jueves, 4 de julio de 2013

- Capítulo 19 -


Jaejoong abrió los ojos, tiritó brevemente y escondió su brazo bajo el edredón de su cama frotándolo en seguida con su mano en un intento de templar la porción de piel helada. En la cama de al lado su compañero de habitación dormía profundamente solo dejando asomar sus ojos cerrados por encima de la manta.

¿Estaba bien que durmieran con esa tranquilidad? Ahora sabía que la huida de ambos no había sido tan exitosa como habían podido pensar y que estaban siendo buscados en la ciudad en la que ahora mismo se encontraban. En cualquier momento podían ser vistos, cualquiera de sus paseos a la luz del día podía poner fin a la aventura.

Jaejoong no quería bajar la guardia y ahora más que nunca necesitaba estar informado de por donde se movía la policía. Sin embargo esas preguntas solo podían tener una posibilidad de respuesta en Yunho.
Si de verdad no estaba de parte de la policía podía contar con él para obtener información  y saber por donde debían moverse.

Se enderezó en la cama y buscó en el bolsillo de su chaqueta a los pies de la cama.
La dirección de hotel estaba clara en la tarjeta y recordaba el número de su habitación con claridad.

- Habitación 108… - susurró como si acabase de leerlo en la misma tarjeta.
- ¿Qué?

Una voz somnolienta  le hizo girar la cabeza con un pequeño brinco.

- Me has asustado -  se quejó Jaejoong casi seguro de que no le habría escuchado.
- Y tú a mí – dijo Changmin acabando la frase en un bostezo – No te esperaba sentado en la cama.
- Ya serán las diez o más tarde, no es mala hora.
- La ocho –le informó Changmin tras señalar el despertador de la mesilla.

Jaejoong se puso en pie y cogiendo su ropa entró en el baño. Changmin resopló en su cansancio y se reacomodó en la cama. Unos minutos más tarde Jaejoong salía del baño con la obvia intención de disponerse a salir.

- Voy a salir a comprar algo para comer –le informó al verle levantar la cabeza - No hay nada para desayunar y me estoy muriendo de hambre.
- Si me lo dices con tiempo me visto y te acompaño –dijo Changmin sentándose en la cama y frotándose los ojos sin intención de disimular que necesitaba más horas de sueño.
- Sí, te veo con la intención. No está de más que salgamos solos, así seremos menos reconocibles. Seguro que nos buscan esperando vernos juntos a los dos.

Changmin alzó una ceja.

- Tiene sentido pero ¿por qué vienes con eso ahora?
- ¿Qué por qué?
- Sí, siempre hemos salido a la vez ¿es que sabes algo nuevo?

La pregunta de Changmin fue totalmente aleatoria pero Jaejoong tuvo la sensación de que se le daba muy mal ocultar cosas.

- No, bueno, por si acaso. No está de más tener cuidado.
- Ya – añadió Changmin reprimiendo el bostezo esta vez – Bueno, no tardes mucho, somos dos que se mueren de hambre.
- Lo tendré en cuenta – dijo Jaejoong dirigiéndose a la puerta y sin decir nada más salió de la habitación.

Avanzó a paso ligero por la calle hasta llegar a la estación de metro procurando no pensar demasiado en las posibilidades que habían de ser visto y reconocido. Una vez frente al plano de las líneas de metro buscó la zona a la que debía llegar y tras situarse empezó a moverse con más agilidad que la última vez en ese mismo lugar. Compró su billete y subió al vagón sentándose junto a la puerta para no perder la costumbre.

Esperaba que Yunho le fuese de ayuda y no estar perdiendo el tiempo. Ya se estaba imaginando discutiendo con él sobre cualquier cosa absurda y volviendo al hostal sin información tras correr riesgos innecesarios.

Salió del metro y tomó aire antes de exponerse a la luz del día en pleno centro de la ciudad. Sintió como su estómago se encogía haciéndole más difícil disimular los nervios.

Avanzó a paso ligero buscando algo parecido a una oficina de turismo y terminó por detener a un hombre en la calle que tras gestos poco claros le indicó que debía seguir de frente y girar a la derecha en algún momento si quería llegar al hotel de la tarjeta.

Siguió sus indicaciones viéndose obligado a preguntar nuevamente antes de dar con el hotel. Se quedó frente a las puertas de este y, tras una pausa que dedicó a respirar profundamente, entró dirigiéndose al mostrador.

La joven  vestida con un uniforme cuya chaqueta holgada  parecía no haber acertado a comprar de su talla le saludó y preguntó algo. Jaejoong supuso que le estaba preguntando en qué podía servirle pero prefirió negar con una sonrisa de disculpa para hacerle entender que no la comprendía. La joven sonrió a continuación y se dirigió a él con un marcado acento japonés pero lo suficientemente claro para entenderla.

- ¿Desea una habitación?
- No, vengo a visitar a alguien. Habitación 108 – se explicó Jaejoong hablando más lento que de costumbre.
- Por supuesto. Su nombre, por favor.

Su nombre. Jaejoong dudó.

- Ju Won – respondió finalmente. De todos los nombres que podía haber dado había decidido dar el de su padre. Tal vez así Yunho entendiera quien era sin necesitar dar su nombre verdadero.
- Espere, por favor.


La joven cogió el teléfono e informó a Yunho, según le pareció, de que tenía visita ya que acto seguido le indicó a Jaejoong que subiera.

- Escaleras y ascensor a la derecha. Gracias.


Jaejoong subió las escaleras y avanzó por el pasillo leyendo los números de las puertas hasta que el 108 le pidió que se detuviera. Golpeó con los nudillos la puerta y esta se abrió casi al instante dejándole con la mano alzada frente a otro chico.
Apenas cruzaron las miradas Jaejoong entró escuchando la puerta cerrarse a su espalda.

- ¿Qué saben? – preguntó dándose la vuelta hacia el otro chico.
- Siéntate.

Yunho pasó junto a él y se sentó en el borde de la cama con la intención de que Jaejoong hiciese lo mismo y calmase el ritmo acelerado con el que acababa de llegar pero el chico permaneció de pie.

- ¿Qué sabe la policía?
- Yo no he hablado con ellos. No sabrán que estoy aquí.
- O quizás sí.
- No creo y no les diría nada.
- Si fingieras colaborar con ellos…
- ¿Para qué?
- Pues para estar al tanto de lo que hacen, que saben, donde buscan – Jaejoong hizo una leve pausa y clavó su mirada en el – Porque quieres ayudarme ¿no?
- Eso está claro.
- En esta situación no me sirves de nada porque sabes lo mismo que yo. Sería creíble que quisieras encontrarme para llevarme a donde debo estar ¿No crees?
- Parecerá sospechoso que haya comenzado a buscarte sin contar con ellos y que les busque ahora.
- Invéntate algo, no te lo puedo dar todo hecho. Somos dos cabezas. Contacta con ellos haciendo ver que a por ti solo no puedes encontrarme. Haz ver que quieres colaborar.

Jaejoong bajó las manos que no había dejado quietas mientras le explicaba su plan con un tono que dejaba claro no poder recibir un no por respuesta.

- Haré todo lo que pueda – le aseguró Yunho.
- No puedo dejarme coger.
- Y lo de recuperarte ¿dónde quedó?
- ¿No me querrás llevar realmente al manicomio?
- ¡No! Joder, no. No es eso. Es solo que parece que has abandonado tu objetivo.
- ¿De qué me sirve recordar que maté a mi padre? ¿Eso me hará libre? Yo creo que no.


Yunho contuvo el aire al escucharle y frunció el ceño mirando al chico sin poder abarcar lo que acababa de escuchar.

- Tú…


Jaejoong le miró alzando las cejas pidiéndole así que continuara.

- ¿Cómo? Es decir… - el chico se pasó ambas manos por la cara antes de seguir, dejando escapar una suave risa de incredulidad - ¿Sabes…?
- Lo sé, sí. Sorpresa.
- ¿Desde cuando? ¿Cuándo ha pasado esto?
- ¿Ayer? -  contestó Jaejoong con simpleza.
- ¿Cuándo nos vimos ya lo sabías?
- Sí. Entiende que no tengo otra salida que no dejarme coger.
- Esto es increíble…
- ¿Qué es increíble? -  preguntó Jaejoong terminando por dejarse caer sentado a su lado.
- Años de terapia sin resultado, te escapas y en unos días… Es increíble y absurdo a la vez.
- Gracias, suponiendo que eso está bien.
- ¿Me odias? – preguntó Yunho sin mirarle -  Llevo años queriendo preguntártelo ¿Me odias?
- ¿Qué si te odio? No lo sé.
- Aún no lo has recordado todo ¿no? Pero sabes quien soy…

Jaejoong le miró fugazmente.

- Menuda pregunta más sospechosa. No, quizás me queda por recordar algo que si supiera ahora pondría en peligro tu vida pero lo que por ahora recuerdo no me jode más que el hecho de que no vinieras a visitarme ni me ayudaras.
- Tenía mis razones aunque diciendo esto solo me esté obligando a explicarme largamente.
- No hace falta Yunho, creo que me las supongo de todas formas. Del pasado solo quiero huir. Tú ayúdame ahora que estás dispuesto a hacerlo y te perdonaré el resto.
- Dime al menos donde estás porque no sabría como contactar contigo. Bueno, espera.


Yunho de levantó de la cama para dirigirse al armario.

- Sé que no me dirás donde estás, así que -  dijo quedándose en pie frente a él para ofrecerle un móvil y un cargador que Jaejoong tomó con curiosidad -  Mi móvil está en la agenda con mi nombre. No tiene una joya por batería así que tenlo en cuenta.
- Espero que nos sirvan para bien. No me la juegues.
- Fíate de mí, por una vez.
- Tú solo haz que no me arrepienta. Si me fallas no sabré como devolvértela.
- No te fallaré.

Jaejoong asintió una vez concediéndole un voto de confianza pero entonces llamaron a la puerta y una voz áspera pero clara sonó tras ella.

- Policía, abran la puerta.


Jaejoong se puso en pie y miró a Yunho que le devolvió la mirada al instante.

- Maldito hijo de puta… - murmuró Jaejoong exprimiendo todo su odio en cuatro palabras.
- Yo no…

Yunho negó con la cabeza y miró hacia la ventana de la habitación antes de mirarle de nuevo a él.

- Lárgate… ¡vamos!

Insistió conteniendo la voz cuando se repitió la orden al otro lado de la puerta. Jaejoong no esperó más y, reprimiendo un puñetazo que hubiera tirado al otro chico al suelo, se dirigió a la ventana abriéndola y sacando el cuerpo con decisión. Se agarró del marco con ambas manos y algo se tambaleó en su interior. Un recuerdo. No era el momento. Sacudió la cabeza y resopló con fuerza asiendo ahora el alfeizar de la ventana para restar algo de altura a la caída desde la primera planta. Soltó la manos sintiendo casi de inmediato como sus pies chocaban contra el suelo con un dolor que se clavó con fuerza en sus tobillos durante unos instantes. Se dio unos segundos para enderezarse y empezar a alejarse sin pensar si el dolor seguía ahí cuando comenzó a correr.

Sentía ganas de gritar, de volver y plantar aquel puñetazo reprimido en la cara de Yunho, de mandar absolutamente todo a la mierda. Acababa de pedirle que confiase en él un instante antes de escuchar a la policía.
Si alguien le detenía entonces le partiría la cara sin más motivos que lo que llevaba ahora dentro. Por momentos su pecho no podía contener el odio y respiraba más rápido de lo que le exigía su cuerpo al correr. No era justo. Demasiada gente en su contra y demasiadas posibilidades de salir perdiendo.

(Flashback)

Jaejoong empezó a garabatear en la hoja del libro que tenía abierto sobre la cama frente a sus piernas cruzadas. No tenía demasiadas ganas de estudiar y sabía que en cualquier momento el chico que estaba sentado en la silla de su escritorio le interrumpiría para seguir con la conversación que siempre dejaban sin acabar.

- No tienen por que tomárselo tan mal.

Jaejoong hizo el amago de subir la mirada pero decidió aparentar que aquel tema no le ponía nervioso fingiendo aún algo de concentración en las páginas del libro.

- Ya, bueno, yo no estoy tan seguro. Dame tiempo.
- Será peor así. Será como ocultarles algo a conciencia. Lo saben Jae.
- Entonces no hay nada que decirles, Yunho.
- Para que lo acepten tienes que decirlo abiertamente. Estas cosas no se dan por sentadas. Prefieren autoconvencerse de que es una falsa impresión que tienen.
- Se lo tomarán a mal, dilo – dijo Jaejoong levantando momentáneamente la mirada antes de empezar a subrayar sin prestar atención alguna.
- No se lo tomarán a bien. Tu padre no parece muy abierto de mente.
- Mi padre… - empezó a decir Jaejoong bajando la voz - ¿Qué más da que lo sepa porque es obvio o porque se lo haya dicho yo?
- Díselo. Yo lo hice con los míos – dijo el otro chico haciendo oscilar la silla giratoria de izquierda a derecha.
- Y no te fue mal, tuviste suerte y ellos ni me conocen. Les dijiste que te gustan los chicos pero no me han visto jamás ni saben que estás aquí. Ocultas que me ves. No estás con tus amigos ni en la biblioteca. Seguro que aún tienen la esperanza de verte aparecer con una chica cogida del brazo. Mi padre se lo tomará peor, no solo por como es sino porque llevo meses encerrándome en mi cuarto contigo. Para él será más real.
- Mis padres no dejan de tener un hijo gay porque no tenga novio – se defendió Yunho dejando de hacer girar la silla hacia los lados – Yo me sinceré, ahora hazlo tú. Si quieres que esto funcione deja de ocultarlo.


Yunho se levantó de la silla y se sentó frente a Jaejoong, dejando el libro entre ambos.

- Escucha Jae ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué te echen de casa?
- Ojalá. Tengo dieciséis y no pueden aunque quieran. En eso tienes suerte.
- Tener dieciocho años da derecho a mis padres a echarme de casa pero no con un trabajo y un techo propio. Créeme, mi situación era peor.


Jaejoong tomó aire y lo soltó largamente llevando la mirada de nuevo al libro como si se dispusiese a seguir leyendo.

- Hazlo. Si quieres seguir conmigo, hazlo – resumió Yunho haciendo al chico levantar la mirada al instante.
- ¿Y si no lo hago?
- Entenderé que por esto no luchas. Si estás conmigo en esto, demuéstramelo. Tú decides. Ellos o yo.

Yunho se inclinó hacia el menor y ladeando levemente la cabeza cruzó su boca con la de él dejando sonar un suave chasquido entre los labios de ambos.

- Tú… -respondió Jaejoong en un susurro.
- Eso está bien.
- Mañana será el día.
- Mañana será el día – repitió Yunho dedicándole una tierna sonrisa mientras dejaba una caricia con la yema de los dedos en el cuello del chico.

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Cuando Jaejoong llegó de vuelta al hotel entró en la habitación con la vista clavada en el suelo, perdido en sus pensamientos que iban aun más rápido que sus pies. Tenía que recoger algunas cosas y moverse, no tenía tiempo.

- Eh, Jae – le detuvo Changmin cogiéndolo del brazo que notó tenso al instante - ¿A dónde has ido?

Cuando el chico se giró hacia él pudo ver que aun mirándole tenía la mirada perdida, centrado en sus pensamientos.

- ¿Qué te pasa?
- Me tengo que ir – dijo Jaejoong deshaciéndose de su agarre con tan solo dar unos pasos hacia la mesilla, abriendo el cajón para coger algunos planos y papeles informativos de la ciudad.
- ¿Cómo que te tienes que ir? ¿A dónde has ido? Hace dos horas que saliste a comprar algo para el desayuno y vienes así – dijo Changmin claramente preocupado -  ¿Puedes decirme que ha pasado?
- Saben que estoy aquí. Me están buscando.
- Querrás decir que nos están buscando ¿Te ha perseguido la policía o algo así?
- Algo así.
- ¿En esta manzana? Pero ¿cómo?
- En la ciudad – dijo Jaejoong enderezándose y yendo a asomarse a la ventana esperando erróneamente ver policías por todos lados.
- ¿Has ido a la ciudad? ¿Para qué has ido a la ciudad?
- Lo siento, me he expuesto y no ha servido de nada. Pensé que tenía un buen plan pero no ha salido bien.
- ¿Qué plan?
- Me tengo que ir. Tú vuelve – dijo Jaejoong dirigiéndose a la puerta pero Changmin se interpuso.
- ¿De que hablas? Oye, si dices que te vas voy contigo ¿A dónde crees que vas solo? ¿y a que viene todo esto? En serio, no lo entiendo.
- Tú no necesitas huir ¿verdad? Me persiguen solo a mí. No recuerdo que me hayas mencionado algo jodido que hayas hecho para que te persigan.
- Ayudar a la huida de un homicida conociendo sus delitos. Creo que es suficiente motivo.


Jaejoong cerró los ojos y al abrirlos torció el gesto. Tenía razón. Con aquello le había hecho su cómplice y, además, no podía ir muy lejos sin él si ni siquiera podía pagarse un billete de metro.

- Recoge tus cosas. Nos vamos en un minuto.


Changmin asintió una sola vez y recorrió la habitación reuniendo las pocas cosas útiles que necesitaba antes de volver al lado de Jaejoong que nada más verle acercarse abrió la puerta.
Volvían al comienzo de su huida. Necesitaban volver a desaparecer y esta vez hacerlo mejor.

- Vamos a la estación de tren – dijo Jaejoong manteniendo el ritmo acelerado unos pasos por delante de Changmin mientras ojeaba el plano de la zona -  Y dirigirnos a donde nos diga el primer tren… lo de siempre.

El otro chico se limitó a asentir tras él dejándose llevar por primera vez en una de aquellas situaciones de alarma. Se había acostumbrado a dirigir cuando algo ocurría.
En la estación de tren Jaejoong le pasó su ticket con el destino elegido y volvió a liderar el paso hasta tomar asiento junto a él en el vagón.

Cuando el paisaje dio paso a la naturaleza Jaejoong sintió algo muy parecido al alivio. Le apeteció perder allí mismo, donde apenas nadie pisaba, entre los árboles, bajo el cobijo de cualquier sombra. Echó la nuca contra el reposacabezas y, cerrando los ojos, soltó el aire largamente.
Changmin le miró. Encerrado nunca le había visto tan agotado, la libertad le estaba haciendo cambiar más aun si era posible. Ya no se tomaba nada a la ligera porque no estaba en situación de hacerlo. Perder la libertad le hacia andar con pies de plomo.

- Creo que faltan dos paradas para la nuestra – le indicó haciéndole abrir los ojos.
- ¿Y si nos paramos en esta? – dijo Jaejoong viendo como el tren aun no había vuelto a sumergirse en un bosque de hormigón – Este parece un sitio muy tranquilo.
- No me opongo ¿Vamos?

Changmin se puso en pie y Jaejoong alzó la mirada antes de asentir y levantarse.
Al salir del tren sus pies pisaron gravilla y les recibió una parada refugio de un descuidado banco de madera.

- ¿Hacia donde está el pueblo o lo que se le tenga que parecer? – preguntó Changmin con la sensación de haberse equivocado de sitio.

Jaejoong le señaló el sendero que comenzaba tras la parada y comenzó a andar.

- Desde el tren el pueblo se veía claramente. En diez minutos estaremos rodeados de casas.
- Espero que ofrezcan algún lugar para dormir.
- Si tienes dinero alguien habrá dispuesto.

Poco a poco las casas diseminadas empezaron a aparecer y el sendero tomó la forma de calle principal. Dejaban a los lados tiendas modestas y las pocas personas con las que se cruzaban les miraban con discreción a pesar de la curiosidad. No parecía mal sitio.

- ¿Tienes hambre? – preguntó Changmin deteniéndose y señalando una panadería a su derecha – Seguimos sin desayunar y vamos a acabar en el suelo.

Jaejoong se dio la vuelta para mirar y asintió aun sin relajar la seriedad de su gesto.

- Espérame aquí.

Changmin entró en la panadería y compró una bolsa de lo que entendió que era pan dulce. No veía a Jaejoong con ganas de dar opinión acerca de que le apetecía desayunar. Estaba seguro de que hubiera continuado sin recordar lo que era comer.

- Pan dulce, o algo así – dijo abriendo la bolsa para que cogiera uno de los bollos.
- Me vale.

Jaejoong dio un mordisco a su desayuno y entonces se dio cuenta de que realmente tenía hambre.

- Gracias -  dijo alzando la mano ocupada.

La calle, y con esta el pueblo, se terminó antes de que vieran un sitio en el que hospedarse. Volvían a caminar por un sendero con el suelo manchado por las sombras de los árboles. El sol que se colaba entre las ramas era suficiente para hacerles sentir un calor agradable y todo les invitaba a seguir andando.

- Para -  le indicó Jaejoong -  Agua.
- ¿Agua?
- Sígueme.

Changmin hizo caso de su indicación y se vio saliendo del camino para bajar por la pequeña ladera que los llevaba a un estrecho prado delimitado por un riachuelo que corría prácticamente paralelo al sendero.

- Vaya, Jae, que oído…

Jaejoong se quitó la chaqueta y se agachó a la orilla del riachuelo. Sumergió las manos en el agua y soltó un quejido entre molesto y divertido.

- ¡Está congelada! Ah, duelen la manos…
- Sácalas idiota -  dijo Changmin riendo con suavidad al llegar a su lado.
- Pruébala – dijo Jaejoong a la vez que le salpicaba levantando con las manos todo el agua que pudo.
- ¡Eh!

Changmin retrocedió y acto seguido empujó a Jaejoong en el hombro que fue a caer hacia delante hundiendo las rodillas en el agua. Se enderezó como si el agua quemase y como regalo para lo oídos de Changmin, se rió.

- ¡Serás cabrón! – dijo poniéndose en pie, se giró y vio al otro chico reírse – Divertido ¿eh? Está buena ¿Te unes?
- ¿Cómo? ¡Ah, no, no! ¡Te creo!

Jaejoong dio unos pasos hacia él y Changmin retrocedió a su vez.

- ¡Tienes que probarla!
- No hace falta, de verdad, si dices que el agua está buena es porque lo está. Si prácticamente te has tirado al río de cara ¡Tiene que estar buenísima!

Jaejoong se abalanzó hacia él y le sujetó por encima de los codos con ambas manos, empezando a tirar de él hacia el riachuelo.

- ¡No, no! ¡Suelta o acabarás tú en el agua! – le amenazó Changmin conteniendo reír mientras hablaba - ¡Puedo más que tú!
- ¡Es frase era mía y, además, siempre ganaba yo!

Changmin dejó de tirar con sus brazos al escucharle y Jaejoong aprovechó para retroceder hasta hacerle acabar con ambos pies en el agua tras un traspies.

- ¿Ves? – dijo Jaejoong alzando los brazos con pose victoriosa y ladeando una sonrisa – No ha cambiado nada. La fuerza bruta aquí no sirve de nada.

El chico se sentó en la hierba aun mirando a su víctima con los pies sumergidos en el río. Miraba confuso al agua y su boca entreabierta estaba a punto de decir algo.

- Eso que has dicho…
- ¿Por qué no sales del agua? ¿Está buena después de todo?
- ¿Por qué has dicho eso?
- ¿A que te refieres?

Jaejoong dejó caer su espalda sobre la hierba. Sabía a que se refería. Él había sentido el mismo vértigo al escucharse decir eso.
Changmin salió del agua y se sentó en la orilla a un par de pasos de él, dándole la espalda.

- ¿Iba en serio? – preguntó de nuevo pidiendo esta vez la respuesta.
- No era una broma – contestó Jaejoong con simpleza.
- ¿Recuerdas algo más?
- Sigues estando en mi cabeza y hay restos de recuerdos que van y vienen.
- ¿Te refieres a recuerdos de hace mucho tiempo? ¿Qué ves en esos recuerdos?

Jaejoong cerró los ojos pensativo. También él quería saber la respuesta a esa pregunta.

- Veo algo que me ha venido a la cabeza más de una vez – empezó a decir – Sobre mi están las ramas de un árbol que me dan sombra, tengo la camiseta mojada por la hierba y creo que hay alguien tumbado a mi lado. Ese recuerdo me hace sentir bien, me siento seguro si me escapo y vuelvo a él. Sé donde estoy en ese recuerdo pero, sin embargo, me siento mejor de lo que me siento ahora. No quiero estar encerrado, pero aquí afuera tampoco hay nada para mí. Me falta algo y creo que sé lo que es. Quiero volver a sentir lo que sentía, por ti. Creo que entonces estaba bien.


Jaejoong escuchó el silencio. Changmin se mantenía callado con la frente sobre sus brazos que hacían puente entre sus rodillas.
Marcaba sus uñas en su propia piel tensando y relajando los dedos mientras se concentraba en respirar con suavidad.
Sus lágrimas empezaron a caer directamente desde sus ojos a la hierba mientras él permanecía en aparente calma. No recordaba la última vez que había llorado y había tenido motivos demasiadas veces. Tomaba aire profundamente y lo soltaba entrecortando su respiración cuando las ganas de llorar abiertamente chocaban con su intención de pasar desapercibido. No quería llorar delante de él como tampoco quería llorar delante de sí mismo.
Jaejoong se enderezó entendiendo lo que pasaba y entonces se odió un poco más. Había estado viéndolo todo desde su punto de vista y rara vez se había parado a pensar lo duro que tenía que ser que te olvidase la persona a la que querías.

No sabía que decirle ni como consolarle y tampoco sabía si había alguna forma de hacerlo así que decidió darle tiempo. Si luchaba por que su llanto pasase desapercibido no se lo iba a poner más difícil.

Changmin tomó aire reprimiendo un sollozo y se pasó el dorso se la mano por los ojos. Al alzar la cabeza recibió más luz de la que esperaba y el reflejo del agua le hizo cerrarlos de nuevo. Solo necesitaba unos segundos más para ignorar que había llorado.
Extendió los brazos inclinándose hacia delante y cogiendo agua con las manos se la llevó a la cara. Dudaba que eso solucionara sus párpados hinchados pero al menos era como poner punto y final al tema.

- No sabes como pesan estos zapatos mojados – dijo con la voz más natural que pudo.

Jaejoong sonrió resoplando suavemente por la nariz.

- Ya te queda claro con quien no debes meterte ¿no?
- Me queda claro a quien se la tengo que devolver – bromeó Changmin sonriendo sin mirarle.
- Como te gusta perder…


Changmin se puso en pie y se frotó la cara soltando una bocanada de aire antes de volverse hacia el otro chico para dirigirse a él.

- Aun no hemos resuelto donde dormir.
- Alguien habrá que alquile una habitación o seguro que hay alguna posada a la que no le hemos prestado atención – dijo Jaejoong mirando hacia otro lado tras mirarle a la cara. No le gustaba ver su mirada tras llorar.
- ¿Investigamos? Desde luego aquí como no busques una madriguera no sé yo.


Ambos se pusieron en marcha de vuelta al pueblo y esta vez Changmin volvió a liderar el camino unos pasos por delante de él. Algo parecía impedirles caminar el uno al lado del otro.
Jaejoong no apartó la mirada de Changmin mientras le seguía hasta que algo empezó a vibrar en su bosillo. Se detuvo en seco. Casi se había olvidado de que llevaba encima aquel teléfono.



lunes, 25 de febrero de 2013

- Capítulo 18 -

Al segundo día la habitación del nuevo hotel en el que habían elegido hospedarse estaba lo suficientemente desordenada como para que ambos no dieran con la mitad de las pocas cosas que llevaban encima. La pequeña cocina arrinconada en la habitación protegida por un estrecho mostrador que la separaba del resto de la estancia ya reunía envases vacíos de comida para microondas y las toallas del baño se amontonaban sobre los colchones a los pies de las camas.

Habían comenzado a vivir al día sin pensar en el día siguiente, a reír de cosas absurdas, comer lo que menos esfuerzo les exigía preparar y a convertirse, sin duda, en unos chicos desordenados a falta de autoridad. Salían a la calle no sin bajar la guardia aun con la tranquilidad que les acompañaba si no se paraban a pensar demasiado en lo que su actual situación suponía y pasaban horas viendo concursos absurdos en la televisión mojando las camas con las cabezas aun mojadas y las toallas aun liadas en el cuerpo tras una ducha. Se sentían bien y ninguno de los dos tenía ganas de estudiar al otro para sacar una discusión que podría aflorar con pasmosa facilidad.
Eran Changmin y Jaejoong, dos chicos libres sin grandes planes ni expectativas de futuro pero, después de todo, libres.

- Creo que nos podemos pasar al ramen de nuevo – dijo Jaejoong tirando a la basura unos envases de pizzas precocinadas – Mi interés por la pizza ha ido decayendo desde la cuarta vez que empecé a olerla aun dentro del microondas.

Changmin rió para sí sacudiendo la toalla y extendiéndola para que se secara con la esperanza de poder usarla horas más tarde.

-¿Qué te apetece aborrecer ahora? Con el curry es fácil. Dos días a base de ramen de curry y nos podremos pasar a los sándwich envasados.
- Oh, no – dijo Jaejoong acercándose otro envase a la nariz para olerlo y asegurarse, efectivamente, de que había aborrecido la pizza – Sandwich envasados no. Aunque tienen una buena variedad: vegetal de gastritis, mixto de salmonelosis , pollo al e.coli,…
- El último suena bien ¿italiano?


Jaejoong soltó una carcajada y Changmin sonrió complacido al escucharle.
Tras meter la papelera bajo el pequeño fregadero Jaejoong empezó a abrir los cajones más bajos y tras cerrar el segundo se levantó con una sartén en la mano mostrándola mientras la sujetaba por el mango.

- ¿Y si cocinamos? No sé, tenemos cocina y le habíamos visto su gracia.
- ¿Sabes cocinar?
- Llevo años sin hacerlo pero no puede tener mucho misterio ¿no?- respondió Jaejoong haciendo girar la sartén en su mano
- Lo mismo puedo decir de mí. Podemos comprar algo de carne, verduras y lo que se le suela echar a la carne cuando se guisa.
- Se nota que tú también eres un entendido de la cocina.
- O nos fiamos de nuestras dotes culinarias o terminamos con los sándwichs. Yo me arriesgaría a cocinar.
- Ya somos dos.

Poco después ambos caminaban por la calle rodeando la manzana en la que se encontraban en busca de una tienda que tuviera lo que buscaban. Para cuando volvían al hotel llevaban una bolsa con algunas verduras, carne y frascos de especias que no habían escuchado en su vida.

- ¿Sabes por donde empezar? – preguntó Jaejoong a espaldas de Changmin cuando este vació la compra sobre el mostrador.
- No estoy muy seguro de si empezar por las verduras o por la carne.
- ¿Qué se hace más rápido?
- La carne, creo yo.
- En todo caso tienes que empezar por cortar las verduras a menos de que pienses echarlas enteras – le aconsejó Jaejoong alejándose y sentándose en el borde de su cama.
- ¿Cómo que “tienes qué”? ¿Y tú qué?
- Yo te supervisaré.
- No puedes tener tanta cara. Aunque de que tú no metas las manos depende que no muramos de una indigestión.
- Habrá que ver si llegamos a mañana con el resultado que obtengamos de las tuyas – añadió Jaejoong con un deje de risita al final de la frase mientras empezaba a quitarse los zapatos.
- Te haré callar cuando pruebes mi guiso aleatorio Shim Changmin.

Dicho esto Changmin se giró hacia el mostrador y tomó un cuchillo de la bolsita de menaje del primer cajón. Sacó unas zanahorias y tras lavarlas bajo el grifo del fregadero luchó por decidir si pelarlas o cortarlas antes. Tras razonar las peló, puso la primera sobre la tabla de madera y comenzó a cortarla en rodajas muy finas como si quiera aparentar que tenía la táctica pulida de un cocinero.

Jaejoong dejó caer el primer zapato sobre la alfombra de forma despistada y se encorvó hacia delante para quitarse el otro. Entonces se enderezó y tragó saliva. El golpeteo del cuchillo sobre una tabla de cortar rompía el silencio en la habitación de forma constante. Sus manos se cerraron sobre sí mismas y sus dientes apretados tensaron su gesto.

Entornó la mirada como si intentase enfocar algo que tenía a dos palmos de su cara y frunció el ceño al empezar a ver lo que intentaba reconocer. El sonido del metal contra la madera, suave y rítmico. Su madre cortaba verduras y su música en la cocina solo era interrumpida por los crujidos de unas hojas de periódico enderezadas una y otra vez. Tras las grandes páginas grises había una persona y su estómago se revolvió cuando la reconoció. Su cabeza lo nombró esperadamente “ese gran hijo de puta” y para no menospreciar el título que llevaba consigo una ola de calor le recorrió todo el cuerpo, un deseo irrefrenable de hacerle callar, de hacerle desaparecer. “No te lo permitiré” decía aquel tipo, “maricón” soltaba con desprecio. Llamaba “ese tío” a la persona más esencial en su vida.
Y aquel hombre soltó el periódico tras cruzar tensas palabras. Se adelantó a su hijo en las ganas de darle un puñetazo y le hizo caer al suelo. Se levantó pero el adulto volvió a ir a por él. “Yunho me dejará si no me enfrento a ti” le dijo desde su silencio y se lo resumió con una puñalada.
Cuando en ese recuerdo su padre cayó al suelo sin vida algo parecido a la calma se hizo con él, calma frente a una situación sin remedio.

- Jaejoong…

Una mano se posó en su hombro y lo sacudió suavemente. Jaejoong levantó la vista, le miró y sentenció.

- Era un hijo de puta.

Changming se sentó junto a él y se dispuso a preguntar pero Jaejoong se adelantó.

- Nunca trató bien a mi madre y ella nunca le dio motivos. Yo tampoco se los di y no me trató mejor. Siempre lo supo, esperaba que se me “pasara” esto antes de que me diera por sincerarme con ellos, pero no fue así. Sabía… yo sabía que él conocía lo que le iba a decir y como iba a reaccionar pero necesitaba decirlo, era mi turno para rebelarme. Pero lo que yo no sabía era como me iba a sentar a mí su reacción, eso no lo tuve en cuenta. Se lo merecía, casi me lo pidió y no se lo negué. Le maté, maté a mi padre y no me siento culpable. No lo siento por él, lo siento por mí y tras lo que me hizo  hacer le odio más.

Changmin le miró ensimismado. Hablaba con calma, no había pánico en él, sabía lo que decía y aun así tenía el control sobre sí mismo. Ya le habían informado anteriormente de lo que había hecho y tras entrar en un estado de pánico lo había vuelto a olvidar. Esta vez era diferente. Antes de acceder al recuerdo había accedido a la razón. Recordó el odio que tenía hacia su padre y, tras hacerlo, había recordado lo que había hecho. Ahora tenía sentido.

- Lo sé – dijo Changmin demasiado desorientado aún como para labrarse otra entrada en la conversación.
- ¿Lo sabes?
- Lo que hiciste. Lo sé desde hace tiempo…
- Bromeas ¿verdad? – preguntó Jaejoong con un deje de sonrisa.
- Si te lo hubiera dicho…
- ¿Lo sabías y nunca me lo dijiste? No… tienes que estar de coña.
- ¿De qué habría servido que lo supieras?

Changmin pasó rápidamente a ocupar su puesto. Ahora debía defenderse pero Jaejoong había dejado de mirarle para evitar cruzarle la cara de un golpe.

- ¿En serio me preguntas eso?
- Piénsalo… - le pidió Changmin casi en tono de súplica – Irías a la cárcel tras ir a juicio.
- ¡Pero esto no va de la libertad! No la tenía y no iba a haber diferencia ¡Se trata de saber de mi puta vida! ¿Sabes lo que he sufrido por no saber…?
- ¿Y ahora ya te sientes bien por saberlo?
- S-… ¡No! Pero… ¡Joder! ¡No era tu decisión! – se quejó mientras volvía a ponerse el zapato para tener las manos ocupadas.
- Lo siento.
- ¿Lo sientes? – dijo enderezándose y poniéndose en pie sin tener nada más en lo que entretenerse estando sentado a su lado - ¿Me tomas por idiota? ¿Y por qué no me lo has dicho tras escapar? ¡No tenía ni puta idea de lo grave que es esto! Soy un asesino…

Tensó la voz para poder bajar el volumen al pronunciar las últimas palabras y volvió al tono anterior tras nombrar la gran verdad.

- ¡¿Cómo no me lo dices?!
- No quería ponerte en esa situación. Estabas bien sin saberlo. Ahora… ¿qué ha cambiado? Seguimos ocultándonos.
- Jaejoong está mejor sin saber nada. ¡Funcionas como todos los demás! – le acusó Jaejoong dando algunos pasos y volviendo sobre ellos sin parar.
- Nunca te he visto ser tan feliz como cuando no sabías nada. Ojalá yo pudiera olvidar ciertas cosas.
- No hables como si entendieras lo que en realidad supone eso. Si yo quería saberlo… Prefería estar encerrado y cuerdo en la cárcel que encerrado como un demente.
- No entonces.

Jaejoong detuvo sus pasos y se decidió a mirarle.

- Tu querías estar conmigo – continuó Changmin – Entre rejas o en libertad, pero conmigo. Lo demás no te importaba demasiado. Lo hice por ti y creo que no me equivocaba. Ahora tus preferencias han cambiado. No me culpes de eso. Yo no quería que me olvidaras.

Changmin sintió entonces algo a lo que no había querido ponerle nombre hasta entonces. Querer a Jaejoong no le evitaba estar dolido y sentir rencor. En todas las situaciones acababa por ser atacado y ser su enemigo. Se había creído sin derecho a quejarse y se había sentido culpable por lanzarle indirectas cuando se cansaba de su ignorancia. Pero el peso lo debían llevar los dos y no había logrado disimular su rencor y su cansancio. Jaejoong lo notó incluso antes que él y tras pasear la mirada por el suelo pidió tiempo muerto dándole la espalda a Changmin y saliendo de la habitación.

Caminó de forma acelerada por la calle sin intención de ir a ningún lado en concreto. Estaba saturado. Tenía la cabeza rebosante de información nueva y aún así era evidente que le quedaba mucho por recordar. Al llegar a una boca de metro entró bajando las escaleras de forma atropellada. De repente se sentía terriblemente expuesto y fácil de ver en un lugar con pocas personas y a plena luz del día.
El tintineo de las monedas en su bolsillo mientras bajaba las escaleras le recordó que podía coger el primer metro que pasase por allí. Se acercó a ver la tabla de horarios y tras comprar su ticket esperó impacientemente durante unos escasos minutos. Se dirigía al centro. Ya no le parecía menos seguro mezclarse entre cientos de personas que apartarse de ellas. Era como si llevase una señal luminosa sobre su cabeza indicando al mundo donde se encontraba. Necesitaba moverse y no parar. El hecho de quedarse quieto esperando un tren que solo le hizo esperar unos tres minutos activaba una alarma en su cabeza. Era como estar siendo perseguido por una jauría de lobos.

Al subir al vagón no tomo asiento. Se asió a la barra que más cercana había a la puerta por la que había entrado e intentó al menos dar apariencia calmada ante las pocas personas que se encontraban allí. Trasteó su labio inferior con los dientes hiriéndoselo con cada pequeño pellizco y clavó su mirada en su reflejo en la ventana en cuanto el metro se sumergió en la oscuridad de los túneles.

Cuando se detuvo se apeó esquivando con poco acierto a los que se disponían a entrar, siendo notablemente más de los que salían, y para cuando salió a la superficie había perdido la cuenta de con cuantos hombros había topado y cuantas quejas había recibido sin entender el idioma.

Su espacio personal se había reducido a poco más de un metro donde ahora se encontraba y muy a menudo desaparecía. La gente era como una muralla. Entre tantas personas él era un grano en una bolsa de arroz. Casi invisible si no dejaba de moverse ni se arriesgaba a salir de la multitud. Caminó deseando ser cualquiera de los desconocidos con los que se cruzaba y fue agachando y alzando la cabeza según se sentía a cada instante; protegido o expuesto. Ralentizaba el paso y alzaba su mirada al frente suponiendo que eso le daba una imagen más natural e instantes después la agachaba volviendo a acelerar el paso como si de aquella forma a nadie le diera tiempo a posar su atención en él.

Llegó a un ancho paso de peatones y una mano sujetó su brazo haciéndole dar un latigazo con él apartando el inesperado agarre. Una mujer le miraba con el ceño fruncido y tras decirle algo que Jaejoong no entendió señaló el semáforo en rojo.
Los nervios no le permitieron disculparse ni agradecer y tras solo asentir miró al frente posando la mirada en las personas situadas al otro lado del paso de peatones.

Su mirada se clavó en una persona. Habría apostado un brazo a que eran imaginaciones suyas pero la atención del otro chico hacia él le hizo reaccionar.
Con un gesto contenido de sorpresa Yunho le miraba desde el otro lado de la calle como si le costase el mismo trabajo asimilar lo que estaba viendo.
Se preguntó que demonios hacía él en Japón y antes de tener tiempo para barajar las posibilidades el semáforo se puso en verde.

La gente empezó a cruzar y, sin perder el contacto visual, Jaejoong dio un paso atrás a la misma vez que Yunho lo daba para cruzar la calle. No podía arriesgarse a no tenerlo de su parte y sin esperar un segundo más Jaejoong se giró sobre sí mismo y echó a correr deshaciendo el camino por el que había venido haciendo el uso del automático de su cabeza.
Yunho nunca le había ayudado a recordar y nunca había parecido tener interés en verle fuera del psiquiátrico. Estaba seguro de que eso no había cambiado y sus pies no se detuvieron en su huida. No tenía ninguna duda de que Yunho corría tras él y estaba en lo cierto. Esquivaba personas con más habilidad que él aunque Jaejoong le estuviera ganando en velocidad.
Pasó junto a la boca de metro por la que había salido y soñó con no toparse un semáforo en rojo o una calle sin salida pero lo primero le llevó a lo segundo. Tras girar saliendo de la multitud que se agolpaba para cruzar esperando el cambio de color del semáforo entró en lo que parecía un callejón donde concluían las puertas traseras y salidas de incendio de los edificios de aquella parte de la manzana. Frenó casi cayendo al suelo cuando sus zapatos derraparon por la arena del pavimento y, tras tocar con una mano el suelo para no terminar de perder el equilibrio, se enderezó dispuesto a subir por alguna de las escaleras.
Los dos segundos que perdió en el resbalón y la búsqueda de una vía de escape le valieron a Yunho para agarrar el brazo de Jaejoong cuya reacción no se hizo esperar.
Giró sobre si mismo con brusquedad llevando la mano libre contra su cara encabezando el gesto con los nudillos. El otro chico pudo poner a tiempo la mano entre el puño y su cara pero esto no le evitó retroceder y tambalearse.

- ¡SUELTA! –tronó la voz de Jaejoong en el instante en el que se deshizo de su agarre.

Miró al chico que recuperaba su postura sin intención de dejar de hacer de tapón entre él y la entrada a la calle y entonces buscó con ahínco tras él.

- ¿Te siguen? – preguntó Jaejoong sin dejar de mirar más allá de él - ¡Di! ¿Te siguen?
- ¡No, no me siguen! – respondió Yunho sin relajar su postura -¡Cálmate!
- ¿Qué coño haces aquí?
- ¿Por qué huyes de mi?
- ¿Con quién vienes? – insistió Jaejoong sin dejar de esperar la llegada de terceros.
- ¡Con nadie! ¿Piensas que te busco con una patrulla de policía?

Jaejoong murmuró un inaudible “que cojones no me puedo esperar de ti” y entonces le miró de nuevo.

- Vale… ¿qué quieres?
- Saber que estás bien…
- Pero…


Jaejoong resopló y se pasó las manos por la cara. Yunho no debía estar allí.

- ¿Cómo me has…?
- Pregunté por tu nombre en no sé cuantos hoteles, residencias, hostales… y no estabas en ninguno. Supuse que estarías en las afueras pero…

Yunho se detuvo pensativo.

- ¿Qué? ¿Pero qué?
- ¿Y Changmin?
- ¿Qué pasa con él?
- ¿Estás solo?
- ¿Qué más te da?
- ¿Necesitas ayuda? Pensé que estaría contigo.
- ¿Qué?

Jaejoong acababa de dirigirle de nuevo la atención. Su estado de alerta dejaba a Yunho en segundo plano.

- Joder, Jae ¡Cálmate! ¿Necesitas ayuda?
- ¡N-no! Es que… ¿saben que estoy aquí? Lo sabes tú… Lo saben – se respondió en un tono de derrota.
- Sí. A mi no me dijeron nada hasta que fui a verte hace unos días. No me avisaron de nada.
- No tenían por qué. No eres ningún familiar ni mi tutor ni…
- Soy un conocido, creo que eso basta.
- ¿Y están aquí? ¿Qué saben? ¿Cuánto llevan buscándonos?
- Así que está contigo – dedujo Yunho en voz alta.
- ¡Contesta!
- ¡No lo sé! Yo apenas llevo aquí una semana. Supongo que los saben desde el día siguiente a vuestra huida. Cuando te he visto no me lo podía creer y he empezado a perseguirte creyendo que tal vez me equivocaba. Podías ser un desconocido huyendo por yo que sé que motivos… por no conocerme, pero sí que eras tú y huías precisamente porque me conoces.
- No digas a nadie que…
- No diré que te he visto. Si me escucharas…

Jaejoong ojeó de nuevo la calle y le miró sin poder contener un resoplo.

- ¿Cómo se te ocurre correr tras de mi? Podían haberme parado pensando que era un ladrón o algo así ¿Crees que estoy en situación de permitirme algo así?
- Fuiste tú el que echó a correr. Tuve demasiada suerte al encontrarte como para perderte de vista en una huida.
- Una suerte, sí. Si solo querías ver que esto bien, ya ves que así es. Ahora…

Jaejoong se dispuso a esquivar a Yunho pero se paró al escuchar su voz.

-  Espera – dijo sacando una tarjeta de su cartera con el nombre de un hotel – Me hospedo aquí, en la 108. Sé que no me dirás donde estás pero quiero que sepas donde encontrarme si me necesitas.
- Ya…

El chico cogió la tarjeta y, sin cruzar de nuevo las miradas, prosiguió su camino deseando estar fuera de su vista. No dejó de echar vistazos hacia atrás hasta no haber subido de nuevo al metro con la seguridad de que él no lo hubiera tomado pero no se deshizo de la tarjeta.

-
-
-

Changmin se dejó caer en la cama cuando Jaejoong cerró la puerta tras de sí. Por un momento pensó en seguirle por miedo a verle desaparecer y no poder encontrarle pero sabía que, aunque a Jaejoong no le hiciera gracia, era dependiente de él a menos que pretendiera acabar durmiendo en la calle y robar para comer. En el último par de días había tenido la sensación de que Jaejoong se hubiera quedado con él aunque tuviera dinero para irse por su lado. Ahora se daba cuenta de que si Jaejoong hubiese tenido esa condición se habría largado, y no ese día, sino en la puerta del centro psiquiátrico.

¿Qué había dicho que fuera tan grave? Jaejoong no podía echar sobre él todas sus críticas y quejas sin esperar algo de vuelta, no después de todo lo que estaba haciendo por él. Había recordado de golpe el recuerdo que le había mantenido encerrado durante años pero a Changmin todavía lo tenía en pendientes. Al echarle en cara su olvido se había molestado lo suficiente como para largarse y llevar horas fuera.
Quizás Jaejoong no estaba enfadado con él sino consigo mismo, pero fuera cual fuera el caso los golpes caerían igualmente sobre Changmin, por lo tanto, daba igual.
Cuando Jaejoong volviera seguramente estaría más calmado y aunque volver a reanudar una conversación con él fuese de nuevo algo complicado no era algo imposible. Esa situación se había dado varias veces en las últimas semanas aunque no siempre con la misma gravedad y ya se estaba acostumbrando a lidiar con la tensión.

Cuando la puerta de la habitación se abrió se enderezó de golpe y Jaejoong cruzó por delante de las camas, como si Changmin no estuviera allí, hasta meterse en el baño y cerrar la puerta tras de sí. Abrió el agua fría en el lavabo y metió la cabeza bajo el chorro, apoyando ambas manos sobre las manillas del grifo.
El frío despejaba su cabeza y el agua que se escapaba hasta su cara le relajaba.

Changmin permaneció sentado sobre la cama con la mirada clavada en el suelo hasta que la puerta del baño se abrió y Jaejoong se dirigió a la cocina abriendo la nevera para coger una lata de refresco.

- ¿Podemos hablar? - preguntó Changmin a sus espaldas.
- ¿De qué?

Jaejoong se giró apoyándose en el mostrador y bebió un trago de la lata torciendo el gesto por la sensación del gas en su garganta.

- De lo que ha pasado hace unas horas
- No hay nada que hablar.
- Yo creo que sí.
- ¿Es malo que haya recordado?
- Quiero hablar de lo que aun parece que no recuerdas – dijo Changmin con pausa intentando no hacer ver lo que acababa de decir como una exigencia.
- Entiendo, pregunta – dijo Jaejoong antes de llevarse de nuevo la lata a los labios.
- ¿Que pregunte?
- Sí. Para empezar una conversación acerca de algo que, efectivamente, no recuerdo, es mejor que empieces tú.

Changmin estuvo de acuerdo y comenzó con la pregunta que tenía apuntada desde hacía días.

- ¿Algo en mí te es familiar?
- Algo como ¿qué?
- No lo sé...
- Sí.

Jaejoong bebió por última vez y deformó la lata vacía con su mano bajo la atenta mirada de Changmin, la tiró a la basura y volvió a mirarle como si esperase una nueva pregunta.

- ¿Me acabas de decir que sí?
- Sí.
- Y... - empezó a decir el chico de la cama sin saber por donde abordar la respuesta ahora que la tenia - ¿De qué se trata?
- Me gustaría que me dieras una pista. Con lo que te oigo decir y lo que creo recordar puedo llegar a una conclusión, pero no quiero decir en alto algo que no se acerque a la deducción a la que tengo que llegar.
- ¿Qué te da miedo?
- No me da miedo.
- ¿Entonces?
- No sé – dijo Jaejoong tras chasquear la lengua con un deje de molestia – Es raro, es incómodo y no sé si puedo decir algo que...
- Algo que...
- Que no te guste o sea una estupidez.
- ¿Qué es lo peor que puede pasar?
- Que te largues y me dejes tirado.

Changmin torció una leve sonrisa y resopló con suavidad desviando su mirada al colchón. ¿Dejarle tirado? ¿Irse sin él? ¿Temía Jaejoong lo mismo que Changmin después de todo? Pero Changmin sabía que no por la misma razón.

- No me largaré dejándote tirado sabiendo que no tienes pasta.
- No es solo por la pasta.
- ¿No lo es?
- No... - dijo Jaejoong y entrecruzó los brazos que durante los últimos minutos no había dejado de mover – Oye. No se si te odio o...
- O si solo te caigo mal -  terminó Changmin en un deje de broma al ver que iba a dejar el final de la frase en el aire.
- No éramos solo amigos – dijo ignorando la pequeña broma - ¿Verdad?
- No... Eso... ¿lo recuerdas o lo has deducido?
- Hay cosas que haces que realmente me joden y sin embargo hay algo en ti que... algo que me gusta.
- ¿Que habría de malo en eso?
- ¿Malo?
- Sí, te cuesta mucho decirme cada palabra...
- Es que no sé si algo de lo que digo es nuevo, aunque, por otro lado, creo que voy entendiendo que esto no me es familiar solo a mi.
- Sí que ha cambiado algo en ti – le aseguró Changmin.
- ¿A que te refieres?
- A que das mil rodeos para decir que hay “algo en mí que te gusta” y, sin embargo, la otra vez que me hiciste saber lo que sentías fue besándome sin previo aviso, arriesgándote a un puñetazo por conocerme de hace dos días y no saber nada de mi.

Jaejoong notó un nudo en su estómago y agachó la cabeza frotándose la nariz con el dorso de la mano. Acababa de sentirse totalmente expuesto y, sin considerar siquiera que lo que acababa de oír pudiera ser una mentira, acababa de avergonzarse al imaginárselo. En aquellos momentos tenía las mismas ganas de pegarle un puñetazo que de morderle los labios.

- No te diría esto si no fuese verdad. Sé que puedo parecer un capullo por ocultarte cosas y muchas veces la he cagado pero, Jae, tienes que entender que estoy contigo y no contra ti. Además todo lo que intento hacer por ti tiene una razón de peso, no decidí escaparme contigo porque te supieras la localización de las cámaras del edificio ni nada por el estilo. No eres cualquier persona para mi y si en ti hay, aunque sea, un pequeño atisbo de recuerdo, puedo esperar lo que haga falta para que se convierta en un recuerdo completo. Pregúntame lo que quieras cuando quieras y sigue mandándome a la mierda cuando lo necesites pero no desconfíes de mi.

Jaejoong permaneció sin mirarle mientras le escuchaba y no salió de él otra reacción que no fuera la de asentir una sola vez.

- Creo que te he visto asentir.
- Sí... - dijo el chico aun apoyado en el mostrador de la cocina y entonces le miró - ¿No me guardas rencor?
- No lo sé.
- Que respuesta menos clara, aunque seguro que más sincera que un “no”.
- No es justo culparte por algo que no es culpa tuya pero a veces no he podido evitar sentir algo parecido al rencor.
- Estás en tu derecho. Llevo una semana mandándote a la mierda casi a diario dando por hecho que me mientes porque prefiero que sea así. Pensar que me dices la verdad y que te he olvidado me hace sentir como un hijo de puta. No sé como no te has largado dejándome atrás.
- Porque no puedo. No te diré lo que siento por ti porque creo que ya has escuchado suficientes cosas por hoy pero supóntelo.

Jaejoong asintió una vez más y giró la cabeza hacia el mostrador de la cocina con la esperanza de ver algo con lo que cambiar de tema. Tenía demasiadas cosas en que pensar y pocas ganas de centrarse en ninguna de ellas.

- ¿No terminaste de hacer de comer? ¿Te acobardaste a última hora? - le preguntó a Changmin viendo las verduras y los demás ingredientes desordenados en la encimera.
- ¡Claro que no! - respondió el chico levantándose de la cama y caminando hacia él – Me he rebelado, eso es todo. No soy tu cocinero así que, o ayudas o no comes.
- ¿Qué ha sido del guiso aleatorio Shim Changmin?
- Será guiso aleatorio Shim Kim.
- Suena bastante estúpido pero si se puede comer bautízalo como quieras.
- Si se puede comer o no lo sabremos dentro de un rato

Jaejoong puso las zanahorias ya cortadas en un pequeño cuenco y sacó la carne de la bandeja de plástico poniéndola sobre la tabla.

- ¿Cómo se corta? ¿A tacos? ¿A tiras? - preguntó a Changmin cogiendo el cuchillo del mostrador sin apartar la vista de la carne.

Changmin alzó la mirada dispuesto a responderle pero la impresión que le dio ver a Jaejoong con el cuchillo en la mano le hizo olvidarse de la respuesta. Agachó de nuevo la cabeza y tras tomar aire le respondió con tono resuelto.

- Ah, déjame eso a mí – dijo tomando el cuchillo de su mano tras pasar tras él – Puedes ir guisando lo que ya está cortado, si te parece.
- Claro...

Jaejoong tardó en relajar la mano tras desaparecer el cuchillo de entre sus dedos y  resopló suavemente con una sonrisa irónica mientras se apartaba. Changmin le miró automáticamente.

- ¿Qué pasa?
- ¿La pregunta es para mi? - preguntó Jaejoong acompañando la pregunta con el mismo tono de ironía – Bueno, lo entiendo.

Changmin le miró fingiendo no entender pero no se le dio bien.

- No voy apuñalando a la gente – dijo Jaejoong vertiendo las verduras en la sartén – A menos que me provoques y tenga que ponerte en tu sitio.
- No quería hacerte entender eso...
- Ya, querías que no me diera cuenta. En serio, da igual. Si cambiásemos los papeles yo a ti no te dejaría coger ni una cuchara.
- Pues con una cuchara también se puede matar a alguien – dijo Changmin con un acento que pretendía imitar al otro chico.

Jaejoong sonrió con disimulo. Lo había captado. Esa frase acababa de ponerla en boca suya con ese tono absurdo. A Changmin nunca se le había dado bien imitarle pero lo que le quería hacer entender ya estaba claro.
Si pensaba en todo lo que podía haber pasado durante el último año comprendía que debían ser muchas cosas las que había olvidado porque las sensaciones eran demasiadas y muy complejas como para ser producto de algo trivial entre ambos.

Empezó a remover con una cuchara el contenido de la sartén, disfrutando del sonido del borboteo del agua al mezclarse con el aceite caliente y del olor que desprendían las verduras al empezar a dorarse. Quería prestar atención a cualquier cosa que no tuviera que ver con nada de aquella tarde.
Aun no había mencionado su encontronazo con Yunho y la única utilidad que eso podía tener era la de informar a Changmin de que la policía llevaba una semana buscándoles por la ciudad. Pero suponiendo que eso ya lo habían dado por hecho y que actuaban teniéndolo en cuenta, no había nada esencial que decir.


jueves, 31 de enero de 2013

- Capítulo 17 -


Changmin avanzaba por la calle seguido de Jaejoong. Ambos caminaban a escasos palmos de las fachadas de los edificios buscando resguardo de la fina lluvia que caía. Tras el breve paseo desde el hostal entraron en una pequeña tienda de comestibles y tras saludar al dependiente que no alzó la mirada de su periódico comenzaron a echar un vistazo a los estantes llenos de comida.

Changmin se detuvo frente a unas bolsas que parecían bollos dulces y Jaejoong pasó a sus espaldas, avanzando hasta quedar al lado opuesto de los mismo estantes. Cogió cajas de algo parecido a galletas con nombres incomprensibles y las devolvió a su sitio antes de volver a coger algo distinto para hacer lo mismo.

- ¿No te decides? - preguntó Changmin cuando estuvo a su altura al otro lado del armario.

Jaejoong alzó la vista y cruzó la mirada con él lo justo como para que entendiera que le había escuchado. Acto seguido se encogió se hombros y soltó la bolsa que tenía en las manos.

- Me vale cualquier cosa ¿qué has cogido? – preguntó al poco mientras volvía al pasillo en el que se encontraba él.
- Galletas de chocolate – respondió Changmin alzando la bolsa
- Buena elección.
- ¿Y para beber?
- Lo mismo me da – dijo girándose para buscar el estante de las bebidas.
- ¿Leche caliente? - preguntó señalando con el pulgar una máquina de café situada junto al mostrador.

Jaejoong miró la máquina y se giró hacia él con el ceño fruncido.

- ¿Dónde tienes tú el gusto? Odio la leche caliente.
- Lo sé – añadió echando a andar en búsqueda de algún refresco.

Jaejoong volvió a seguirle con el ceño ligeramente fruncido mientras éste cogía una lata de color brillante de la nevera. Una vez habían vuelto a la calle Changmin alzó la mirada.

- Ha dejado de llover, se agradece.¿Qué te pasa? - preguntó al ver el gesto de Jaejoong que aun no se había borrado de su cara.
- Deja de vacilar.
- ¿Vacilar?
- Sí. Nos conocíamos y no me acuerdo, de acuerdo, te creo. Deja de demostrarlo.
- No pretendía molestarte... o vacilarte.
- Ya, me lo imagino.

Jaejoong le quitó la caja de galletas de las manos y se llevo una entera a la boca tras abrirla sin dejar de caminar esta vez liderando el paso. Clavaba la mirada en el suelo a pocos pasos de sus pies con las incesantes ganas de preguntar mil cosas chocando con su necesidad de parecer desinteresado ante Changmin. No quería darle a entender que se iba a tragar cualquier cosa que le dijera pero finalmente una pregunta rompió el silencio.

- Así que conoces a Yunho ¿no?
- Sí, sabes que sí – respondió Changmin con cierto cuidado.
- ¿Qué te ha hecho saber él? Sobre mí – pregunto Jaejoong sin dejar de comer galletas con tal de no mostrar demasiado interés.
- Nada importante. Sé que le evitabas cuando venía a visitarte. Terminamos hablando porque para él era otra forma de saber como estabas. Pero poco teníamos que decirnos -añadió agriando el tono de voz al final aun sin intención.
- No parece caerte bien – dijo Jaejoong girándose brevemente para mirarle, volviendo la mirada al frente con una mueca fugaz parecida a una sonrisa tras ver su gesto de incomodidad -  No, no te preocupes, a mi tampoco.
- Bueno... - empezó a decir Changmin comenzando a coger interés en la conversación -  Para un amigo que va a verte.

Jaejoong estuvo a punto de darle la razón pero tenía con qué responder a eso. Sonrió con un suave resoplido como si se riera de Changmin pero no se reía más que de sí mismo.

- Yunho – le nombró Jaejoong – Éramos... algo más que amigos, aunque no nado en recuerdos.

Esa era la parte ridícula. Lo que había habido entre ellos lo conocía pero ya no recordaba de su propia vida mucho más que psicólogos y paredes blancas.
Al no escuchar nada de parte de Changmin que esta vez reprimió un “lo sé” decidió seguir con el turno de palabra.

- ¿Te choca?
- No – respondió Changmin con la naturalidad que le facilitaba la sinceridad.
- ¿Te lo esperabas? ¿“Se me nota” o qué? - preguntó bromeando con la idea de ponerle en la situación de decir algo incómodo.
- No, no es eso.
- Lo sabías.
- Sí, lo sabía.
- ¿Te lo dijo? ¿Te lo dije yo?
- Me lo dijiste tú.

Se intercambiaron las últimas palabras como si se pasaran cartas sobre la mesa, de forma rápida pero no poco atenta.

- Qué necesidad tendría – dijo Jaejoong desacelerando la velocidad al hablar -  Podrías haber sido un homófobo como mi padre y aún así te lo dije. Que no me callo una ya lo sé yo.
- No sería para tanto... ¿no? - preguntó Changmin con el eco del último dato. Eso nunca lo había dicho.
- Pues, no lo sé – respondió Jaejoong girándose hacia Changmin para darle la caja de galletas, prefiriendo no ahondar en lo que acababa de decir – Pídemelas o no desayunas.


Dieron un rodeo hasta llegar de nuevo al hostal. Ninguno iba demasiado atento al camino que hacían de vuelta y ninguno lo mencionó mientras caminaba. Changmin se paró en una pequeña tienda de ropa que pareció cruzarse en el camino para recordar a ambos que habían viajado sin equipaje y aprovecharon para hacerse con algo de ropa. Al llegar a la habitación del hostal Jaejoong se sentó en la cama y volcó la caja de galletas sobre la palma de su mano haciendo caer la última.
Siguió a Changmin con la mirada mientras éste sacaba algunas de las nuevas prendas de las bolsas, quitándose la chaqueta y la camiseta con la intención de ducharse.

Las silueta de su cuerpo era totalmente armónica. Una espalda recta que que se curvaba suavemente antes de perderse en los vaqueros que combinaba de una forma perfecta con sus brazos, largos y marcados con unas suaves curvas que indicaban el camino de sus músculos desde el hombro hasta el codo, perdiéndose después en unos antebrazos de líneas suaves.
Cuando Changmin se giró hacia él tomando la ropa de la cama Jaejoong pudo ver que, entre las curvas que marcaban en su pecho el recorrido de sus costillas, había una cicatriz no demasiado larga pero hundida en la piel, como un surco oscurecido.

Desvió la mirada entonces a la caja vacía sobre sus manos. Si hubiera levantado la mirada se hubiera encontrado con la suya y lo sabía. Lo último que quería era mostrar interés por él después de la última conversación que había mantenido con él acerca de sus preferencias.

- Vaya cicatriz – dijo echándole otra vez un breve vistazo.
- Una vieja herida de guerra – respondió Changmin tras bajar la mirada a la cicatriz
- ¿Qué te pasó?
- Un... accidente.

Respondió con cuidado tomando aire y soltándolo largamente con un punzada de dolor en el pecho. Había olvidado aquella herida y que nunca había dejado de doler pero había estado tan ocupado las  últimas semanas que había pasado a ignorar lo que sentía en su propio cuerpo.

- ¿Un accidente dices?
- Algo así como una pelea.
- Saliste perdiendo por lo que veo – dijo Jaejoong señalando nuevamente la herida con un golpe de vista.
- Desde luego, él ni se acuerda.

Jaejoong le miró. Ese era el tipo de expresión que, insinuando algo, no llevaba a ninguna parte. Era una forma de atacarle aún cuando Changmin le aseguraba no estar haciéndolo cada vez que le recordaba su ignorancia acerca de todo lo que le concernía.

- Tal vez sí ¿no le devolviste ni una? - prosiguió Jaejoong sin intención de jugar con una muy probable indirecta.
- No le culpo, no fue su intención – dijo echándose la ropa al hombro - Puedo decir que esta herida me la hice yo.
- ¿Asumes mejor tus derrotas echándote la culpa?
- Eso creo – resumió Changmin antes de dirigirse al baño cerrando con suavidad la puerta a sus espaldas.

Jaejoong le siguió con la mirada desviándola de nuevo cuando Changmin se giró para cerrar la puerta.
Debía sentirse molesto, como tantas otra veces en los último días, tener esa sensación de haber sido puesto en evidencia en una conversación que desde fuera podía haber parecido simple, pero no era ese sentimiento el que le rondaba la cabeza tras escuchar la puerta del baño cerrarse.
La imagen de su cuerpo se había quedado grabada en su cabeza. Le había llamado la atención como una novedad pero a la vez le había resultado familiar. Le había gustado verle e incluso le había apetecido tocarle, notar que tacto tenía lo que veía.

¿Eso estaba bien? Ya sabía que Changmin sabía de sus preferencias con los chicos y eso no parecía molestarle o incomodarle. Pero quizás era porque nunca antes había mostrado interés hacia él y nunca le había puesto en el aprieto de tener que evitarle. Si ahora le miraba demasiado o, sobre todo, de otra forma, podía alejarse de él dejándole sin ayuda.

Jaejoong torció el gesto y empezó a desgarrar el cartón de la caja de galletas.
Pero ¿y si ese atracción estaba ahí desde mucho antes? Quizás a Changmin nunca le había importado tenerle detrás o suscitarle interés.
Fuese como fuese lo más conveniente era no mirarle de más. Además ¿por qué tenía que darle tanta importancia? Era un chico atractivo, eso no se podía negar y no tendría por qué suponerle una gran sorpresa que alguien le mirase al darse cuenta.
Tenía cosas más importantes en las que pensar.

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Changmin aparcó la mirada en el plato de ducha dejando que el  incesante chorro de agua caliente chocara contra su nuca. Jaejoong había recordado que Yunho y él habían sido algo más. Siempre se había negado a verlo aun teniendo leves recuerdos con él por los que poder empezar a recordar. Su relación con Yunho había sido, al igual que el asesinato de su padre, algo que se había negado a recordar. ¿Qué conexión había? ¿Había sido ese el desencadenante? Tras decir que su padre era homófobo se había negado a seguir con la conversación y la había desviado sin darle importancia.

Había recuerdos sobre ello en su cabeza directamente relacionados con su relación con Yunho. Huía de sus recuerdos, los temía. Parecía no saber lo que quería. En su memoria había atisbos de recuerdos esenciales para su recuperación. Era lo que siempre había estado deseando saber, que había pasado años atrás porque esa era la llave para salir del centro. Ahora que era libre su cabeza parecía más dispuesta a recordar y él menos. Jaejoong tenía miedo y no era el único.

Si recordaba que había asesinado a su padre se acabaría la calma que le brindaba la ignorancia. Había dejado de huir, confiado. Parecía no temer ser encontrado porque no se imaginaba siendo buscado por la policía.

Cerró el grifo y resopló intentando echar junto al aire algo del peso de sus preocupaciones.
No sirvió.

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Flashback

Jaejoong apartó los pies de la pared y se levantó de la cama. Llevaba cerca de una hora mirando el techo de su habitación. Tenía la intención de bajar las escaleras en busca de sus padres para decir algo. No es que pensara que iba a hacer una declaración inesperada pero dar el tema por sabido y buscar una discreción innecesaria cada vez le resultaba más estúpido.

Su padre llevaba cerca un año ignorando su afinidad con el chico que más de una vez había pasado la tarde en casa. Llamaba  a su hijo para que saliera de la habitación cuando opinaba que llevaba demasiado tiempo encerrado con aquel chico, pidiéndole hacer cualquier cosa inútil con tal de interrumpir en el momento adecuado y evitar que sucediera algo que “no debía suceder”.

Jaejoong sabía que cuando se lo dijese no le iba a sentar demasiado bien pero no podía sino lanzarse a la ventura de sincerarse. Bajó hasta la mitad de la escalera y se detuvo asiendo con fuerza la barandilla. Repasó lo que tenía que decir, las palabras correctas, las adecuadas, pero cada vez que las repasaba le parecían más equivocadas y volvía a retocarlas. Se había convencido, y entendía, que no había nada de malo en sentir lo que sentía pero una ola de vergüenza le invadía cada vez que repasaba el comienzo de la conversación.

“Papá, mamá, me gusta una persona, yo le gusto y no se trata de una chica.”

Frase clara pero no demasiado directa. Ninguna palabra que pudiera asustar u ofender al hacerla sonar. No se imaginaba la primera contestación. Estaba seguro de que su madre, sumisa, esperaría a que su marido reaccionara antes para, de esta forma, procurar no diferir demasiado de su opinión. Si la primera reacción de su padre fuera un silencio, insistiría con una pregunta que no implicara retarle a aceptarlo sino, más bien, algo así como pedirle su opinión.

“Quería que lo supierais y, sobre todo, saber que pensáis”

Tomó aire y lo soltó largamente sin alterar apenas el silencio que había mantenido. Sus dieciséis años no le ayudaban a estar seguro en un momento así.
Bajó el último tramo de escaleras y avanzó por el pasillo. El golpeteo de la hoja de un cuchillo sobre una tabla de picar le llevó hasta la cocina. A unos pasos de la puerta pudo ver a su padre junto a una taza humeante, probablemente de café, con la mirada clavada en un artículo del periódico. No veía a su madre pero sin duda preparaba la comida en el mostrador que el hueco de la puerta no mostraba. Carraspeó desde su posición para no hacerlo al entrar y acto seguido dio los últimos pasos hasta entrar en la cocina. Su madre se giró brevemente y le dirigió una sonrisa más educada y cordial que cariñosa. Su padre no levantó la vista.

- Papá, mamá...

Su voz sonó más débil de lo que había pretendido.

- Tengo... -tragó saliva y carraspeó aun habiendo procurado no hacerlo – que deciros algo.

Pensó que el sonido del cuchillo aún golpeteando la madera había bastado para ahogar su voz pero su padre habló.

- No es necesario.

Jaejoong le miró y no recibió su mirada de vuelta.

- ¿No es necesario? - repitió Jaejoong a falta de palabras propias con las que retomar su declaración.
- Olvida el tema – zanjó su padre tensando las hojas del periódico con una hábil sacudida.

El chico volvió a tragar saliva y su garganta volvió a hacerle carraspear. Parecía que se había quedado sin voz en un instante. Miró a la espalda de su madre y agachó la mirada.

- ¿Cómo que olvide el tema? - preguntó finalmente y esta vez su voz empezó a exigir atención.
- No lo permitiré.

Su padre, colmado de serenidad, volvía a responder a su pregunta con una respuesta que parecía querer poner el punto final a la conversación. Jaejoong volvió a preguntar sobre su última contestación esperando recibir una respuesta acorde.

- ¿Qué no permitirás?
- Que mi hijo se convierta en un maricón como si ya no quedasen mujeres en este mundo.

La voz serena de su padre adquirió un tono tenso, crudo, y, a pesar de lo que Jaejoong había esperado, no acababa de sentir miedo por su respuesta. Su ceño se frunció momentáneamente mientras la persona que aun se ocultaba tras el periódico ponía en evidencia que no estaba por colaborar en una conversación considerada.

- No vuelvas a verte con ese tío.

Una orden. Ya había dejado claro lo que pensaba, pero solo él.

- Mamá...

Su madre no contestó, sabía que su marido hablaría antes.

- No la metas a ella. Esto es entre hombres, si es que tú lo sigues siendo.

El pecho de Jaejoong se llenó de aire y entonces su voz sonó tan tensa como clara.

- Más de lo que lo eres tú.

Su madre se giró por primera vez pero no le dio tiempo a intervenir. Su marido dejó el periódico en la mesa soltándolo con una brusca sacudida y se puso en pie haciendo chillar el suelo bajo las patas de la silla. Se enfrentó a su hijo dejando entre ambos no más de un par de palmos de distancia e hizo retumbar su voz por primera vez.

- ¡Demuéstramelo!

Jaejoong comenzó a soltar el aire apenas habiéndolo tomado. Apretaba los dientes tras sus labios sellados y su ojos, enmarcados por un ceño fruncido, miraban con odio. Había barajado la posibilidad de que su padre reaccionara bruscamente pero la había desechado para no atemorizarse y acobardarse. Pero no sentía miedo, el sentimiento que hacía temblar sus puños cerrados no era miedo.
Su padre continuó devolviéndole la mirada y con un firme empujón contra su hombro volvió a intervenir.

- ¡Demuéstramelo! ¡Trae a una condenada mujer a esta casa y no a ese marica! ¡Haz lo que te toca hacer!

El calor llenaba el interior de Jaejoong que recibía por parte de aquel tipo un nuevo empujón con cada comentario.

- ¡¿Acaso has llegado si quiera a probar una?! ¡¿De donde cojones has sacado la puta idea de que te den por el culo?! ¿Más hombre que yo?

Notaba aquella mano una y otra vez contra su pecho, haciendo hervir el trozo de piel que golpeaba.

- Maldito cabrón... - dijo Jaejoong masticando las palabras en un volumen diez veces inferior al suyo.

Jaejoong vio un puño alzándose frente a él y un instante después escuchó retumbar es sus oídos el sonido de un golpe contra su mandíbula. Cayó al suelo. Una mujer paraba a su padre o lo intentaba.

- ¡Cariño! No, por favor... - le pedía haciendo el amago de sostener su brazo para que no volviera a alzarlo.
- ¡No le defiendas! - tronó la voz masculina una vez más - ¡¿Es que no le escuchas?! ¡Además de maricón se piensa que puede hablarme como le salga de los cojones! ¡¿Quién se cree que es este hijo de puta?!

Jaejoong tragó saliva. Un toque a sabor metálico bailaba en su boca. Se puso en pie y se posó con suavidad la manga en la boca. Miró la pequeña mancha que había dejado en la tela. Ladeó una sonrisa. Algo se había liberado en él. Aquel golpe acababa de tirar abajo un muro de contención, el que le contenía a si mismo. No entendía por qué pero sintió un extraño placer.

- ¿Sonríes? - preguntó su padre sonriendo con ironía, riendo levemente sin poder ocultar su rabia – Niñato engreído ¿quieres otro?

Jaejoong alzó la mirada hacia él y en un acto de rebeldía asintió. Su padre perdió la sonrisa y no pudo alzar apenas el brazo dispuesto a asestar un segundo puñetazo cuando los brazos de su mujer intentaron, al menos, dificultarle la acción. Jaejoong se apartó. Llegados a ese punto quería provocarle pero no recibir golpes para el desahogo de aquella persona. Se alejó un par de pasos de su padre pero este se deshizo sin esfuerzo del agarre de la mujer, apartándola con brusquedad para coger a su hijo por la camiseta y llevarlo a dar de espaldas contra el mostrador.

Veía sus ojos, sus ganas de golpearle, de dejarle claro que era él quien mandaba en esa casa. Y entonces fue cuando las yemas de sus dedos, con las manos en el mostrador, palparon el mango del cuchillo. Automáticamente su mano se cerró sobre el plástico y tras un rápido giro de muñeca la hoja del arma fue a desaparecer con una solicitada puñalada en el costado de su agresor.

Un grito desgarrador sonó tras ellos y la mirada clavada sobre él perdió fuerza en un instante. Soltó su camiseta y, como un muñeco de trapo, se desplomó haciendo retumbar su cuerpo contra el suelo. El cuchillo, aun en la mano de Jaejoong, brilló en su color carmín reflejando la luz de la ventana. A sus pies su madre lloraba desesperada mientras luchaba por marcar sin error las teclas del teléfono tras hacerlo rodar por el suelo en un intento de cogerlo a toda velocidad antes de arrodillarse junto a su marido.

Pero todo eso daba igual, lo que acababa de suceder había sido tan solo una fantasía. Aun debía estar en las escaleras, repasando su diálogo para lograr mediante la labia la aceptación de su padre.

Caminó hacia el pasillo, abrió la puerta de la calle y se sentó en el banco del porche.
Nada había pasado.

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A los pocos días habían perdido la cuenta de cuanto tiempo había pasado desde la noche de la huida. No más de una semana pero lo suficiente como para ir pensando en cambiar de hostal. Se habían propuesto no pasar demasiado tiempo en el mismo lugar.

- Podemos coger el metro y buscar en esta parte de la ciudad – dijo Changmin con el plano de las líneas de metro abierto entre ambos, sentados en la misma cama - Seguiríamos estando en las afueras.
- ¿No deberíamos alejarnos más? - opinó Jaejoong girando el plano para verlo desde la perspectiva de Changmin.
- Quizás eso es lo que se espera que hagamos, que vayamos de ciudad en ciudad – intervino Changmin recorriendo con la mirada la líneas de distinto colores – Pero estando en los barrios de las afueras quizás es menos obvio y más discreto.
- Tal vez.
- Sí, tal vez. Puedo estar diciendo una cagada enorme ¿No me vas a debatir? Creí que eras tú el espabilado.
- Y lo soy – le aseguró Jaejoong procurando no sonreír. No había dejado de disfrutar con sus propios comentarios – Te dejo opinar porque eres el del dinero. Si eso no fuese así te habría dejado colgado ya en el aeropuerto.
- Lo tendré en cuenta – dijo Changmin apretando los labios en una sonrisa torcida.
- Lo tendrás en cuenta – repitió Jaejoong asintiendo con las comisuras de los labios bajadas en un gesto sobreactuado.

Changmin alzó la mirada hacia él y rió en silencio.

- Desde luego.
- Me conviene cambiar de tema – dijo Jaejoong haciendo sonar una suave risa mientras hablaba.
- Te conviene cambiar de tema -  repitió Changmin mientras asentía imitando su gesto anterior.

Jaejoong le miró y rió con aire de molestia.

- ¡No me imites! No uses mis tácticas.
- He tenido tiempo para aprender de ti ¡Te estoy devolviendo un poco! - dijo Changmin poniendose en pie yendo en busca de sus cosas -A las diez tenemos que dejar la habitación así que...
- Eso no se aprende. Con esta actitud se nace – le aseguró Jaejoong bailando las palabras con un tono de entendido – Lo tuyo es una burda imitación.
- Te has picado ¿eh? - dijo Changmin volviéndose hacia él con una sonrisa acompañada por una mirada entornada.

Jaejoong resopló sin dejar de sonreír. Estaba picado pero con ganas de buscar la diversión en la derrota del otro. Necesitaba la respuesta adecuada y no se le ocurría ¿Estaba desentrenado? Si era así tenía otras forma de contraatacar. Desde luego no sabía quedarse sin responder. Se giró con la aparente intención de coger su mochila de la cama pero cogió la almohada de la cama por el extremo.

- ¿Esto es tuyo? - preguntó fingiendo ver algo entre su ropa que no parecía pertenecerle.
- ¿El qué? - preguntó Changmin relajando el gesto al inclinarse para mirar por un lado del otro chico.

Morder el cebo no le dejó sin trampa y un almohadazo fue a parar contra su cara. Se tambaleó un poco a pesar de ser un golpe de algodón y tela y se pasó ambas manos por la cara escuchando una carcajada al otro lado. Al descubrir de nuevo su cara pudo ver a Jaejoong expectante, mirándole con  una sonrisa descarada que denotaba triunfo.

- Bien – dijo Changmin luchando por no reír mientras daba unos pasos hacia su cama.
- ¿Bien? - repitió Jaejoong sin poder dejar de sonreír.
- Bien – repitió Changmin a modo de respuesta.

Entonces se giró almohada en mano dirigiéndole un ataque que el otro chico vio venir. Ambas almohadas se chocaron en el aire y tras este primer golpe empezó la verdadera guerra.
Jaejoong alzó su almohada llevándosela hacia la espalda y Changmin, haciendo lo mismo, se le adelantó devolviendo finalmente el primer ataque.
Se atacaban, vengaban los golpes que recibían el uno del otro y reían. No había entonces algo más importante que reírse a costa del otro y, a la vez, escucharse mutuamente reír entre fingidos alaridos de dolor.

- ¿Quieres más? - gritó Jaejoong en pie sobre la cama – Venga, tu pones la cara y yo la almohada.
- ¡Baja de ahí! ¡Cobarde! - rió Changmin golpeando sus piernas con la almohada y agachándose tras hacerlo para esquivar la almohada de Jaejoong.
- ¡Sube tú si tienes lo que hay que tener! - le retó Jaejoong asestando en su espalda un golpe que hizo saltar las costuras de la almohada.

Una nube de plumas desiguales flotó frente a sus ojos y Changmin, entre todas ellas, encontró su cara de desconcierto. Rió, llenó la habitación con una sonora carcajada.

- Mierda – murmuró Jaejoong soltando una suave risa al escuchar su carcajada.
- ¡Desarmado! - sentenció Changmin quitándole de un tirón la almohada y sacudiéndola en el aire para vaciarla de plumas - ¡Fin de la batalla!
- ¡No! ¡No te adelantes!

Changmin alzó los brazos con su propia almohada sostenida entre ambas manos como si sostuviera un cinturón de lucha libre.

- And the winner is... ¡Changmin! - dijo imitando seguidamente la ovación de un público inexistente alrededor de ellos.

Jaejoong rió tras el negando con la cabeza y cuando Changmin le dio la espalda enseñándole el premio a la audiencia se lanzó sobre él con un perfecto placaje que lo llevó de cara al colchón de su cama. Jaejoong cayó sobre él y no tardó más de un segundo en abrazar la almohada antes de hacer por retirarse de su cama pero la mano de Changmin sujetó su tobillo no dejándole más opción que la de intentar huir bajando de la cama con las manos por delante.

- ¡Suelta o te la llevas! - le amenazó Jaejoong con serias dificultades para darle con la almohada que ahora solo le complicaba la huida.
- ¡Dame mi almohada! - le exigió terminando por pellizcar solo el bajo de sus pantalones cuando la espalda de Jaejoong termino por posarse en el suelo.
- ¿Cuál? ¿Esta? - preguntó Jaejoong dándole un nuevo almohadazo mientras usaba el pie libre mantenido contra el filo del somier para impulsarse hacia atrás.

Changmin soltó el filo de su pantalón pero solo para ponerse en pie y cogerle firmemente por encima del tobillo.

- ¡Se acabó! ¡Fuera de mis dominios! - dijo con una voz propia de alguien que le doblaba en edad mientras le arrastraba en dirección a la puerta.
- ¡No! - gritó Jaejoong no acertando a darle con la almohada mientras se agitaba luchando porque su camiseta no se subiera dejando su espalda contra el suelo - ¡Dios!¡Que frío está el suelo! ¡Suelta o me defiendo!

Changmin rió y al girarse hacia él un tercer pie se mezcló con los suyos haciéndole caer al suelo. Jaejoong se sentó con una carcajada para mirarle y cuando Changmin le devolvió la mirada su sonrisa de difuminó.
No era la primera vez que pasaba algo así, la escena era demasiado familiar. Se conocían desde hacía tiempo y en ese momento, justo en ese momento, acababa de notarlo. Le era conocida la situación igual que le había sido conocida su risa a pesar de no haberle vuelto a escuchar reír así desde que volvió en sí. Nada era nuevo y a la vez todo lo era porque empezaba a recordar. No eran recuerdos claros, pero eran imágenes y sensaciones que, entonces, no valían menos.

- ¿Te rindes? - preguntó Changmin para llamar su atención. Le veía perder la mirada y sumergirse en sí mismo. No sabía si eso había dejado de ser malo.
- ¿Qué?

Changmin se acercó para sentarse algo más cerca de él y le arrebató la almohada sin esfuerzo.

- ¿Acabas de hacer un viaje astral o qué? - bromeó para sacarlo de su ensimismamiento.
- Algo así – respondió Jaejoong sonriendo levemente – Menudas islas...

Changmin rió y miró a su alrededor antes de hablar.

- Recojamos nuestras cosas y salgamos corriendo después de entregar la llave de la habitación. Nos nos conviene estar aquí cuando vean como hemos dejado esto.
- En eso estamos de acuerdo – dijo Jaejoong poniéndose en pie.

Ambos recogieron sus cosas aun dejando escapar alguna sonrisa mientras esquivaban las plumas que adornaban el suelo.

- ¿Nos quedamos en las afueras entonces? - preguntó Jaejoong – La conversación acabó en una batalla más que en una decisión.
- Bueno, puesto que he ganado yo podemos probar mi plan. Si a la próxima sales victorioso serás tú el que decida que hacer.
- ¿Tienes intención de que vayamos de hostal en hostal cargándonos almohadas para tomar decisiones?
- ¿No te gusta la idea? No me extraña, eres bastante malo en las peleas – le picó Changmin una vez más cerrando la cremallera de la mochila y echándosela al hombro.
- Cuida lo que dices – le amenazó Jaejoong con chulería – No quieras ver mis verdaderas habilidades. Soy un peligro y si me conoces... tienes que saberlo.

Se echó la mochila al hombro y se dirigió hacia la puerta seguido por Changmin.

- Pero... -  le dijo Jaejoong una vez en el pasillo y se acercó a él alzando una mano a la altura de su cabeza provocando que Changmin cerrase los ojos. Jaejoong rió – No te voy a hacer nada. Lo que te iba a decir es que al menos mantuviese la discreción.

Jaejoong retiró la mano con una pluma pellizcada con los dedos.

- Si te llevas la almohada en la cabeza será muy fácil que nos pillen.

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El día fue largo. Cuando pisaron la ciudad no fue Jaejoong el único que se sintió expuesto. Llevaban  tiempo sin mezclarse con la multitud y cambiaban de dirección cuando veían a algún agente de policía. Ninguno de los dos lo dijo pero ambos iban disimulando la misma intención. No fue por otro motivo que les resultó fácil evitar a las autoridades sin tener que dar explicaciones al otro.

Parecía que la calle les enmudecía. Andaban atentos a todo, cada uno absorto en sus propios pensamientos y solo cuando el metro les obligaba a sentarse el uno junto al otro se cruzaban palabras de cualquier tema de poca importancia.
La persona que roncaba frente a ellos en el vagón era una buena oportunidad para reír y fingir despreocupación y les hacía parecer dos chicos de camino a casa tras salir de clase.
Nadie podía imaginar lo complejas que eran sus vidas y lo poco usuales que eran sus problemas.

Cuando volvieron a salir a la superficie caminaron una vez más sin saber a donde ir. El objetivo de buscar un nuevo sitio en el que pasar las noches al menos les mantenía ocupado. Tantas horas muertas en la habitación del hostal en el que se habían hospedado durante casi una semana les habían llevado a pensar demasiado. Necesitaban olvidarse de haber escapado, de estar huyendo y vivir de la forma que se les ofrecía.

No podían ignorar su situación como si nada hubiera sucedido pero vivir como fugitivos no podía ser todo.


- ¿Vamos aquí? - preguntó Jaejoong parándose unos pasos tras Changmin mientras ojeaba uno  de tantos panfletos de publicidad que llevaban encima – Tiene buena pinta. Son habitaciones con cocina además de baño. Bueno... si se puede llamar cocina a lo que sea que tengan.

Jaejoong alzó el papel y Changmin se acercó para cogerlo. Lo ojeó y tras unos segundos empezó a asentir de forma discreta y constante.

- Me gusta – dijo mirando a Jaejoong y asintiendo con más firmeza - ¿Vamos?
- ¿Me estás haciendo caso? - dijo Jaejoong sonriendo.

Changmin le miró y tras devolverle el papel le respondió.

- Es hora de hacerte un poco de caso y no tratarte como al enano que pareces. Te estás convirtiendo en todo un hombre.

Jaejoong sonrió al escuchar su tono burlón y rió para sí sin intención de contestarle. Estaba olvidando por momentos que huían y comenzaba a disfrutar de sus experiencias fuera de su jaula. No sabía cuanto iba a durar aquella paz pero no quería pensar demasiado en ello.

No conociendo el fin era como si no lo hubiera.