domingo, 11 de noviembre de 2012

- Capítulo 16 -

Jaejoong se acercó a la puerta y apagó la luz de la habitación.

- Escucha – susurró a Changmin sin dejar de darle la espalda – Sígueme de cerca una vez hayamos salido de la habitación. La llave la llevo en mi bolsillo. Como tosas o estornudes te acuerdas de mi ¿comprendes?

Changmin asintió musitando suavemente y aguantó la respiración unos instantes cuando Jaejoong giró el pomo de la puerta. Abrió la puerta lentamente, lo justo para poder asomarse y, tras echar un vistazo, le indicó que le siguiera.
Así lo hizo, cerrando la puerta tras de sí y siguiéndole en el máximo silencio que podía.
Jaejoong se detenía intermitentemente, tras dar varios pasos, contenía su propia respiración a la escucha de pasos ajenos y, entonces, volvía a reanudar el paso.

Al llegar a la primera cámara de vigilancia se detuvo y, tras señalarla con un golpe de vista, susurró a Changmin con una voz casi muda.

- Algunas no hay forma de evitarlas… reza porque no estén mirando los monitores…

Continuó avanzando, mirándole a veces de reojo y cambiando de dirección sin dudar. Se conocía el edificio aun mejor de lo que esperaba pero Changmin no esperaba alejarse así de la puerta de salida.

- Eh… la salida no es por ahí…

Jaejoong se paró en seco al oír unos pasos, lentos, acortando distancia con ellos. Tanteó el pomo de la puerta que estaba a su lado y la abrió con cuidado, indicándole a Changmin que le siguiera una vez más.

- Cierra – le pidió Jaejoong – Y no enciendas la luz.
- De acuerdo…- susurró Changmin intentando ver con la escasa luz que entraba desde fuera
- Jae…
- Hay más puertas para salir… esto es una llave maestra, no pensaba salir por la puerta de principal como un señor…”caballeros, nos vemos”… - dijo con gesto de estirado – Desde luego sin mí no ibas a ir muy lejos ¿no crees?


Changmin no respondió. Se había quedado mirando a la figura que estaba sentada en el borde de la cama de aquella habitación. Permanecía inmóvil y no podía distinguir si sus ojos estaban abiertos. Si pudo clarear que se trataba de una persona bastante mayor, encorvada levemente sobre si misma. Jaejoong se unió a su expectación al darse la vuelta, acercándose al hombre con mucho cuidado.

- ¿Qué haces? Jae…

Jaejoong se inclinó echándole un vistazo a la persona que ni siquiera sabía que estaban allí y, torciendo una sonrisa, susurró de nuevo.

- Está dormido.


Changmin resopló y se acercó a la ventana de la habitación. La abrió con mucho cuidado y se asomó.

- Podríamos usar las ramas como puente hasta el muro… pero no tienen pinta de aguantar mucho peso…
- Menos el tuyo – añadió Jaejoong acercándose. Apoyó las manos en el poyete y se asomó – Se parte la rama, nos matamos y fin de la gran aventura .
- Nos encontrarán aquí, nos enterrarán en el bosque para que la historia no perjudique la imagen del centro y como si nada - añadió Changmin – No es mal plan.

Jaejoong rió en silencio sin poder evitarlo y, frunciendo el ceño, se apoyó el dedo índice sobre los labios. Changmin sonrió y se quedó mirándole. La luz de la ventana hacía parecer que lo único que existía era él. Deseó parar el tiempo y no estar viéndole así en una contrarreloj.

- Vamos… - indicó Jae girándose sobre si mismo y ahogando un grito al sobresaltarse – J-joder…

Changmin se dio la vuelta bruscamente y vio al hombre en pié, aun con la cabeza agachada.

- Tranquilo Jae… - dijo acercándose a la puerta de nuevo sin apartar la vista de aquel personaje – Es sonámbulo…
- Será… - coincidió Jae humedeciéndose los labios que aun le temblaban por el susto llevado.

Sonrió de nuevo, esta vez con flojera y se interpuso entre Changmin y la puerta decidido a fiarse más de sus propias habilidades que las de él a la hora de avanzar.
Entreabrió la puerta y tras cerciorarse de que al pasillo estaba despejado salieron de nuevo. Bajaron las escaleras hasta la planta baja y Jaejoong los dirigió directamente hasta la puerta de la cocina.

Una vez dentro cruzó la cocina a paso ligero y se paró frente a la puerta que daba al patio. La abrió con el mismo cuidado que la puerta anterior y salió mirando desde fuera a Changmin con impaciencia. Éste salió tras él y se encargó él mismo de dejar la puerta cerrada a sus espaldas.

- Ahora viene lo difícil – susurró Changmin mirando los muros que delimitaban la parcela – Para salir afuera ya no hay puertas auxiliares…
- Ya me he dado cuenta – cortó Jaejoong mirando a su alrededor – Habrá que salir por adelante…
- Siento no tener ideas…
- No esperaba que las tuvieras. Es más, pensaba irme sin ti. – dijo sin darle importancia – Vamos allá.
- ¿Pensabas irte sin mí?
- Era broma. Sígueme.
- Ya…

¿Lo decía en serio? No es que hubiera tenido confianza en que Jaejoong tuviera preferencia en salir de allí con él pero oírselo decir rozaba lo cruel. Intentó no dejarse entretener por pensamientos de última hora y siguió a Jaejoong mientras bordeaba el edificio hasta la parte de delante, haciendo el camino más largo al usar el muro exterior como guía hasta la puerta.

- Espero que esta llave sea tan maestra como dice ser… - comentó Jaejoong por lo bajo señalando la verja metálica – Si esa puerta no se abre, se nos acabó la historia.


Para Changmin era peor aun. Si se descubría que quería salir y que la única razón por la que se encontraba allí era Jaejoong, y no ningún motivo clínico, perdería la oportunidad de estar allí como paciente y, por lo tanto, el contacto con Jaejoong.

- Espera aquí -  le indicó a Changmin – Compruebo si abre y si es así me sigues.


Changmin se quedó oculto tras los árboles soñando con ver la verja abierta. No tuvo que llorar ninguna derrota. La verja se abrió bajo las órdenes de la llave y Jaejoong abrió una de las hojas lo suficiente para permitirles salir. Un susurrado “vamos” tiró de Changmin hacia fuera y cerraron nuevamente la verja, apartándose ambos después a un lado.

Se hizo el silencio y en poco el chapoteo de las gotas que comenzaban a caer desde el cielo lo aplacó sin discreción. Changmin movió sus pies sobre la tierra húmeda del suelo mientras la lluvia se hacia más intensa por segundos y se giró hacia Jaejoong para sugerirle el siguiente paso en la escapada pero éste, con la cabeza agachada, se hallaba inmerso en sus pensamientos. Intuía su mirada perdida bajo su flequillo mojado.

- Jae… ¿Estás bien?.
- Estoy fuera… - dijo Jaejoong empezando a dejar escapar una sonrisa difícil de entender.
- Eso es bueno ¿no? No nos ha costado demasiado… Bueno, aun no ha acabado, tenemos que alejarnos de aquí, antes de que pase la siguiente guardia y se den cuenta de que no estamos.
- Alejarnos de aquí. Ésa es la parte que más me gusta, elegir a donde ir – dijo perdiendo la sonrisa a la vez que alzaba levemente la mirada – Ridículo ¿no?
- ¿Qué es ridículo?
- Estar aquí de nuevo mañana…
- Ven conmigo si no sabes a donde ir.
- Tú también estarás aquí mañana.

Changmin se giró un momento mirando a su alrededor antes de mirarle otra vez y alzó la voz lo justo para salir del susurro.

- Y una mierda. La vida me ha dejado sin familia pero a cambio tengo el dinero necesario para desaparecer. Si vienes conmigo, te aseguro que mañana nadie sabrá donde estás.
- ¿Por qué insistes en ayudarme?
- Te debo una, y de las gordas. Me habría tirado desde la ventana de mi habitación hace tiempo si no fuera porque tú me paraste los pies.
- Te ibas… a tirar… por la ventana… - repitió Jaejoong volviendo a aquel atisbo de recuerdo que le rondaba la cabeza desde antes de salir de su habitación.
- Si… bueno, no estaba en mi mejor momento y… se sabe que hay veces en las que… Oye, no pierdes nada. Si quieres no me creas, pero sígueme y deshazte de esta vida de mierda. Solo tienes que venir conmigo, aceptar mi ayuda. Ahora mi propósito es ver que tan lejos puedo llegar. No es mal plan y seguro que no tienes ninguno mejor si tras salir de este pozo te has quedado parado.

La lluvia no había dejado de tomar fuerza durante los últimos minutos y ahora continuas hileras de agua caían sobre ellos. Jae se pasó el dorso de la mano sobre la frente apartándose el pelo y miró a Changmin.

- Vamos – dijo con forzada firmeza – Dime por donde empezamos…
- A cinco minutos de aquí hay una parada de taxi. Nos puede llevar  hasta la estación de tren. Allí cogeremos el primer tren que salga, cuanto más lejos mejor. Por el camino decidiremos que hacer – propuso Changmin comenzando a andar con decisión.
- ¿No es más fácil ir en avión? No sé… - empezó Jaejoong echando a andar junto a Changmin.
- Si dan la voz de que nos hemos escapado no podremos salir en avión ya que ahí tenemos que mostrar nuestra documentación y eso sería como decir “nos habéis pillado”.
- Pero aún estamos a tiempo. En veinte o treinta minutos llegamos al aeropuerto y cogemos el vuelo que salga, sin importar a donde.
- Bueno… tú decides, hasta ahora no nos ha ido mal con tus ideas… Pero hay que darse prisa… ¡taxi! Corre!


Changmin echó a correr al ver un taxi en la parada aun a la distancia suficiente como para que alguien se les adelantara. Jaejoong echó a correr tras él sin intención de evitar ningún charco. Cuando llegaron al coche habiendo frenado demasiado tarde, entre salpicaduras y malos modos al abrir la puerta, ambos subieron al taxi bajo la mirada del conductor que les miró a través del retrovisor con cara de pocos amigos.

- Lo sentimos por el barro – se disculpó Jaejoong.
- Se lo compensaré en la propina – añadió Changmin – Al aeropuerto por favor.

El conductor arrancó el coche sin añadir más y Changmin dejó caer la espalda contra el asiento. Jaejoong lo había hecho justo antes que él y ya había perdido la mirada en el paisaje que veía a través de la ventana. Lo que veía era como su vida. Podía ver un cúmulo de cosas; calles, árboles, edificios, luces, personas y, al igual que sus recuerdos y sentimientos, se veían borrosos, no podía ver nada con claridad, aunque intuía que estaban allí. Al igual que no distinguía las caras de las personas que pasaban por la calle, no reconocía el sentimiento por las personas que habían pasado por su vida. Al igual que podía imaginar las arrugas en el rostro de una persona a través de la lluvia intuyendo su avanzada edad por un bastón, imaginaba el sentimiento que debía sentir por aquel chico que había estado visitándole en el centro intuyéndolo por los años que llevaba conociéndole. Pero no veía esas arrugas y no tenía esos sentimientos.
No sabía a donde iba, solo sabía donde no quería estar. Quería empezar de nuevo, cambiar su suerte, recordar su vida.
Entre los muros del centro psiquiátrico era capaz de no creer en su locura, sintiéndose apresado sin motivos y rodeado de locos que juraban ver monstruos bajo la mesa del comedor, pero estando fuera solo podía compararse con gente de apariencia sencilla, yendo a trabajar, estresados por cualquier cosa, riendo de cualquier broma, compartiendo experiencias, recordando momentos. Enfadados, alegres, nerviosos, estresados, pero todos con una cordura que ya no se aplicaba a sí mismo.
¿Tan diferente era a esos chicos cuya única preocupación era tener dinero para la gasolina o la búsqueda de la aprobación de sus padres ante lo que hacía para poder salir con los amigos a la noche?

Escondió las manos dentro de sus mangas mojadas y se mordió los labios, el corazón se le encogió en el pecho y unas gotas que no provenían de su pelo cayeron por sus mejillas. No sabía, de todo lo que había olvidado, que era lo peor. Sus padres no habían ido a visitarle en tres años y no sabía que recordaba de ellos, de Yunho solo sabía su rencor por algo que no podía evitar, y del chico que ahora estaba sentado a su lado no sabía nada.
¿Realmente le había salvado la vida? Y si era así ¿Hasta donde iba a serle devuelto el favor? ¿Hasta cuando iba a estar agradeciéndoselo con su ayuda? Apartó la mirada de la ventana y miró hacia el chico con la sensación de haber estado pensando en voz alta. Se encontró con su mirada. Le miraba con preocupación y con algo más que no le gustó nada. Era pena. Agachó la cabeza y le pareció escuchar un “todo irá bien”. No supo si lo había dicho Changmin o si la voz de su propia cabeza intentaba convencerlo, pero no levantó la mirada para comprobar si seguía mirándole.

Cuando el coche se detuvo, Jaejoong esperó a que Changmin bajase primero. Tenía la sensación de poder perderle de vista en cualquier momento y no saber que hacer. Le siguió de cerca cuando entró sin decir nada más en el aeropuerto, dirigiéndose al mostrador de venta de billetes.  Se mantuvo entonces un par de pasos tras él, dejándole hacer, y aun demasiado perdido como para reaccionar de una forma u otra.

- Espero que no se te de mal el japonés – dijo Changmin girándose hacia él – Volamos a Tokio, es el próximo vuelo que sale. Sígueme.

A Jaejoong no le dio tiempo a añadir nada y siguió nuevamente a Changmin. Fue esquivando a la gente, recibiendo demasiadas miradas. Su ropa blanca, mojada y llena de barro no hacían pensar nada bueno. Changmin le lanzó una rápida mirada y acto seguido se paró frente a una tienda de ropa.

- Entra conmigo, coge una chaqueta, unos pantalones, lo que veas – le pidió señalándole las perchas.

Jaejoong agradeció que se diera cuenta y cogió unos vaqueros y una sudadera que le parecieron no distar demasiado de su talla. Changmin se los quitó de las manos y puso ambas prendas sobre el mostrador. Todo debía ser así de rápido pero las prisas mezcladas con la tensión le comenzaban a embotar la cabeza. Al salir de la tienda Changmin le señaló la puerta de los baños y tras un rápido “vamos” se quedó esperando fuera de estos.
Jaejoong entró a uno de los cubículos del baño y se desvistió y vistió nuevamente. Tanto la sudadera como los pantalones eran algo grandes pero pudo comprobar al salir y verse en el espejo que serían menos los que le mirarían ahora. Metió su vieja ropa en la papelera antes de salir del baño y Changmin echó a andar nada más verlo, haciéndole de nuevo caminar tras él.

- Puerta 26 – dijo mientras buscaba la situación.


Jaejoong ni siquiera le escuchó. Solo continuó siguiéndole hasta que se vio sentado en el asiento del avión. Respondió “bien” cuando creyó que le preguntaba como se encontraba y asintió cuando pensó que debía, pero cada vez que escuchaba su voz y miraba a su alrededor, más irreal le resultaba la situación.
Tras el despegue apoyó la cabeza en el cristal y observó como las ciudades se convertían en manchas de luces, hasta que al atravesar las nubes el avión comenzó a navegar sobre un manto blanco que se dejaba ver a la luz de la luna. Cerró los ojos. Si entonces olvidara todo, absolutamente todo, al bajar del avión empezaría de nuevo, sin preocupaciones, sin tener conciencia de lo hecho y de las posibles consecuencias. Pero así no funcionaba su olvido, él no elegía que olvidar.

Chanming llevaba rato observándole. Jaejoong ahora dormía y, aunque se evidenciaba que su postura no era cómoda, no parecía que su sueño fuese ligero. Acercó una mano a su cara y echó hacia atrás los mechones de pelo aun húmedo que tapaban parte de su cara cayendo en cortina sobre su mejilla. Le veía tan frágil… Nunca se lo había planteado así, Jaejoong el más débil de los dos. Siempre había sido él el que le había arrancado las sonrisas, el que le había hecho olvidar la realidad como si fuese cualquier cosa, el chico con más iniciativa que había conocido jamás, con más ansias de libertad que cualquier preso. Y había caído rendido tras entrar en un bloqueo nada más probar la libertad.

Changmin sonrió levemente. De todo esto sacaba algo en claro: si Jaejoong ahora tenía tanto miedo era porque creía estar solo, estaba seguro de no importarle a nadie. Jaejoong había perdido su fuerza y su alegría al olvidarlo a él. Más allá del egocentrismo que pudiera llevar esa forma de pensar no le parecía cualquier deducción estúpida para autocomplacerse.
Giró la mano poniendo el dorso de sus dedos sobre su piel y la retiró con una suave caricia. << Solo tengo que hacer que me recuerdes>>  pensó Changmin, dirigiéndose a él desde sus adentros << Tienes que entender que me tienes, y que esto es todo lo que queríamos conseguir. Ahora que lo hemos conseguido solo tienes miedo. No quedará así>>

El vuelo fue largo. Changmin consiguió caer dormido a una hora escasa de escuchar el aviso de aterrizaje. Para cuando abrió los ojos debido a la voz de la azafata Jaejoong volvía a estar despierto y al parecer no desde hacía mucho tiempo. Se frotaba la cara como si intentase centrarse y asumir una mañana que había llegado demasiado pronto.

- Menuda forma de dormir -  murmuró Changmin.
- ¿Hm? – Jaejoong le miró y torció una sonrisa con un resoplo – Envidioso.

Changmin sonrió sin apartar la mirada del asiento frente a él y no volvió a dirigirse a Jaejoong hasta haber bajado del avión. Sus nervios no eran menos.

- Cogeremos un taxi que nos lleve al centro, buscaremos donde comer y un hotel hasta que pensemos en un lugar para… - Chanming calló al ver que Jaejoong volvía a asentir ciegamente – Oye, todo irá bien…

Jaejoong asintió.

- ¿Cuándo asientes es que estás de acuerdo o que no me has escuchado?
- ¿Hm? – Jaejoong le miró y sonrió incómodo, negando con la cabeza – Sí, taxi, ir a comer, buscar donde dormir,…
- Y que todo ira bien – insitió Changmin.
- Y que todo irá bien – repitió Jaejoong sin esforzarse en disimular que volvía a decir lo que pensaba que debía decir.


Changmin asintió y tras subir al taxi indicó al conductor a donde se dirigían.

- Que hambre tengo… - dijo entonces en un resoplo, volviendo a dirigirse a Jaejoong
- ¿Hablas japonés? – preguntó Jaejoong estrenándose con las preguntas.
- Oh… bueno, no lo domino pero me defiendo. Pizza, hace mucho tiempo que no como pizza. Nunca la sirvieron en aquel comedor ¿te apetece?
- Claro…

Cuando pisaron la calle Jaejoong no fue el único que se sintió perdido y, sobre todo, pequeño. Caminar sin dirección era la mejor forma de comprender que no sabían a donde se dirigían. Cogieron papeles de información en cada rincón, mapas, publicidad, todo les era útil, y avanzaron eligiendo la dirección a tomar cruzando solo cuando el semáforo del paso de peatón estaba en verde cuando ellos pasaban junto a él.
Tras cruzar uno de tantos Changmin se paró en seco para echar un vistazo y Jaejoong topó con el hombro en su espalda.

- Perdona - dijo secamente girándose para mirar hacia atrás.
- No nos siguen – resumió Changmin haciendo que Jaejoong se girara hacia él.
- Sería absurdo ¿no?
- Nunca he huido como lo estamos haciendo ahora pero confío en que no sea tan fácil seguir la pista a alguien. Incluso si saben que estamos aquí dudo que nos encuentren fácilmente. Mira a tu alrededor, no somos solo dos.

Jaejoong miró de reojo a los lados y no pudo estar más de acuerdo. En aquella parte de la ciudad la gente se agolpaba por todos lados haciendo que las puertas de los edificios y bocas de metro parecieran hormigueros.

- Buscábamos un sitio para dormir ¿no? - añadió tras echar aquel vistazo.
- Sí – dijo Changmin volviendo a reanudar el paso – Sigamos. Prefiero que nos alejemos un poco del centro. Cuando menos tengamos que enseñar el carnet de identidad, mejor,  y lo caro lo suele exigir. Ahorraremos tiempo si vamos en metro.

Dicho esto Changmin guió sus pasos hasta las escaleras que se perdían bajo el suelo, esquivando la gente que se agolpaba para salir.

- Espero que no nos perdamos demasiado – comentó frente a la máquina expendedora de tickets.
- ¿Perdernos? - preguntó Jaejoong parándose a casi un metro de él – No hay sitio al que queramos volver ¿A qué te refieres con perdernos?
- Ha sido un comentario absurdo, supongo.

Changmin se volvió hacia Jaejoong y extendió el brazo para darle el ticket sin acortar distancias con él prefiriendo dejarle la opción de acercarse cuando se sintiera algo parecido a cómodo. Acto seguido reanudó el paso al ver llegar el metro por su izquierda.
Jaejoong volvía a seguirle a ciegas. Prefería no dar su opinión. La que tenía con respecto a Changmin él mismo la conocía y su confianza no terminaba de asentarse.
No dejaba de pensar y a momentos sentía que lo que peor llevaba de la situación era lo que tenía que ver consigo mismo. A Changmin le dejaba claro que no le creía pero la verdad era que sabía que era muy probable que el problema tuviera la raíz en él mismo. Se pasaba la vida olvidando y dejando su mente en blanco. Aquel chico le había ofrecido su ayuda asegurándole que en otra ocasión la ayuda la había recibido él de su parte. Podía pensar entonces que aquel desconocido creía deberle algo y que ahora solo estaba cumpliendo con su parte. Pero su primer nuevo contacto con él había estado lleno de mentiras, le había tratado como a un idiota al que se le podía colar cualquier historia.

Cuando el movimiento del metro cesó y las puertas se abrieron, Changmin se puso en pie pidiendo a Jaejoong que volviera a seguirle con un golpe de mirada.
Salieron a la calle y recibieron por primera vez un golpe de luz proveniente del cielo. Los edificios de la zona centro les habían mantenido a la sombra y ahora caminaban bajo un cielo despejado sin la necesidad de topar constantemente con hombros ajenos.
Changmig se paró, tras cerca de una hora de caminata en el más absoluto silencio, frente a lo que parecía un hostal con la fachada blanca.

- No creo que aquí pidan demasiada documentación – dijo antes de volverse hacia Jaejoong – Y menos que te impidan meter una pizza en la habitación.
- Me gusta – añadió Jaejoong con simpleza con la cabeza alzada.
- Vamos entonces – añadió Changmin avanzando delante de Jaejoong.


El interior daba sensación de calidez a pesar del aspecto frío que daba la fachada. Las columnas estaban revestidas de lo que parecía imitación de piedra y las paredes y el mobiliario lo coloreaban todo en colores teja y tierra. Tras tomar la llave de la habitación, Changmin subió por las escaleras seguido de un silencioso Jaejoong. Entró en la habitación y dos camas iluminadas por el sol de primera hora de la tarde les saludaron nada más entrar.

- Ahora me gusta a mí – dijo Changmin sentándose en una de las camas y empezando a buscar entre los papeles recogidos algún número de teléfono para pedir comida.

Jaejoong se sentó a los pies de la otra cama y Changmin le miró antes de seguir con su búsqueda.

- Aquí… pizzería… menú… dos ingredientes… esto es.... bebida... ¿“Sunakku”?... - empezó a leer – Esto suena bien. Vamos, pizza, refresco y patatas o así.
- Me parece bien – dijo Jaejoong descalzándose las playeras manchadas de barro seco.

Changmin pidió la comida no sin esfuerzo, indicando la dirección del hostal de una forma ridículamente precisa y lenta al leerla en la hoja de información cogida en recepción.
Tras colgar se quedó en silencio.
Eran dos desconocidos en una misma habitación con la necesidad convivir juntos por el tiempo que fuese necesario.

- Espero que no nos encuentren – empezó a decir Jaejoong sin apenas alzar la voz – Aunque no me imagino una búsqueda organizada a nivel internacional por buscar a dos chiflados. No somos asesinos convictos ni atracadores de bancos.
- Desde luego no estamos en la lista de los diez terroristas más buscados –aseguró Changmin echándose bocarriba en la cama.


¿Asesinos convictos? Volvió a caer en la ignorancia de Jaejoong sobre su pasado. No sabía de los motivos que le habían llevado a matar a su padre pero estaba seguro de que no lo había hecho sin más. Parecía que el hecho de haberlo hecho le había llevado a aquel estado, entre la cordura y lo locura. ¿Había sido la culpabilidad? Ya había visto como su cabeza había borrado recuerdos acerca de sus reacciones violentas al no verse capaz de asumir que podía llegar a hacer algo así. ¿Tanto había cambiado? No era como él mismo se recordaba, no se reconocía. Parecía que no se quería topar con su nuevo yo, con el yo que podía hacer cosas sin pensar, cosas lo suficientemente dañinas como para retenerle en un centro y entonces, tras hacerlas, olvidarlas.

Jaejoong se dejó caer hacia atrás aun con los pies en el suelo, quedando con las mismas vistas del techo que Changmin.

- ¿Cuanto tardará en llegar la comida? -preguntó entrelazando los dedos de las manos tras la nuca.
- Espero que poco – respondió Changmin como respuesta breve. Aun andaba sumergido en sus pensamientos.
- ¿Qué pasó para que quisieras tirarte por una ventana? Los hay más feos que tú y siguen adelante. Solo tienes que acostumbrarte a tu cara.

Changmin escuchó sus palabras y torció la boca al apretar los labios. Acto seguido rió sin poder evitarlo. Hacía mucho que no escuchaba bromear a Jaejoong y no era el momento de esperarlo.

- ¿C-cómo? - dijo riendo nuevamente - ¡Oye! Que mi cara es de retrato.
- ¡Si! Retrato abstracto – comentó Jaejoong con simpleza luchando por mantener un poco de seriedad mientras se metía con él.
- ¿Es que no te has preguntado por qué tengo tanto dinero? Pintores han pagado fortunas por dibujar mi perfil.

Changmin desvió la mirada del techo hacia Jaejoong tras un silencio de unos segundos. Jaejoong no le miraba pero tampoco miraba a la nada. Estaba pensativo y su mirada paseaba por las aspas del ventilador del techo que giraban lentamente.

- ¿Por qué me dibujaste? - preguntó sin dar a la pregunta una mínima emoción.
- Me gusta dibujar – explicó Changmin con su misma entonación – Te elegí no se por qué razón. No eres mi único modelo a lo largo de estos años.
- Ah, de acuerdo.
- ¿Ya está?
- ¿Ya está qué? - preguntó Jaejoong girando la cabeza hacia él.
- ¿Me crees?
- ¿No debería?
- Bueno, no es eso – dijo Changmin sin saber a donde quería llegar.
- ¿Por qué me dibujaste? - volvió a preguntar como si fuese la primera vez.

Changmin cerró los ojos unos segundos y volvió a abrirlos. ¿Tenía que decirle la verdad? Parte de ella no iba a estar mal.

- Porque eramos conocidos, te tenía en mi memoria y así es más sencillo dibujar a falta de modelo presente. Yo llegué al centro hace un año o algo así. Sé que no te acuerdas pero tú y yo... nos tratábamos, nos llevábamos bien.  No aguanté más de un par de días sin querer rendirme. Estaba harto. Llevaba ese tipo de cansancio en mi interior, ese que te hace perder las ganas de esforzarte y tú me ayudaste – explicó Changmin sin mirarle, sabiendo que él tampoco le miraba - . Ese centro está lleno de personas que nos doblan o triplican en edad. No es demasiado raro hacer un amigo sin tener más criterio que la  edad, no en ese lugar. Pensé en huir de allí y supe que si te llevaba conmigo te devolvería lo que te debo. Además ¿imaginas esta escapada con el señor Hahn y su andador? Yo creo que no...

Changmin le miró de reojo. Jaejoong torció una sonrisa por su último comentario y negó con la cabeza en respuesta al notar que le estaba mirando.

- En cuanto a escaparme solo, no se sabe cuando puedo necesitar contar con alguien, por el motivo que sea. Me toca preguntar – dijo Changmin volviendo a mirar hacia el techo – ¿A donde habrías ido si no te hubiera ofrecido seguirme?
- No lo sé ¿No tienes a nadie que te busque? Me refiero a familiares o amigos.
- No ¿los tienes tú?
- No ¿y tus padres?
- Murieron, ¿y los tuyos? - preguntó Changmin pasándole el turno de pregunta por tercera vez.
- También – mintió Jaejoong a la vez que se enderezaba.

Se frotó la cara con las manos dejando escapar un bostezo poco disimulado. Changmin carraspeó antes de volver a hablar. Quería seguir tirando de aquella conversación.

- ¿Qué les ocurrió?
- Era mi turno – dijo Jaejoong sin mirarlo – La misma pregunta ¿qué les ocurrió?
- Mi padre murió en un accidente de tráfico y mi madre se suicidó ¿que les pasó a los tuyos?
- No lo sé – resumió haciendo un amago de mirarle.
- Me has dicho que murieron ¿no?
- Algo así, sí.
- ¿Algo así? -insistió Changmin.
- Sí.

Jaejoong se puso en pie y se dirigió al baño.

- Me daré una ducha rápida. No se ni a que huelo, pero apesto.

Dicho esto cerró la puerta dejando a Changmin enterrado entre demasiados pensamientos. Se tapó la cara con ambas manos aun sin enderezarse en la cama. No sabía a que había venido su propio intento de continuar con aquel interrogatorio. Lo que tenía que hacer era dar información de sí mismo para darle confianza pero la necesidad de oír sus respuestas le había valido más. Era extraño además de innecesario hacerle preguntas cuya respuesta conocía él mismo y no Jaejoong, aun tratándose se su propia vida ¿Esperaba oír algo nuevo? Aunque su perspectiva del mundo hubiese cambiado se trataba del Jaejoong de siempre con la misma ignorancia acerca de su propia vida.

Pero ya estaba fuera del centro que le exigía recordar lo que había hecho en el pasado para obtener la libertad. El hecho de que sintiera por sus padres el rencor necesario como para no tener intención de ir a buscarles y, de alguna manera, darlos por muertos era lo ideal para entonces. Si él no sospechaba que su padre ya no seguía con vida al haber sido asesinado por su propio hijo no había nada que le pudiera hacer temer ser buscado por las autoridades de la forma en que, muy probablemente, estaría siendo buscado.

Aquel era el momento para conocerle de nuevo y dejar de intentar recordar una vida pasada que no parecía tener nada que ver con él. Vivir en la ignorancia era lo que había estado acabando con Jaejoong. Ahora sería lo que le ayudaría a empezar de nuevo.