando la espalda de Jaejoong termino por posarse en el suelo.
- ¿Cuál? ¿Esta? - preguntó Jaejoong dándole un nuevo almohadazo mientras usaba el pie libre mantenido contra el filo del somier para impulsarse hacia atrás.

Changmin soltó el filo de su pantalón pero solo para ponerse en pie y cogerle firmemente por encima del tobillo.

- ¡Se acabó! ¡Fuera de mis dominios! - dijo con una voz propia de alguien que le doblaba en edad mientras le arrastraba en dirección a la puerta.
- ¡No! - gritó Jaejoong no acertando a darle con la almohada mientras se agitaba luchando porque su camiseta no se subiera dejando su espalda contra el suelo - ¡Dios!¡Que frío está el suelo! ¡Suelta o me defiendo!

Changmin rió y al girarse hacia él un tercer pie se mezcló con los suyos haciéndole caer al suelo. Jaejoong se sentó con una carcajada para mirarle y cuando Changmin le devolvió la mirada su sonrisa de difuminó.
No era la primera vez que pasaba algo así, la escena era demasiado familiar. Se conocían desde hacía tiempo y en ese momento, justo en ese momento, acababa de notarlo. Le era conocida la situación igual que le había sido conocida su risa a pesar de no haberle vuelto a escuchar reír así desde que volvió en sí. Nada era nuevo y a la vez todo lo era porque empezaba a recordar. No eran recuerdos claros, pero eran imágenes y sensaciones que, entonces, no valían menos.

- ¿Te rindes? - preguntó Changmin para llamar su atención. Le veía perder la mirada y sumergirse en sí mismo. No sabía si eso había dejado de ser malo.
- ¿Qué?

Changmin se acercó para sentarse algo más cerca de él y le arrebató la almohada sin esfuerzo.

- ¿Acabas de hacer un viaje astral o qué? - bromeó para sacarlo de su ensimismamiento.
- Algo así – respondió Jaejoong sonriendo levemente – Menudas islas...

Changmin rió y miró a su alrededor antes de hablar.

- Recojamos nuestras cosas y salgamos corriendo después de entregar la llave de la habitación. Nos nos conviene estar aquí cuando vean como hemos dejado esto.
- En eso estamos de acuerdo – dijo Jaejoong poniéndose en pie.

Ambos recogieron sus cosas aun dejando escapar alguna sonrisa mientras esquivaban las plumas que adornaban el suelo.

- ¿Nos quedamos en las afueras entonces? - preguntó Jaejoong – La conversación acabó en una batalla más que en una decisión.
- Bueno, puesto que he ganado yo podemos probar mi plan. Si a la próxima sales victorioso serás tú el que decida que hacer.
- ¿Tienes intención de que vayamos de hostal en hostal cargándonos almohadas para tomar decisiones?
- ¿No te gusta la idea? No me extraña, eres bastante malo en las peleas – le picó Changmin una vez más cerrando la cremallera de la mochila y echándosela al hombro.
- Cuida lo que dices – le amenazó Jaejoong con chulería – No quieras ver mis verdaderas habilidades. Soy un peligro y si me conoces... tienes que saberlo.

Se echó la mochila al hombro y se dirigió hacia la puerta seguido por Changmin.

- Pero... -  le dijo Jaejoong una vez en el pasillo y se acercó a él alzando una mano a la altura de su cabeza provocando que Changmin cerrase los ojos. Jaejoong rió – No te voy a hacer nada. Lo que te iba a decir es que al menos mantuviese la discreción.

Jaejoong retiró la mano con una pluma pellizcada con los dedos.

- Si te llevas la almohada en la cabeza será muy fácil que nos pillen.

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El día fue largo. Cuando pisaron la ciudad no fue Jaejoong el único que se sintió expuesto. Llevaban  tiempo sin mezclarse con la multitud y cambiaban de dirección cuando veían a algún agente de policía. Ninguno de los dos lo dijo pero ambos iban disimulando la misma intención. No fue por otro motivo que les resultó fácil evitar a las autoridades sin tener que dar explicaciones al otro.

Parecía que la calle les enmudecía. Andaban atentos a todo, cada uno absorto en sus propios pensamientos y solo cuando el metro les obligaba a sentarse el uno junto al otro se cruzaban palabras de cualquier tema de poca importancia.
La persona que roncaba frente a ellos en el vagón era una buena oportunidad para reír y fingir despreocupación y les hacía parecer dos chicos de camino a casa tras salir de clase.
Nadie podía imaginar lo complejas que eran sus vidas y lo poco usuales que eran sus problemas.

Cuando volvieron a salir a la superficie caminaron una vez más sin saber a donde ir. El objetivo de buscar un nuevo sitio en el que pasar las noches al menos les mantenía ocupado. Tantas horas muertas en la habitación del hostal en el que se habían hospedado durante casi una semana les habían llevado a pensar demasiado. Necesitaban olvidarse de haber escapado, de estar huyendo y vivir de la forma que se les ofrecía.

No podían ignorar su situación como si nada hubiera sucedido pero vivir como fugitivos no podía ser todo.


- ¿Vamos aquí? - preguntó Jaejoong parándose unos pasos tras Changmin mientras ojeaba uno  de tantos panfletos de publicidad que llevaban encima – Tiene buena pinta. Son habitaciones con cocina además de baño. Bueno... si se puede llamar cocina a lo que sea que tengan.

Jaejoong alzó el papel y Changmin se acercó para cogerlo. Lo ojeó y tras unos segundos empezó a asentir de forma discreta y constante.

- Me gusta – dijo mirando a Jaejoong y asintiendo con más firmeza - ¿Vamos?
- ¿Me estás haciendo caso? - dijo Jaejoong sonriendo.

Changmin le miró y tras devolverle el papel le respondió.

- Es hora de hacerte un poco de caso y no tratarte como al enano que pareces. Te estás convirtiendo en todo un hombre.

Jaejoong sonrió al escuchar su tono burlón y rió para sí sin intención de contestarle. Estaba olvidando por momentos que huían y comenzaba a disfrutar de sus experiencias fuera de su jaula. No sabía cuanto iba a durar aquella paz pero no quería pensar demasiado en ello.

No conociendo el fin era como si no lo hubiera.