domingo, 2 de febrero de 2014

- Capítulo 20 -

Changmin estiró los brazos desperezándose y soltó el aire largamente, reprimiendo un bostezo. Tardó unos instantes en darse cuenta de que solo oía sus pies y entonces se volvió hacia atrás. Jaejoong se había parado con la mirada clavada en él suelo. Esperó a que la llamada cesara para alzarla de nuevo, encontrándose con la del otro chico que, sin duda, había escuchado las vibraciones en su bolsillo.

- Creo que me he perdido algo – dijo sin apartar la mirada de él dejando notar un tono de incredulidad - ¿Llevas un móvil encima?
- Llevo un móvil encima – contestó Jaejoong sabiendo que no podía dar otra respuesta.
- ¿De donde lo has sacado?
- Me lo encontré.

Jaejoong reanudó el paso y Changmin, al ver al chico pasar por su lado, hizo lo mismo.

- ¿Te lo encontraste?
- Sí, me lo encontré en el suelo.
- Te lo encontraste en el suelo – repitió Changmin bailando la voz en respuesta a la mentira que acababa de escuchar – Pues si te lo has encontrado alguien estaba llamando hace un momento ¿De qué te sirve tener un móvil?
- ¿Qué más da? Podía cogerlo o dejarlo allí mismo. Lo cogí, no hay más.
- Enséñamelo.

Changmin oscureció el tono de su voz casi sin darse cuenta y Jaejoong se detuvo riendo con ironía al volverse hacia él.

- ¿Eso ha sido una orden?
- ¿Qué más te da enseñármelo?
- ¿Qué necesidad tengo de hacerlo?
- ¿Quién te lo ha dado? – insitió Changmin conteniendo un resoplo.


Jaejoong le respondió con un silencio y su ceño se frunció brevemente y de forma inconsciente. A Changmin no le valía aquella excusa. Él mismo tampoco se la hubiese tragado.

- ¿Yunho?


Al escuchar aquel nombre los labios de Jaejoong se separaron, reteniendo el aire unos instantes, y no necesitó hablar para responder.

- ¡¿Yunho?! ¿Sabe dónde estamos, Jae?
- No, ya no…
- ¿Ya no? Pero ¿cómo? – Changmin se pasó una mano por la cara y resopló pesadamente - ¿Cuándo?
- Él vino a buscarme y me encontró ayer.
- Pero ¿por qué te busca?
- Para ayudarme – respondió Jaejoong dejando de mirarle. Ni él creía en lo que acababa de decir.
- Y de repente hoy la policía da con nosotros. Qué casualidad ¿no crees? Ha sido de gran ayuda, desde luego. Deshazte del móvil.
- ¿Otra orden? Mira, este móvil es la única forma que tengo para mantenerme al tanto de lo que ocurre.
- ¿Y no le coges? No te fías ni tú – Changmin dio un paso hacia él, absteniéndose de dar un segundo que le hubiera dejado a un palmo de su cara - ¿No te ha dado por pensar que ese móvil puede llevar un localizador? Por ejemplo.


Jaejoong no había pensado en eso. Incluso si pensaba que Yunho era el culpable de que la policía hubiese aparecido en el hotel, no quería pensar que su intención por devolverle al centro llegaba a tales extremos.

- Deshazte del móvil.


Changmin se giró tras dar a aquella orden un tono que no daba cabida a la discusión, caminando a unos pasos del otro chico, el cual le siguió en silencio. Tenían que encontrar un sitio para pasar la noche y Changmin se propuso llevar su atención a ello.
Se aventuró a liderar el paso entre las calles más estrechas hasta que un hostal, que no distaba de ser una casa más entre todas las que les rodeaban, les dio la oportunidad de tener un lugar donde refugiarse de las miradas de los curiosos del pueblo.

Al entrar en la habitación Changmin dejó la mochila sobre la cama y esta casi ni se inmutó. Poco había sido su equipaje hasta ahora pero salir a toda prisa del hotel le había hecho dejar atrás gran parte de la escasa ropa de la que hasta entonces habían dispuesto. Entró en el baño, cerró la puerta tras él y abrió el grifo para tomar agua con sus manos y empapar su cara, repitiendo el movimiento varias veces. Lo hubiera dado todo por que aquello le sirviera para despejarse mínimamente pero se hubiera ahogado antes de lograr algo de paz.
Jaejoong se sentó al borde de su cama y clavó la mirada en el suelo. No lograba entenderse a sí mismo, no sabía que era lo pretendía hacer con el móvil si ni siquiera estaba dispuesto a coger las llamadas de Yunho. Atendía a la voz de su cabeza la cual le reprimía por su indiscutible estupidez cuando el móvil volvió a vibrar en su bolsillo. Trago saliva, dudó, pero cogió la llamada.

- ¿Jaejoong? – la voz al otro lado preguntó sin darle tiempo a hacer sonar la suya.
- Sí,  Jaejoong… ¿saben que hablas conmigo?
- No, no lo saben pero me tienen vigilado. Aún así, no saben que tienes el móvil contigo. Realmente no pueden probar que esté de tu lado.
- ¿Estás de mi lado?
- ¿Otra vez dudas de eso? Yo no avisé a la policía, te lo puedo jurar. Nos sorprendió a ambos.
- ¿Saben algo de nosotros? – Jaejoong lanzaba las preguntas sin un atisbo de emoción.
- No, aún no saben que habéis salido de la ciudad.


Se hizo el silencio mientras Jaejoong casi estrangulaba el móvil entre sus dedos.

- ¿Y cómo lo sabes tú?

Cualquier excusa le habría valido para que aquel vértigo aflojara, para barajar la posibilidad de que había llegado a una conclusión precipitada, pero el silencio del otro chico se lo dijo todo. No dudó en colgar y para cuando desvió la mirada cargada de derrota e incredulidad, Changmin le observaba desde la puerta del baño.
Pudo ver como en silencio volvía a repetirle “deshazte del móvil” y optó por asentir una sola vez, de forma leve pero clara.

- Decide ahora que hacemos, Jaejoong.
- ¿Que decida qué hacemos? – preguntó Jaejoong dejando que el cansancio se mezclara con su voz.
- Si saben donde estamos tenemos que irnos ahora porque la policía puede estar en camino. Te pido que decidas que hacer porque no dejas de hacerlo por los dos.


Changmin cruzó la habitación y tomó asiento junto a Jaejoong mirando, al igual que él, algún punto en la moqueta del suelo.

- Se supone que estamos juntos en esto pero si no cuentas conmigo, si no me dejas saber lo que pasa, siendo cosas que nos incumben a los dos, entonces es todo un espejismo. Si nos cogen, nos cogen a los dos, Jae. No quiero que con esto creas que solo pienso en mí porque ya sabes que si estoy a tu lado no es porque me convenga – miró de reojo al chico que se mantenía en silencio a su lado y suspiró con la máxima discreción que pudo - ¿Hace falta que te grite que te quiero para que lo veas con claridad?


Jaejoong jugó distraídamente con las teclas del teléfono cuando la pregunta llegó a sus oídos. Era todo tan surrealista desde hacía días que parecía que la realidad que le rodeaba se desharía en cualquier momento como la espuma de una ola. Acababa de decirle que le quería y su corazón había sentido cierto calor, incluso le había apetecido decir “yo también” pero al instante había temido perderle por decirlo, como si esas dos palabras pudieran ser las tijeras que cortasen el lazo que les unía. La suerte nunca había estado de su parte y parecía que esta estaba decidida a hacerle ver que la felicidad era momentánea, seguida de cerca por la pérdida.

Changmin se puso en pie y cogió la mochila que aún reposaba sobre la otra cama, dio unos pasos hacia la puerta y se giró hacia Jaejoong.

- Deja el móvil aquí mismo, creo que será suficiente, pero tenemos que salir ya.


El otro chico se puso en pie sin decir nada y, tras dejar el móvil sobre la cama, le siguió hasta fuera del hostal. La luz de media tarde oscurecía las calles al alargar las sombras de las casa y el silencio hacía que los pies de ambos hicieran resonar la grava bajo estos una vez empezaron a caminar por el sendero que les llevaría a la parada donde cogerían el tren.

Jaejoong nadaba en sus pensamientos y con cada brazada se sentía más cansado ¿Qué llevaba a Yunho a estar en contra de él? ¿rencor? Había dejado de quererle, sus sentimientos por él se habían esfumado a pesar de haber cometido un asesinato con tal de defender lo que ambos tenían pero, si él aún le amaba a él, aquella crueldad no tenía razón de ser. No había olvidado la conversación mantenida en el hotel, que Yunho temía que le odiase por algo sucedido en el pasado ¿de qué se trataba? Si temía ser odiado, si se sentía culpable por algo, entonces, ¿por qué no se dedicaba a compensarle ayudándolo ahora que podía? ¿podía estar sintiendo arrepentimiento y rencor a la vez?

Quizás era una forma de pensar demasiado simple la que ahora tenía Jaejoong pero, sí había sido dañado y había también hecho daño ¿no podía entonces dejar aquello en un empate? ­ Ya se lo podía esperar todo de aquel al que consideraba el mayor de los hipócritas.

Esperaron el paso del tren durante veinte minutos que parecieron los más largos de la historia. A unos metros de las vías del tren se extendía la carretera en paralelo y ambos esperaban ver aparecer un coche de policía antes de poder alejarse de allí.
Changmin necesitó evitar la mirada del revisor cuando le compró los tickets. Huían y podía jurar entonces que eso se podía ver en sus ojos.

No tenían claro donde apearse pero pronto sonó el pistoletazo de salida. Tras varias paradas, un policía entro en el vagón contiguo dejando entre ambos una puerta abierta como vía de escape perfecta cuando este clavó la mirada en los dos chicos con una atención delatadora. El sonido intermitente que indicaba el cierre inminente de la puerta puso a ambos en pie automáticamente y en cuestión de un par de segundos se encontraban fuera del vagón, corriendo como si huyesen de una jauría de lobos hambrientos. Jaejoong a la cabeza esquivaba a las personas entre súplicas en las cuales pedía vía libre, lanzando fugaces miradas atrás con las que se cercioraba de que Changmin seguía corriendo a unos pasos de él.

Tuvo que frenar sus pasos cuando, al doblar la esquina, topó con un segundo agente que no tardó en identificarlos. La reacción de Changmin se hizo esperar menos que la de Jaejoong, tirando así de su brazo para hacerlo correr al instante en otra dirección. Estaban siendo perseguidos sin escatimar en esfuerzos. No lograban alejarse más de unos pasos sin escuchar un silbato tras ellos, siendo más de una las voces desconocidas que pedían paso a los transeúntes.Pero los dos escapistas corrían como si el suelo bajo sus pies quemase, haciendo de cada obstáculo en la calle algo fácil de sortear.

La última desviación les llevó a las puertas de unos almacenes, siendo estos la parte trasera de los negocios que daban a la calle contigua. La cercanía de la pasos ajenos no les dio otra opción que la de esconderse en uno de estos. La puerta metálica ligeramente elevada de uno de los almacenes le ofreció la oportunidad de arrastrar sus cuerpos por el suelo para darse paso. Ambos se mantuvieron a una distancia prudencial de la puerta, intentando que sus respiraciones jadeantes no les delataran.

Changmin miró a Jaejoong y este le devolvió la mirada. Podían ver el miedo en los ojos ajenos y sus cuerpos no podían disimular la tensión acumulada, temblando aún bajo los esfuerzos de simular quietud. Retrocedieron algo más volviendo la vista a la puerta cuando las voces de los policías resonaron en la calle. Les habían seguido de muy cerca y realmente no habían esperado poder despistarlos.
Jaejoong caminó hacia el fondo del almacén, el cual no se alargaba más de unos escasos metros, y comprobó, muy a su pesar, que la puerta que daba a la tienda estaba cerrada. Un susurrado “hasta aquí” se escapó de sus labios y se volvió hacia Changmin. No le había escuchado pero sabía que pensaba lo mismo que él.
Un “registrad los almacenes” por parte de uno de los agentes le hizo entender que solo disponían es unos minutos, tal vez segundos, de libertad. La puerta entreabierta del almacén en el que se encontraban no daría lugar a la duda acerca de donde se encontraban.

Changmin sintió que le perdía. Pronto el chico frente a él estaría de nuevo enjaulado y estaba dando por perdida la oportunidad de volver a verle ¿es que acaso le dejarían mantener el contacto con él después de todo lo sucedido? Sabía que no.
Como si con cada paso maldijese todo por lo que habían tenido que pasar, avanzó con total decisión hacia Jaejoong, con el semblante serio y un deje de rabia en la mirada, apretando los dientes para contener en su interior la necesidad gritar. Una vez frente a aquel chico sus manos se clavaron contra la pared a ambos lados de su cabeza haciendo resonar las palmas de estas contras el cemento.

Jaejoong pegó la espalda a la pared y miró con fijación al contrario del cual había llegado a esperar un puñetazo en la cara, pero no fue su puño en la mejilla si no su boca en la suya lo que recibió. Una de las manos que un instante antes se enfriaba en contacto con la pared a un lado de su cabeza fue a situarse en la curva de su cuello, haciéndole estremecerse por el contraste con la calidez de su piel. Sin saber qué le movía, acepto aquellos labios. Un primer movimiento le hizo entreabrir su boca y una segunda arremetida le hizo seguirle el ritmo.

Changmin deslizó sus dedos en dirección a su nuca y allí los enredó en su pelo, atrayendo su perfil hacia el suyo para intentar robar de su boca todo lo que le debía desde hacía meses. Sentía tanto dolor al besarle que creía que le dejaría de latir el corazón cuando dejase de hacerlo.

¿Cómo era posible amar de aquella forma? Amor y dependencia unidos en un solo sentimiento. Era una parte de su ser, estaba herido si no le tenía. La sola idea de estar sin él le hacía caído en combate.

¿Eso era todo? En aquel momento su fuerza era tan escasa que no podía negar que, con aquel beso, se estaba despidiendo de él.
A Jaejoong le llegaba la despedida, comprendía aquel beso y por segundos se sentía contagiado de aquella necesidad de tenerle ¿ese era el sentimiento que había olvidado? No sabía si estaba recordando lo que una vez había sentido o si, en cambio, estaba volviendo a sentirlo de nuevo. Había caído por él una vez, y lo estaba volviendo a hacer.

Un sonido metálico  hizo que los labios de ambos se detuvieran y que cada uno se reflejase en los ojos del otro al abrirlos. La puerta tras ellos se abrió y Changmin dejó caer ambos brazos a los lados de su cuerpo. Se preguntaba el por qué de todo, pidiendo a su cabeza una solución inexistente cuando un agente de policía le cogió de las muñecas, esposándoselas antes de hacerle caminar de espaldas alejándole de Jaejoong. Los latidos de su propio corazón ensordecían las palabras que le llegaban del desconocido que le guiaba hacia el coche patrulla.
Un segundo agente pasó al lado de ellos y, pareciendo conocer con quien trataba, se detuvo a unos pasos de Jaejoong el cual se mantenía con la espalda contra la pared y la mirada perdida.

- Acompáñenos, por favor.


La petición le hizo sonreír con amargor y, tras vacilar, giró su cabeza de izquierda a derecha, negando con medida calma. El agente dijo algo más pero no le entendió, o no quiso entenderlo. Bajó la mirada y apretó sus labios conteniendo una muesca que no demostraría más que el desprecio ante todo lo que entonces le rodeaba.

No se percató de que aquella persona avanzó hasta él hasta que una mano agarró su muñeca. Su reacción no se hizo esperar y sacudió el brazo con fiereza, siguiendo el gesto con un rápido movimiento con el que cruzó el aire hasta hacer sonar sus nudillos contra la mandíbula del agente. Su acción dio inmediatamente una excusa a un segundo agente para unirse a él en su cometido, haciendo girar a Jaejoong tras retorcerle un brazo, llevándole el antebrazo hasta su espalda para entonces hacerle inclinarse hasta clavar sus rodillas en el suelo. Apretó los puños cuando las esposas rodearon sus muñecas y entonces llegó su rendición.
Hubiera enterrado su orgullo si alguna súplica hubiese servido para librarse de volver a su jaula pero sabía que no había solución en las palabras. Solo le quedaba la resignación.

Cuando sus pies volvieron a pisar el suelo del centro psiquiátrico parecía estar caminando sobre agujas. Como si la entrada del edificio se tratase de una boca sellando los dientes a su espalda, y el largo corredor fuese una profunda garganta, se sentía tragado por la mayor y más temible de las bestias. Había olvidado aquel olor, químico a la vez que afrutado, digno de un hospital, y la incapacidad de aquellas paredes para retener las voces de los internos. Alguien llenaba los pasillos con una risa nerviosa, casi compulsiva, y esta se mezclaba con un llanto algo más cercano, los sollozos de alguien a quien parecía faltarle el aire.

Había llegado a estar acostumbrado al todo eso, había sido su rutina, su día a día, pero esta vez todo resultaba falto de cordura hasta el extremo y sus ganas de huir se acentuaron más a cada minuto.
Le devolvieron a la misma habitación casi a modo de burla, ya que allí seguían sus cosas, las cuales habían esperado pacientemente su conocido regreso. Comió sobre su cama con un vigilante observando cada trozo de comida que se llevaba a la boca y quedó en total soledad cuando se rindió tras unos pocos bocados.

Habían pasado dos días desde que su libertad había llegado a su fin. No sabía nada de Changmin, y estaba seguro que así sería por mucho tiempo. No fue hasta el tercer día que le informaron de que volvía a terapia con el doctor Shin Seung. Por lo visto, esos dos días habían sido un regalo por parte de él para dejarle adaptarse nuevamente al sitio en el que debía estar ¿eso era posible? Tras años de confinamiento había probado la sensación de ser libre y ahora volvía a aquella rutina que le había estado robando la motivación por la vida.
Salió de la habitación escondiendo sus frías manos dentro de las mangas de su pijama blanco, cerrando los dedos sobre la tela para mantenerlas cubiertas. Recordaba donde estaba su despacho pero fue como si no tuviera que echar mano de su memoria. Sus pies caminaron solos hasta la puerta correspondiente y, sin descubrir la mano que alzó a continuación, golpeó la puerta con los nudillos envueltos en el puño de la manga.
Escuchó un “adelante” y su mano bajó hasta dejar caer por completo el brazo. Le apeteció darse la vuelta y volver de nuevo a su habitación pero se obligó a abrir la puerta y entrar. Tras cerrar la puerta a sus espaldas caminó con la mirada en el suelo y tomó asiento en el diván sin esperar el ofrecimiento por parte del doctor. Alzó la mirada y se cruzó con la ajena que se asomaba por encima de unos papeles, los cuales fueron entonces posados sobre la mesa.

- Bienvenido, Jaejoong – dijo el hombre sonriendo ligeramente en un intento de reflejar amabilidad y naturalidad - ¿Cómo te encuentras?
- Muy bien, doctor ¿y usted? -  contestó Jaejoong entornando su mirada de forma efímera.
- Esperándote para poder seguir con tu recuperación – entrelazó los dedos sobre el escritorio e inclinó su cuerpo hacia delante – Me gustaría abrir esta sesión con una pregunta; ¿no te crees capaz de salir de aquí por medio de tu recuperación?


Si bien Jaejoong aún no recordaba lo imposible que le había hecho la vida en lo que a su relación con Changmin se refería, para él aquel doctor no era su apoyo ni su salvador, sino aquel que se había mofado de sus constantes intentos fallidos por salir de allí.
¿Capaz de salir de allí por medio de su recuperación? Acababa de caer en que, en teoría, aún no recordaba la razón por la que se encontraba allí. Pero ¿de qué le servía confesar que había recordado el asesinato de su padre si eso solo le llevaría a un juicio del que no saldría impune? ¿De eso iba todo? ¿De cambiarlo de jaula?

- No creo en mi recuperación porque sé que nunca me dará una pista de lo que he de recordar. Nunca se ha dado cuenta de lo absurdo que es lo que me pide – Jaejoong volvía a mirarle y hablaba sin empeño - ¿Usted, sinceramente, cree que lo recordaré?

Shin Seung pasó a inclinarse hacia atrás reposando su espalda contra el respaldo de su silla para entonces soltar un muy ligero resoplo a modo de risa.

- Por favor, Jaejoong, comprende que ese es mi trabajo y mi objetivo ¿que si creo en que lo recordarás? Por supuesto que sí – rió nuevamente de la misma manera – Tutéame, sabes que puedes hacerlo. Yo me estoy dando la libertad de hacerlo, como antaño.
- ¿Y si no lo recuerdo qué pasará? ¿Me tendrá así por los siglos de los siglos? – prosiguió Jaejoong, ignorando sus últimas palabras - ¿Vamos, al menos, a probar algo nuevo o seguiremos haciendo dibujitos en un bloc?
- Por ahora vamos a dejar de lado el pasado ¿te parece? Vamos a centrarnos en tus días fuera del centro.
- ¿En mis días fuera del centro?
- Así es. Estoy seguro de que esta travesura, después de todo, no te habrá sentado mal – dijo manteniendo aquel intento de sonrisa cálida - ¿Conocías a Shim Changmin personalmente?


Jaejoong contuvo una risa que se le habría escapado con una sobrecarga de ironía. Estaba tan acostumbrado a que Shin Seung le hiciera preguntas cuyas respuestas ya conocía solo para comprobar que el chico frente a él apenas sabía nada de sí mismo. Intentó situarse en lo que sabía acerca de Changmin antes de la huida de ambos. Eso le contaría para hacerle pensar que no había logrado recordar nada.

- Personalmente no. Acababa de llegar unos hacía pocos días cuando se dirigió a mí.
- ¿Qué te dijo entonces, Jaejoong?
- Que necesitaba mi ayuda para salir de aquí. Él tenía una llave y yo me sabía las guardias y las cámaras del edificio, por lo que la idea era trabajar en equipo.
- ¿Has congeniado con él en estos días?
- Es un tío un poco raro, a veces actuaba como si nos conociéramos de algo.
- ¿Algo como qué?
- Como si nos hubiésemos visto antes. Ya le dije que su cara no me sonaba. Me equivocaría con otra persona. Algo le tiene que ir mal en la cabeza, después de todo alguna razón tiene que tener para estar internado aquí.

Tras mentir Jaejoong esperó escuchar una pista acerca de si Changmin volvía a estar en el centro, pero el doctor prosiguió con una nueva pregunta sin prestar apenas atención a la respuesta.

- ¿No sentiste el impulso de ir a ver a nadie?
- ¿A quién iba a ir a ver?
- A tu familia, Jaejoong.


Jaejoong apretó los dientes y su ceño de frunció sin darse cuenta. Shin Seung nunca había pisado ese terreno con tal descaro.

- No.
- ¿Solo te llamaba la libertad? ¿la rutina de un día a día como el de cualquier otro?
- Solo eso.
- ¿Reprochas algo a tus padres?
- Sí, que no vengan a verme. Parecen haberse olvidado de mí – mintió Jaejoong logrando impregnar sus palabras de rencor aunque la razón de este fuese otra.
- ¿Te sentiste bien estando fuera?
- No, me sentí perseguido.
- Entonces la libertad no era lo que esperabas ¿no es así?
- No es esta la libertad que buscaba. No era libre, ya le he dicho que me sentía perseguido. No es el tipo de rutina que quiero vivir, no me gusta esconderme ¿sabe? Los demás a mi alrededor no lo hacían, los demás disfrutaban de su día a día y no temían ser vistos por quien no debía encontrarles.
- ¿Considera su búsqueda fuera del país una actuación exagerada?
- Sí – dijo Jaejoong tras vacilar brevemente. Empezaba a dudar de su habilidad para mentir – Me parece que hay demasiados delincuentes en la calle como para volcarse en la búsqueda de un par de enfermos.
- ¿Durante esos días la curiosidad o interés por lo que has podido olvidar no se acentuó?
- Claro que sí. Creo que me queda claro que no nos perseguían por tarados, sino por peligrosos ¿no es así? A él, a mí o a los dos. No me imagino una redada policial en búsqueda de dos locos que aseguran ver duendes debajo de las camas.


Jaejoong supo que esa era la respuesta correcta. Volver sin sospechas o teorías acerca de sí mismo habría sido surrealista, pero parecía estar queriendo tocar el fuego como nunca antes. Había pasado mucho tiempo desde que sus padres habían sido tachados como tema de conversación en las sesiones.

- Si lo has recordado eso quedará bajo llave.


Al escuchar a Shin Seung su corazón dio un vuelco ¿Era una trampa?

- ¿A qué ha venido eso, doctor?
- A que no estás todo lo enfadado que esperaba – respondió el doctor con calma – Si no recordases absolutamente nada, el volver aquí para seguir con una recuperación en la que no crees no te pondría fácil el estar sentado con una calma que desde hacía tiempo no era digna de ti, Jaejoong. Me pregunto que has recordado ¿todo? ¿acerca de qué?


Jaejoong osciló con su mirada en sus ojos y al tragar saliva pensó que cualquiera lo habría escuchado.

- Jaejoong, sé que has recordado algo. Conozco desde hace años cada uno de tus gestos y sé cuando mientes. Llevas mintiéndome desde que comenzamos la sesión aunque también has dejado escapar alguna verdad.
- No le miento – rehuyó Jaejoong para darse algo de tiempo.
- Mataste a tu padre.


El doctor hizo resonar con claridad aquellas palabras y escrutó el gesto de Jaejoong, el cual reflejo incredulidad, pero no hacía sí mismo. Esto le hizo sonreír al gozar de su triunfo.

- Lo recuerdas, Jaejoong. Desde tus ojos solo te he escuchado preguntarme que cómo lo sé. Sin embargo, ni tu mirada, ni tu cuerpo, ni tu voz me han dicho que lo que digo no es posible. Lo has asumido, no te he informado de nada nuevo y, por lo que veo, no hay arrepentimiento, solo egoísmo. No quieres ir a la cárcel ¿verdad? – dio una pausa y tomó su silencio como una afirmativa – No te preocupes, en eso puedo ayudarte.


Jaejoong intentó ver sus intenciones pero no era capaz de ver que era lo que pretendía el hombre sentado al otro lado de la mesa de despacho.

- ¿Ayudarme cómo? – terminó por preguntar, confirmando así lo averiguado por el psicólogo.
- Tú no quieres ir a la cárcel y, digamos, que a mí no me importa mantenerte en terapia un tiempo más ¿me sigues?
- Le sigo. Más de tres años a su cargo sin lograr nada, y bastan unos días sin su presencia, ni ayuda para conseguir el objetivo – narró Jaejoong con una media sonrisa, empezando a sentirse cómodo - Imagino que no le conviene que esto se sepa ¿no es así?
- Desde luego, si esto sale de estas paredes perderé cierto prestigio pero, en tal caso, tu pérdida sería mucho mayor. Imagino que estás de acuerdo – apuntó Shin Seung sonriendo del mismo modo que el chico frente a él.
- ¿Y bien? ¿El trato consiste en callar los dos? Supongo que no es algo tan sencillo ¿o sí?
- No, no, supones bien. Lo cierto es que llevas haciéndome perder credibilidad como psicólogo prácticamente desde que llegaste, amigo. Siempre tan poco receptivo, tan egocéntrico, mirando por encima del hombro a la más mínima oportunidad – empezó a decir el doctor, dando pequeñas dosis a sus palabras de lo que, sin duda, era desprecio – Negándote a recuperarte, retrocediendo dos pasos por cada uno avanzado y, sin embargo, ayudando a la competencia.
- ¿Perdone?

Jaejoong torció el gesto. No acababa de entender su última réplica en contra de él.

- ¿Qué recuerdas de Shim Changmin?
- Prácticamente nada ¿qué tiene que ver él?
- Eso presiento que es verdad ¿Y de su psicóloga, la doctora Han Bo Eun?

Ya había escuchado antes ese nombre. El día que volvió en sí y salió de aquella habitación que no era la suya, topó con ella en la puerta y se presentó como la psicóloga de Changmin, dando por hecho que al hacerlo sabría de quien le estaba hablando. Poco después había tenido la oportunidad de hablar con ella sin obtener nada útil de sus palabras.
¿Esa mujer era su competencia? ¿Y cómo se supone que la había ayudado?

- Apenas la conozco.
- Se podría decir que la estuviste ayudando con el caso de ese chico, Jaejoong.
- No le entiendo.
- Me entenderás, porque dejarás de hacerlo. Por hoy hemos acabado – resumió el psicólogo señalando la puerta con un aparentemente cortés gesto con la mano.

Jaejoong decidió ponerse en pie y, sin decir nada más, salió del despacho en dirección al comedor. No podía ignorar que, a pesar de tener la cabeza realmente ocupada, su estómago le estaba recordando con dureza en que consistía tener hambre.
¿La actitud del psicólogo Shing Seung hacia él se basaba en el rencor por sus nulos avances? Podía llegar a entenderlo superficialmente, poniéndose en el pellejo de una persona orgullosa cuyos logros quedaban reflejados en diplomas enmarcados, colgados en la pared de su despacho, pero no acababa de digerir la segunda parte.
La doctora Han Bo Eun era, por lo que podía traducir de sus palabras, una psicóloga de prestigio y, sin duda, su trabajo con su paciente, Shim Changmin, había sido más productivo que el suyo en lo que a él y su amnesia se refería.
Hasta ahí todo era fácil de comprender pero ¿en que había ayudado él en la recuperación de Changmin?
Jaejoong se sentó junto a la ventana, en la misma mesa de siempre. Cogió la cuchara y la hundió en la sopa, deteniéndola frente a sus labios tras alzarla, antes de llegar a llevársela a la boca.
Semanas atrás, en esa misma mesa, ambos habían tenido una conversación. Jaejoong se había enfadado con Changmin cuando este, en respuesta a la pregunta “¿de qué me conoces?”, le había respondido que, al llegar, le había salvado la vida.
¿Así había ayudado a la competencia? ¿había salvado a su paciente? ¿de qué? ¿en qué sentido? En caso de haber tenido lugar un accidente, salvarle la vida no suponía haberle curado de su dolencia ¿Es que si Changmin tenía visiones, el evitarle una caída por las escaleras iba a hacerle dejar de verlas?
Jaejoong se llevó la cuchara a la boca y continuó comiendo con la mirada perdida, inmerso en sus pensamientos. Si salvar a Changmin había significado lo mismo que haberle curado ¿cuál había sido la razón por la que había estado allí?

- Tristeza… - susurró Jaejoong escuchando la propia voz como ajena, mirando por ello discretamente a su alrededor.


Si la deducción a la que había llegado era correcta, entonces ¿ahora Shin Seung pretendía que entorpeciera el trabajo de la psicóloga a cambio de no delatarle? Si así era ¿su intención era la de pedirle que hiciera recaer a Changmin? Aquello era ridículo. La idea se le hizo tan absurda que se pidió abandonar el tema y prestar atención a la comida. No era posible que a la cabeza de los locos se situase su propio psicólogo.
Si de todo eso algo podía sacar en positivo, es que todo apuntaba a que Changmin seguía asistiendo al centro.


jueves, 4 de julio de 2013

- Capítulo 19 -


Jaejoong abrió los ojos, tiritó brevemente y escondió su brazo bajo el edredón de su cama frotándolo en seguida con su mano en un intento de templar la porción de piel helada. En la cama de al lado su compañero de habitación dormía profundamente solo dejando asomar sus ojos cerrados por encima de la manta.

¿Estaba bien que durmieran con esa tranquilidad? Ahora sabía que la huida de ambos no había sido tan exitosa como habían podido pensar y que estaban siendo buscados en la ciudad en la que ahora mismo se encontraban. En cualquier momento podían ser vistos, cualquiera de sus paseos a la luz del día podía poner fin a la aventura.

Jaejoong no quería bajar la guardia y ahora más que nunca necesitaba estar informado de por donde se movía la policía. Sin embargo esas preguntas solo podían tener una posibilidad de respuesta en Yunho.
Si de verdad no estaba de parte de la policía podía contar con él para obtener información  y saber por donde debían moverse.

Se enderezó en la cama y buscó en el bolsillo de su chaqueta a los pies de la cama.
La dirección de hotel estaba clara en la tarjeta y recordaba el número de su habitación con claridad.

- Habitación 108… - susurró como si acabase de leerlo en la misma tarjeta.
- ¿Qué?

Una voz somnolienta  le hizo girar la cabeza con un pequeño brinco.

- Me has asustado -  se quejó Jaejoong casi seguro de que no le habría escuchado.
- Y tú a mí – dijo Changmin acabando la frase en un bostezo – No te esperaba sentado en la cama.
- Ya serán las diez o más tarde, no es mala hora.
- La ocho –le informó Changmin tras señalar el despertador de la mesilla.

Jaejoong se puso en pie y cogiendo su ropa entró en el baño. Changmin resopló en su cansancio y se reacomodó en la cama. Unos minutos más tarde Jaejoong salía del baño con la obvia intención de disponerse a salir.

- Voy a salir a comprar algo para comer –le informó al verle levantar la cabeza - No hay nada para desayunar y me estoy muriendo de hambre.
- Si me lo dices con tiempo me visto y te acompaño –dijo Changmin sentándose en la cama y frotándose los ojos sin intención de disimular que necesitaba más horas de sueño.
- Sí, te veo con la intención. No está de más que salgamos solos, así seremos menos reconocibles. Seguro que nos buscan esperando vernos juntos a los dos.

Changmin alzó una ceja.

- Tiene sentido pero ¿por qué vienes con eso ahora?
- ¿Qué por qué?
- Sí, siempre hemos salido a la vez ¿es que sabes algo nuevo?

La pregunta de Changmin fue totalmente aleatoria pero Jaejoong tuvo la sensación de que se le daba muy mal ocultar cosas.

- No, bueno, por si acaso. No está de más tener cuidado.
- Ya – añadió Changmin reprimiendo el bostezo esta vez – Bueno, no tardes mucho, somos dos que se mueren de hambre.
- Lo tendré en cuenta – dijo Jaejoong dirigiéndose a la puerta y sin decir nada más salió de la habitación.

Avanzó a paso ligero por la calle hasta llegar a la estación de metro procurando no pensar demasiado en las posibilidades que habían de ser visto y reconocido. Una vez frente al plano de las líneas de metro buscó la zona a la que debía llegar y tras situarse empezó a moverse con más agilidad que la última vez en ese mismo lugar. Compró su billete y subió al vagón sentándose junto a la puerta para no perder la costumbre.

Esperaba que Yunho le fuese de ayuda y no estar perdiendo el tiempo. Ya se estaba imaginando discutiendo con él sobre cualquier cosa absurda y volviendo al hostal sin información tras correr riesgos innecesarios.

Salió del metro y tomó aire antes de exponerse a la luz del día en pleno centro de la ciudad. Sintió como su estómago se encogía haciéndole más difícil disimular los nervios.

Avanzó a paso ligero buscando algo parecido a una oficina de turismo y terminó por detener a un hombre en la calle que tras gestos poco claros le indicó que debía seguir de frente y girar a la derecha en algún momento si quería llegar al hotel de la tarjeta.

Siguió sus indicaciones viéndose obligado a preguntar nuevamente antes de dar con el hotel. Se quedó frente a las puertas de este y, tras una pausa que dedicó a respirar profundamente, entró dirigiéndose al mostrador.

La joven  vestida con un uniforme cuya chaqueta holgada  parecía no haber acertado a comprar de su talla le saludó y preguntó algo. Jaejoong supuso que le estaba preguntando en qué podía servirle pero prefirió negar con una sonrisa de disculpa para hacerle entender que no la comprendía. La joven sonrió a continuación y se dirigió a él con un marcado acento japonés pero lo suficientemente claro para entenderla.

- ¿Desea una habitación?
- No, vengo a visitar a alguien. Habitación 108 – se explicó Jaejoong hablando más lento que de costumbre.
- Por supuesto. Su nombre, por favor.

Su nombre. Jaejoong dudó.

- Ju Won – respondió finalmente. De todos los nombres que podía haber dado había decidido dar el de su padre. Tal vez así Yunho entendiera quien era sin necesitar dar su nombre verdadero.
- Espere, por favor.


La joven cogió el teléfono e informó a Yunho, según le pareció, de que tenía visita ya que acto seguido le indicó a Jaejoong que subiera.

- Escaleras y ascensor a la derecha. Gracias.


Jaejoong subió las escaleras y avanzó por el pasillo leyendo los números de las puertas hasta que el 108 le pidió que se detuviera. Golpeó con los nudillos la puerta y esta se abrió casi al instante dejándole con la mano alzada frente a otro chico.
Apenas cruzaron las miradas Jaejoong entró escuchando la puerta cerrarse a su espalda.

- ¿Qué saben? – preguntó dándose la vuelta hacia el otro chico.
- Siéntate.

Yunho pasó junto a él y se sentó en el borde de la cama con la intención de que Jaejoong hiciese lo mismo y calmase el ritmo acelerado con el que acababa de llegar pero el chico permaneció de pie.

- ¿Qué sabe la policía?
- Yo no he hablado con ellos. No sabrán que estoy aquí.
- O quizás sí.
- No creo y no les diría nada.
- Si fingieras colaborar con ellos…
- ¿Para qué?
- Pues para estar al tanto de lo que hacen, que saben, donde buscan – Jaejoong hizo una leve pausa y clavó su mirada en el – Porque quieres ayudarme ¿no?
- Eso está claro.
- En esta situación no me sirves de nada porque sabes lo mismo que yo. Sería creíble que quisieras encontrarme para llevarme a donde debo estar ¿No crees?
- Parecerá sospechoso que haya comenzado a buscarte sin contar con ellos y que les busque ahora.
- Invéntate algo, no te lo puedo dar todo hecho. Somos dos cabezas. Contacta con ellos haciendo ver que a por ti solo no puedes encontrarme. Haz ver que quieres colaborar.

Jaejoong bajó las manos que no había dejado quietas mientras le explicaba su plan con un tono que dejaba claro no poder recibir un no por respuesta.

- Haré todo lo que pueda – le aseguró Yunho.
- No puedo dejarme coger.
- Y lo de recuperarte ¿dónde quedó?
- ¿No me querrás llevar realmente al manicomio?
- ¡No! Joder, no. No es eso. Es solo que parece que has abandonado tu objetivo.
- ¿De qué me sirve recordar que maté a mi padre? ¿Eso me hará libre? Yo creo que no.


Yunho contuvo el aire al escucharle y frunció el ceño mirando al chico sin poder abarcar lo que acababa de escuchar.

- Tú…


Jaejoong le miró alzando las cejas pidiéndole así que continuara.

- ¿Cómo? Es decir… - el chico se pasó ambas manos por la cara antes de seguir, dejando escapar una suave risa de incredulidad - ¿Sabes…?
- Lo sé, sí. Sorpresa.
- ¿Desde cuando? ¿Cuándo ha pasado esto?
- ¿Ayer? -  contestó Jaejoong con simpleza.
- ¿Cuándo nos vimos ya lo sabías?
- Sí. Entiende que no tengo otra salida que no dejarme coger.
- Esto es increíble…
- ¿Qué es increíble? -  preguntó Jaejoong terminando por dejarse caer sentado a su lado.
- Años de terapia sin resultado, te escapas y en unos días… Es increíble y absurdo a la vez.
- Gracias, suponiendo que eso está bien.
- ¿Me odias? – preguntó Yunho sin mirarle -  Llevo años queriendo preguntártelo ¿Me odias?
- ¿Qué si te odio? No lo sé.
- Aún no lo has recordado todo ¿no? Pero sabes quien soy…

Jaejoong le miró fugazmente.

- Menuda pregunta más sospechosa. No, quizás me queda por recordar algo que si supiera ahora pondría en peligro tu vida pero lo que por ahora recuerdo no me jode más que el hecho de que no vinieras a visitarme ni me ayudaras.
- Tenía mis razones aunque diciendo esto solo me esté obligando a explicarme largamente.
- No hace falta Yunho, creo que me las supongo de todas formas. Del pasado solo quiero huir. Tú ayúdame ahora que estás dispuesto a hacerlo y te perdonaré el resto.
- Dime al menos donde estás porque no sabría como contactar contigo. Bueno, espera.


Yunho de levantó de la cama para dirigirse al armario.

- Sé que no me dirás donde estás, así que -  dijo quedándose en pie frente a él para ofrecerle un móvil y un cargador que Jaejoong tomó con curiosidad -  Mi móvil está en la agenda con mi nombre. No tiene una joya por batería así que tenlo en cuenta.
- Espero que nos sirvan para bien. No me la juegues.
- Fíate de mí, por una vez.
- Tú solo haz que no me arrepienta. Si me fallas no sabré como devolvértela.
- No te fallaré.

Jaejoong asintió una vez concediéndole un voto de confianza pero entonces llamaron a la puerta y una voz áspera pero clara sonó tras ella.

- Policía, abran la puerta.


Jaejoong se puso en pie y miró a Yunho que le devolvió la mirada al instante.

- Maldito hijo de puta… - murmuró Jaejoong exprimiendo todo su odio en cuatro palabras.
- Yo no…

Yunho negó con la cabeza y miró hacia la ventana de la habitación antes de mirarle de nuevo a él.

- Lárgate… ¡vamos!

Insistió conteniendo la voz cuando se repitió la orden al otro lado de la puerta. Jaejoong no esperó más y, reprimiendo un puñetazo que hubiera tirado al otro chico al suelo, se dirigió a la ventana abriéndola y sacando el cuerpo con decisión. Se agarró del marco con ambas manos y algo se tambaleó en su interior. Un recuerdo. No era el momento. Sacudió la cabeza y resopló con fuerza asiendo ahora el alfeizar de la ventana para restar algo de altura a la caída desde la primera planta. Soltó la manos sintiendo casi de inmediato como sus pies chocaban contra el suelo con un dolor que se clavó con fuerza en sus tobillos durante unos instantes. Se dio unos segundos para enderezarse y empezar a alejarse sin pensar si el dolor seguía ahí cuando comenzó a correr.

Sentía ganas de gritar, de volver y plantar aquel puñetazo reprimido en la cara de Yunho, de mandar absolutamente todo a la mierda. Acababa de pedirle que confiase en él un instante antes de escuchar a la policía.
Si alguien le detenía entonces le partiría la cara sin más motivos que lo que llevaba ahora dentro. Por momentos su pecho no podía contener el odio y respiraba más rápido de lo que le exigía su cuerpo al correr. No era justo. Demasiada gente en su contra y demasiadas posibilidades de salir perdiendo.

(Flashback)

Jaejoong empezó a garabatear en la hoja del libro que tenía abierto sobre la cama frente a sus piernas cruzadas. No tenía demasiadas ganas de estudiar y sabía que en cualquier momento el chico que estaba sentado en la silla de su escritorio le interrumpiría para seguir con la conversación que siempre dejaban sin acabar.

- No tienen por que tomárselo tan mal.

Jaejoong hizo el amago de subir la mirada pero decidió aparentar que aquel tema no le ponía nervioso fingiendo aún algo de concentración en las páginas del libro.

- Ya, bueno, yo no estoy tan seguro. Dame tiempo.
- Será peor así. Será como ocultarles algo a conciencia. Lo saben Jae.
- Entonces no hay nada que decirles, Yunho.
- Para que lo acepten tienes que decirlo abiertamente. Estas cosas no se dan por sentadas. Prefieren autoconvencerse de que es una falsa impresión que tienen.
- Se lo tomarán a mal, dilo – dijo Jaejoong levantando momentáneamente la mirada antes de empezar a subrayar sin prestar atención alguna.
- No se lo tomarán a bien. Tu padre no parece muy abierto de mente.
- Mi padre… - empezó a decir Jaejoong bajando la voz - ¿Qué más da que lo sepa porque es obvio o porque se lo haya dicho yo?
- Díselo. Yo lo hice con los míos – dijo el otro chico haciendo oscilar la silla giratoria de izquierda a derecha.
- Y no te fue mal, tuviste suerte y ellos ni me conocen. Les dijiste que te gustan los chicos pero no me han visto jamás ni saben que estás aquí. Ocultas que me ves. No estás con tus amigos ni en la biblioteca. Seguro que aún tienen la esperanza de verte aparecer con una chica cogida del brazo. Mi padre se lo tomará peor, no solo por como es sino porque llevo meses encerrándome en mi cuarto contigo. Para él será más real.
- Mis padres no dejan de tener un hijo gay porque no tenga novio – se defendió Yunho dejando de hacer girar la silla hacia los lados – Yo me sinceré, ahora hazlo tú. Si quieres que esto funcione deja de ocultarlo.


Yunho se levantó de la silla y se sentó frente a Jaejoong, dejando el libro entre ambos.

- Escucha Jae ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué te echen de casa?
- Ojalá. Tengo dieciséis y no pueden aunque quieran. En eso tienes suerte.
- Tener dieciocho años da derecho a mis padres a echarme de casa pero no con un trabajo y un techo propio. Créeme, mi situación era peor.


Jaejoong tomó aire y lo soltó largamente llevando la mirada de nuevo al libro como si se dispusiese a seguir leyendo.

- Hazlo. Si quieres seguir conmigo, hazlo – resumió Yunho haciendo al chico levantar la mirada al instante.
- ¿Y si no lo hago?
- Entenderé que por esto no luchas. Si estás conmigo en esto, demuéstramelo. Tú decides. Ellos o yo.

Yunho se inclinó hacia el menor y ladeando levemente la cabeza cruzó su boca con la de él dejando sonar un suave chasquido entre los labios de ambos.

- Tú… -respondió Jaejoong en un susurro.
- Eso está bien.
- Mañana será el día.
- Mañana será el día – repitió Yunho dedicándole una tierna sonrisa mientras dejaba una caricia con la yema de los dedos en el cuello del chico.

-
-
-

Cuando Jaejoong llegó de vuelta al hotel entró en la habitación con la vista clavada en el suelo, perdido en sus pensamientos que iban aun más rápido que sus pies. Tenía que recoger algunas cosas y moverse, no tenía tiempo.

- Eh, Jae – le detuvo Changmin cogiéndolo del brazo que notó tenso al instante - ¿A dónde has ido?

Cuando el chico se giró hacia él pudo ver que aun mirándole tenía la mirada perdida, centrado en sus pensamientos.

- ¿Qué te pasa?
- Me tengo que ir – dijo Jaejoong deshaciéndose de su agarre con tan solo dar unos pasos hacia la mesilla, abriendo el cajón para coger algunos planos y papeles informativos de la ciudad.
- ¿Cómo que te tienes que ir? ¿A dónde has ido? Hace dos horas que saliste a comprar algo para el desayuno y vienes así – dijo Changmin claramente preocupado -  ¿Puedes decirme que ha pasado?
- Saben que estoy aquí. Me están buscando.
- Querrás decir que nos están buscando ¿Te ha perseguido la policía o algo así?
- Algo así.
- ¿En esta manzana? Pero ¿cómo?
- En la ciudad – dijo Jaejoong enderezándose y yendo a asomarse a la ventana esperando erróneamente ver policías por todos lados.
- ¿Has ido a la ciudad? ¿Para qué has ido a la ciudad?
- Lo siento, me he expuesto y no ha servido de nada. Pensé que tenía un buen plan pero no ha salido bien.
- ¿Qué plan?
- Me tengo que ir. Tú vuelve – dijo Jaejoong dirigiéndose a la puerta pero Changmin se interpuso.
- ¿De que hablas? Oye, si dices que te vas voy contigo ¿A dónde crees que vas solo? ¿y a que viene todo esto? En serio, no lo entiendo.
- Tú no necesitas huir ¿verdad? Me persiguen solo a mí. No recuerdo que me hayas mencionado algo jodido que hayas hecho para que te persigan.
- Ayudar a la huida de un homicida conociendo sus delitos. Creo que es suficiente motivo.


Jaejoong cerró los ojos y al abrirlos torció el gesto. Tenía razón. Con aquello le había hecho su cómplice y, además, no podía ir muy lejos sin él si ni siquiera podía pagarse un billete de metro.

- Recoge tus cosas. Nos vamos en un minuto.


Changmin asintió una sola vez y recorrió la habitación reuniendo las pocas cosas útiles que necesitaba antes de volver al lado de Jaejoong que nada más verle acercarse abrió la puerta.
Volvían al comienzo de su huida. Necesitaban volver a desaparecer y esta vez hacerlo mejor.

- Vamos a la estación de tren – dijo Jaejoong manteniendo el ritmo acelerado unos pasos por delante de Changmin mientras ojeaba el plano de la zona -  Y dirigirnos a donde nos diga el primer tren… lo de siempre.

El otro chico se limitó a asentir tras él dejándose llevar por primera vez en una de aquellas situaciones de alarma. Se había acostumbrado a dirigir cuando algo ocurría.
En la estación de tren Jaejoong le pasó su ticket con el destino elegido y volvió a liderar el paso hasta tomar asiento junto a él en el vagón.

Cuando el paisaje dio paso a la naturaleza Jaejoong sintió algo muy parecido al alivio. Le apeteció perder allí mismo, donde apenas nadie pisaba, entre los árboles, bajo el cobijo de cualquier sombra. Echó la nuca contra el reposacabezas y, cerrando los ojos, soltó el aire largamente.
Changmin le miró. Encerrado nunca le había visto tan agotado, la libertad le estaba haciendo cambiar más aun si era posible. Ya no se tomaba nada a la ligera porque no estaba en situación de hacerlo. Perder la libertad le hacia andar con pies de plomo.

- Creo que faltan dos paradas para la nuestra – le indicó haciéndole abrir los ojos.
- ¿Y si nos paramos en esta? – dijo Jaejoong viendo como el tren aun no había vuelto a sumergirse en un bosque de hormigón – Este parece un sitio muy tranquilo.
- No me opongo ¿Vamos?

Changmin se puso en pie y Jaejoong alzó la mirada antes de asentir y levantarse.
Al salir del tren sus pies pisaron gravilla y les recibió una parada refugio de un descuidado banco de madera.

- ¿Hacia donde está el pueblo o lo que se le tenga que parecer? – preguntó Changmin con la sensación de haberse equivocado de sitio.

Jaejoong le señaló el sendero que comenzaba tras la parada y comenzó a andar.

- Desde el tren el pueblo se veía claramente. En diez minutos estaremos rodeados de casas.
- Espero que ofrezcan algún lugar para dormir.
- Si tienes dinero alguien habrá dispuesto.

Poco a poco las casas diseminadas empezaron a aparecer y el sendero tomó la forma de calle principal. Dejaban a los lados tiendas modestas y las pocas personas con las que se cruzaban les miraban con discreción a pesar de la curiosidad. No parecía mal sitio.

- ¿Tienes hambre? – preguntó Changmin deteniéndose y señalando una panadería a su derecha – Seguimos sin desayunar y vamos a acabar en el suelo.

Jaejoong se dio la vuelta para mirar y asintió aun sin relajar la seriedad de su gesto.

- Espérame aquí.

Changmin entró en la panadería y compró una bolsa de lo que entendió que era pan dulce. No veía a Jaejoong con ganas de dar opinión acerca de que le apetecía desayunar. Estaba seguro de que hubiera continuado sin recordar lo que era comer.

- Pan dulce, o algo así – dijo abriendo la bolsa para que cogiera uno de los bollos.
- Me vale.

Jaejoong dio un mordisco a su desayuno y entonces se dio cuenta de que realmente tenía hambre.

- Gracias -  dijo alzando la mano ocupada.

La calle, y con esta el pueblo, se terminó antes de que vieran un sitio en el que hospedarse. Volvían a caminar por un sendero con el suelo manchado por las sombras de los árboles. El sol que se colaba entre las ramas era suficiente para hacerles sentir un calor agradable y todo les invitaba a seguir andando.

- Para -  le indicó Jaejoong -  Agua.
- ¿Agua?
- Sígueme.

Changmin hizo caso de su indicación y se vio saliendo del camino para bajar por la pequeña ladera que los llevaba a un estrecho prado delimitado por un riachuelo que corría prácticamente paralelo al sendero.

- Vaya, Jae, que oído…

Jaejoong se quitó la chaqueta y se agachó a la orilla del riachuelo. Sumergió las manos en el agua y soltó un quejido entre molesto y divertido.

- ¡Está congelada! Ah, duelen la manos…
- Sácalas idiota -  dijo Changmin riendo con suavidad al llegar a su lado.
- Pruébala – dijo Jaejoong a la vez que le salpicaba levantando con las manos todo el agua que pudo.
- ¡Eh!

Changmin retrocedió y acto seguido empujó a Jaejoong en el hombro que fue a caer hacia delante hundiendo las rodillas en el agua. Se enderezó como si el agua quemase y como regalo para lo oídos de Changmin, se rió.

- ¡Serás cabrón! – dijo poniéndose en pie, se giró y vio al otro chico reírse – Divertido ¿eh? Está buena ¿Te unes?
- ¿Cómo? ¡Ah, no, no! ¡Te creo!

Jaejoong dio unos pasos hacia él y Changmin retrocedió a su vez.

- ¡Tienes que probarla!
- No hace falta, de verdad, si dices que el agua está buena es porque lo está. Si prácticamente te has tirado al río de cara ¡Tiene que estar buenísima!

Jaejoong se abalanzó hacia él y le sujetó por encima de los codos con ambas manos, empezando a tirar de él hacia el riachuelo.

- ¡No, no! ¡Suelta o acabarás tú en el agua! – le amenazó Changmin conteniendo reír mientras hablaba - ¡Puedo más que tú!
- ¡Es frase era mía y, además, siempre ganaba yo!

Changmin dejó de tirar con sus brazos al escucharle y Jaejoong aprovechó para retroceder hasta hacerle acabar con ambos pies en el agua tras un traspies.

- ¿Ves? – dijo Jaejoong alzando los brazos con pose victoriosa y ladeando una sonrisa – No ha cambiado nada. La fuerza bruta aquí no sirve de nada.

El chico se sentó en la hierba aun mirando a su víctima con los pies sumergidos en el río. Miraba confuso al agua y su boca entreabierta estaba a punto de decir algo.

- Eso que has dicho…
- ¿Por qué no sales del agua? ¿Está buena después de todo?
- ¿Por qué has dicho eso?
- ¿A que te refieres?

Jaejoong dejó caer su espalda sobre la hierba. Sabía a que se refería. Él había sentido el mismo vértigo al escucharse decir eso.
Changmin salió del agua y se sentó en la orilla a un par de pasos de él, dándole la espalda.

- ¿Iba en serio? – preguntó de nuevo pidiendo esta vez la respuesta.
- No era una broma – contestó Jaejoong con simpleza.
- ¿Recuerdas algo más?
- Sigues estando en mi cabeza y hay restos de recuerdos que van y vienen.
- ¿Te refieres a recuerdos de hace mucho tiempo? ¿Qué ves en esos recuerdos?

Jaejoong cerró los ojos pensativo. También él quería saber la respuesta a esa pregunta.

- Veo algo que me ha venido a la cabeza más de una vez – empezó a decir – Sobre mi están las ramas de un árbol que me dan sombra, tengo la camiseta mojada por la hierba y creo que hay alguien tumbado a mi lado. Ese recuerdo me hace sentir bien, me siento seguro si me escapo y vuelvo a él. Sé donde estoy en ese recuerdo pero, sin embargo, me siento mejor de lo que me siento ahora. No quiero estar encerrado, pero aquí afuera tampoco hay nada para mí. Me falta algo y creo que sé lo que es. Quiero volver a sentir lo que sentía, por ti. Creo que entonces estaba bien.


Jaejoong escuchó el silencio. Changmin se mantenía callado con la frente sobre sus brazos que hacían puente entre sus rodillas.
Marcaba sus uñas en su propia piel tensando y relajando los dedos mientras se concentraba en respirar con suavidad.
Sus lágrimas empezaron a caer directamente desde sus ojos a la hierba mientras él permanecía en aparente calma. No recordaba la última vez que había llorado y había tenido motivos demasiadas veces. Tomaba aire profundamente y lo soltaba entrecortando su respiración cuando las ganas de llorar abiertamente chocaban con su intención de pasar desapercibido. No quería llorar delante de él como tampoco quería llorar delante de sí mismo.
Jaejoong se enderezó entendiendo lo que pasaba y entonces se odió un poco más. Había estado viéndolo todo desde su punto de vista y rara vez se había parado a pensar lo duro que tenía que ser que te olvidase la persona a la que querías.

No sabía que decirle ni como consolarle y tampoco sabía si había alguna forma de hacerlo así que decidió darle tiempo. Si luchaba por que su llanto pasase desapercibido no se lo iba a poner más difícil.

Changmin tomó aire reprimiendo un sollozo y se pasó el dorso se la mano por los ojos. Al alzar la cabeza recibió más luz de la que esperaba y el reflejo del agua le hizo cerrarlos de nuevo. Solo necesitaba unos segundos más para ignorar que había llorado.
Extendió los brazos inclinándose hacia delante y cogiendo agua con las manos se la llevó a la cara. Dudaba que eso solucionara sus párpados hinchados pero al menos era como poner punto y final al tema.

- No sabes como pesan estos zapatos mojados – dijo con la voz más natural que pudo.

Jaejoong sonrió resoplando suavemente por la nariz.

- Ya te queda claro con quien no debes meterte ¿no?
- Me queda claro a quien se la tengo que devolver – bromeó Changmin sonriendo sin mirarle.
- Como te gusta perder…


Changmin se puso en pie y se frotó la cara soltando una bocanada de aire antes de volverse hacia el otro chico para dirigirse a él.

- Aun no hemos resuelto donde dormir.
- Alguien habrá que alquile una habitación o seguro que hay alguna posada a la que no le hemos prestado atención – dijo Jaejoong mirando hacia otro lado tras mirarle a la cara. No le gustaba ver su mirada tras llorar.
- ¿Investigamos? Desde luego aquí como no busques una madriguera no sé yo.


Ambos se pusieron en marcha de vuelta al pueblo y esta vez Changmin volvió a liderar el camino unos pasos por delante de él. Algo parecía impedirles caminar el uno al lado del otro.
Jaejoong no apartó la mirada de Changmin mientras le seguía hasta que algo empezó a vibrar en su bosillo. Se detuvo en seco. Casi se había olvidado de que llevaba encima aquel teléfono.



lunes, 25 de febrero de 2013

- Capítulo 18 -

Al segundo día la habitación del nuevo hotel en el que habían elegido hospedarse estaba lo suficientemente desordenada como para que ambos no dieran con la mitad de las pocas cosas que llevaban encima. La pequeña cocina arrinconada en la habitación protegida por un estrecho mostrador que la separaba del resto de la estancia ya reunía envases vacíos de comida para microondas y las toallas del baño se amontonaban sobre los colchones a los pies de las camas.

Habían comenzado a vivir al día sin pensar en el día siguiente, a reír de cosas absurdas, comer lo que menos esfuerzo les exigía preparar y a convertirse, sin duda, en unos chicos desordenados a falta de autoridad. Salían a la calle no sin bajar la guardia aun con la tranquilidad que les acompañaba si no se paraban a pensar demasiado en lo que su actual situación suponía y pasaban horas viendo concursos absurdos en la televisión mojando las camas con las cabezas aun mojadas y las toallas aun liadas en el cuerpo tras una ducha. Se sentían bien y ninguno de los dos tenía ganas de estudiar al otro para sacar una discusión que podría aflorar con pasmosa facilidad.
Eran Changmin y Jaejoong, dos chicos libres sin grandes planes ni expectativas de futuro pero, después de todo, libres.

- Creo que nos podemos pasar al ramen de nuevo – dijo Jaejoong tirando a la basura unos envases de pizzas precocinadas – Mi interés por la pizza ha ido decayendo desde la cuarta vez que empecé a olerla aun dentro del microondas.

Changmin rió para sí sacudiendo la toalla y extendiéndola para que se secara con la esperanza de poder usarla horas más tarde.

-¿Qué te apetece aborrecer ahora? Con el curry es fácil. Dos días a base de ramen de curry y nos podremos pasar a los sándwich envasados.
- Oh, no – dijo Jaejoong acercándose otro envase a la nariz para olerlo y asegurarse, efectivamente, de que había aborrecido la pizza – Sandwich envasados no. Aunque tienen una buena variedad: vegetal de gastritis, mixto de salmonelosis , pollo al e.coli,…
- El último suena bien ¿italiano?


Jaejoong soltó una carcajada y Changmin sonrió complacido al escucharle.
Tras meter la papelera bajo el pequeño fregadero Jaejoong empezó a abrir los cajones más bajos y tras cerrar el segundo se levantó con una sartén en la mano mostrándola mientras la sujetaba por el mango.

- ¿Y si cocinamos? No sé, tenemos cocina y le habíamos visto su gracia.
- ¿Sabes cocinar?
- Llevo años sin hacerlo pero no puede tener mucho misterio ¿no?- respondió Jaejoong haciendo girar la sartén en su mano
- Lo mismo puedo decir de mí. Podemos comprar algo de carne, verduras y lo que se le suela echar a la carne cuando se guisa.
- Se nota que tú también eres un entendido de la cocina.
- O nos fiamos de nuestras dotes culinarias o terminamos con los sándwichs. Yo me arriesgaría a cocinar.
- Ya somos dos.

Poco después ambos caminaban por la calle rodeando la manzana en la que se encontraban en busca de una tienda que tuviera lo que buscaban. Para cuando volvían al hotel llevaban una bolsa con algunas verduras, carne y frascos de especias que no habían escuchado en su vida.

- ¿Sabes por donde empezar? – preguntó Jaejoong a espaldas de Changmin cuando este vació la compra sobre el mostrador.
- No estoy muy seguro de si empezar por las verduras o por la carne.
- ¿Qué se hace más rápido?
- La carne, creo yo.
- En todo caso tienes que empezar por cortar las verduras a menos de que pienses echarlas enteras – le aconsejó Jaejoong alejándose y sentándose en el borde de su cama.
- ¿Cómo que “tienes qué”? ¿Y tú qué?
- Yo te supervisaré.
- No puedes tener tanta cara. Aunque de que tú no metas las manos depende que no muramos de una indigestión.
- Habrá que ver si llegamos a mañana con el resultado que obtengamos de las tuyas – añadió Jaejoong con un deje de risita al final de la frase mientras empezaba a quitarse los zapatos.
- Te haré callar cuando pruebes mi guiso aleatorio Shim Changmin.

Dicho esto Changmin se giró hacia el mostrador y tomó un cuchillo de la bolsita de menaje del primer cajón. Sacó unas zanahorias y tras lavarlas bajo el grifo del fregadero luchó por decidir si pelarlas o cortarlas antes. Tras razonar las peló, puso la primera sobre la tabla de madera y comenzó a cortarla en rodajas muy finas como si quiera aparentar que tenía la táctica pulida de un cocinero.

Jaejoong dejó caer el primer zapato sobre la alfombra de forma despistada y se encorvó hacia delante para quitarse el otro. Entonces se enderezó y tragó saliva. El golpeteo del cuchillo sobre una tabla de cortar rompía el silencio en la habitación de forma constante. Sus manos se cerraron sobre sí mismas y sus dientes apretados tensaron su gesto.

Entornó la mirada como si intentase enfocar algo que tenía a dos palmos de su cara y frunció el ceño al empezar a ver lo que intentaba reconocer. El sonido del metal contra la madera, suave y rítmico. Su madre cortaba verduras y su música en la cocina solo era interrumpida por los crujidos de unas hojas de periódico enderezadas una y otra vez. Tras las grandes páginas grises había una persona y su estómago se revolvió cuando la reconoció. Su cabeza lo nombró esperadamente “ese gran hijo de puta” y para no menospreciar el título que llevaba consigo una ola de calor le recorrió todo el cuerpo, un deseo irrefrenable de hacerle callar, de hacerle desaparecer. “No te lo permitiré” decía aquel tipo, “maricón” soltaba con desprecio. Llamaba “ese tío” a la persona más esencial en su vida.
Y aquel hombre soltó el periódico tras cruzar tensas palabras. Se adelantó a su hijo en las ganas de darle un puñetazo y le hizo caer al suelo. Se levantó pero el adulto volvió a ir a por él. “Yunho me dejará si no me enfrento a ti” le dijo desde su silencio y se lo resumió con una puñalada.
Cuando en ese recuerdo su padre cayó al suelo sin vida algo parecido a la calma se hizo con él, calma frente a una situación sin remedio.

- Jaejoong…

Una mano se posó en su hombro y lo sacudió suavemente. Jaejoong levantó la vista, le miró y sentenció.

- Era un hijo de puta.

Changming se sentó junto a él y se dispuso a preguntar pero Jaejoong se adelantó.

- Nunca trató bien a mi madre y ella nunca le dio motivos. Yo tampoco se los di y no me trató mejor. Siempre lo supo, esperaba que se me “pasara” esto antes de que me diera por sincerarme con ellos, pero no fue así. Sabía… yo sabía que él conocía lo que le iba a decir y como iba a reaccionar pero necesitaba decirlo, era mi turno para rebelarme. Pero lo que yo no sabía era como me iba a sentar a mí su reacción, eso no lo tuve en cuenta. Se lo merecía, casi me lo pidió y no se lo negué. Le maté, maté a mi padre y no me siento culpable. No lo siento por él, lo siento por mí y tras lo que me hizo  hacer le odio más.

Changmin le miró ensimismado. Hablaba con calma, no había pánico en él, sabía lo que decía y aun así tenía el control sobre sí mismo. Ya le habían informado anteriormente de lo que había hecho y tras entrar en un estado de pánico lo había vuelto a olvidar. Esta vez era diferente. Antes de acceder al recuerdo había accedido a la razón. Recordó el odio que tenía hacia su padre y, tras hacerlo, había recordado lo que había hecho. Ahora tenía sentido.

- Lo sé – dijo Changmin demasiado desorientado aún como para labrarse otra entrada en la conversación.
- ¿Lo sabes?
- Lo que hiciste. Lo sé desde hace tiempo…
- Bromeas ¿verdad? – preguntó Jaejoong con un deje de sonrisa.
- Si te lo hubiera dicho…
- ¿Lo sabías y nunca me lo dijiste? No… tienes que estar de coña.
- ¿De qué habría servido que lo supieras?

Changmin pasó rápidamente a ocupar su puesto. Ahora debía defenderse pero Jaejoong había dejado de mirarle para evitar cruzarle la cara de un golpe.

- ¿En serio me preguntas eso?
- Piénsalo… - le pidió Changmin casi en tono de súplica – Irías a la cárcel tras ir a juicio.
- ¡Pero esto no va de la libertad! No la tenía y no iba a haber diferencia ¡Se trata de saber de mi puta vida! ¿Sabes lo que he sufrido por no saber…?
- ¿Y ahora ya te sientes bien por saberlo?
- S-… ¡No! Pero… ¡Joder! ¡No era tu decisión! – se quejó mientras volvía a ponerse el zapato para tener las manos ocupadas.
- Lo siento.
- ¿Lo sientes? – dijo enderezándose y poniéndose en pie sin tener nada más en lo que entretenerse estando sentado a su lado - ¿Me tomas por idiota? ¿Y por qué no me lo has dicho tras escapar? ¡No tenía ni puta idea de lo grave que es esto! Soy un asesino…

Tensó la voz para poder bajar el volumen al pronunciar las últimas palabras y volvió al tono anterior tras nombrar la gran verdad.

- ¡¿Cómo no me lo dices?!
- No quería ponerte en esa situación. Estabas bien sin saberlo. Ahora… ¿qué ha cambiado? Seguimos ocultándonos.
- Jaejoong está mejor sin saber nada. ¡Funcionas como todos los demás! – le acusó Jaejoong dando algunos pasos y volviendo sobre ellos sin parar.
- Nunca te he visto ser tan feliz como cuando no sabías nada. Ojalá yo pudiera olvidar ciertas cosas.
- No hables como si entendieras lo que en realidad supone eso. Si yo quería saberlo… Prefería estar encerrado y cuerdo en la cárcel que encerrado como un demente.
- No entonces.

Jaejoong detuvo sus pasos y se decidió a mirarle.

- Tu querías estar conmigo – continuó Changmin – Entre rejas o en libertad, pero conmigo. Lo demás no te importaba demasiado. Lo hice por ti y creo que no me equivocaba. Ahora tus preferencias han cambiado. No me culpes de eso. Yo no quería que me olvidaras.

Changmin sintió entonces algo a lo que no había querido ponerle nombre hasta entonces. Querer a Jaejoong no le evitaba estar dolido y sentir rencor. En todas las situaciones acababa por ser atacado y ser su enemigo. Se había creído sin derecho a quejarse y se había sentido culpable por lanzarle indirectas cuando se cansaba de su ignorancia. Pero el peso lo debían llevar los dos y no había logrado disimular su rencor y su cansancio. Jaejoong lo notó incluso antes que él y tras pasear la mirada por el suelo pidió tiempo muerto dándole la espalda a Changmin y saliendo de la habitación.

Caminó de forma acelerada por la calle sin intención de ir a ningún lado en concreto. Estaba saturado. Tenía la cabeza rebosante de información nueva y aún así era evidente que le quedaba mucho por recordar. Al llegar a una boca de metro entró bajando las escaleras de forma atropellada. De repente se sentía terriblemente expuesto y fácil de ver en un lugar con pocas personas y a plena luz del día.
El tintineo de las monedas en su bolsillo mientras bajaba las escaleras le recordó que podía coger el primer metro que pasase por allí. Se acercó a ver la tabla de horarios y tras comprar su ticket esperó impacientemente durante unos escasos minutos. Se dirigía al centro. Ya no le parecía menos seguro mezclarse entre cientos de personas que apartarse de ellas. Era como si llevase una señal luminosa sobre su cabeza indicando al mundo donde se encontraba. Necesitaba moverse y no parar. El hecho de quedarse quieto esperando un tren que solo le hizo esperar unos tres minutos activaba una alarma en su cabeza. Era como estar siendo perseguido por una jauría de lobos.

Al subir al vagón no tomo asiento. Se asió a la barra que más cercana había a la puerta por la que había entrado e intentó al menos dar apariencia calmada ante las pocas personas que se encontraban allí. Trasteó su labio inferior con los dientes hiriéndoselo con cada pequeño pellizco y clavó su mirada en su reflejo en la ventana en cuanto el metro se sumergió en la oscuridad de los túneles.

Cuando se detuvo se apeó esquivando con poco acierto a los que se disponían a entrar, siendo notablemente más de los que salían, y para cuando salió a la superficie había perdido la cuenta de con cuantos hombros había topado y cuantas quejas había recibido sin entender el idioma.

Su espacio personal se había reducido a poco más de un metro donde ahora se encontraba y muy a menudo desaparecía. La gente era como una muralla. Entre tantas personas él era un grano en una bolsa de arroz. Casi invisible si no dejaba de moverse ni se arriesgaba a salir de la multitud. Caminó deseando ser cualquiera de los desconocidos con los que se cruzaba y fue agachando y alzando la cabeza según se sentía a cada instante; protegido o expuesto. Ralentizaba el paso y alzaba su mirada al frente suponiendo que eso le daba una imagen más natural e instantes después la agachaba volviendo a acelerar el paso como si de aquella forma a nadie le diera tiempo a posar su atención en él.

Llegó a un ancho paso de peatones y una mano sujetó su brazo haciéndole dar un latigazo con él apartando el inesperado agarre. Una mujer le miraba con el ceño fruncido y tras decirle algo que Jaejoong no entendió señaló el semáforo en rojo.
Los nervios no le permitieron disculparse ni agradecer y tras solo asentir miró al frente posando la mirada en las personas situadas al otro lado del paso de peatones.

Su mirada se clavó en una persona. Habría apostado un brazo a que eran imaginaciones suyas pero la atención del otro chico hacia él le hizo reaccionar.
Con un gesto contenido de sorpresa Yunho le miraba desde el otro lado de la calle como si le costase el mismo trabajo asimilar lo que estaba viendo.
Se preguntó que demonios hacía él en Japón y antes de tener tiempo para barajar las posibilidades el semáforo se puso en verde.

La gente empezó a cruzar y, sin perder el contacto visual, Jaejoong dio un paso atrás a la misma vez que Yunho lo daba para cruzar la calle. No podía arriesgarse a no tenerlo de su parte y sin esperar un segundo más Jaejoong se giró sobre sí mismo y echó a correr deshaciendo el camino por el que había venido haciendo el uso del automático de su cabeza.
Yunho nunca le había ayudado a recordar y nunca había parecido tener interés en verle fuera del psiquiátrico. Estaba seguro de que eso no había cambiado y sus pies no se detuvieron en su huida. No tenía ninguna duda de que Yunho corría tras él y estaba en lo cierto. Esquivaba personas con más habilidad que él aunque Jaejoong le estuviera ganando en velocidad.
Pasó junto a la boca de metro por la que había salido y soñó con no toparse un semáforo en rojo o una calle sin salida pero lo primero le llevó a lo segundo. Tras girar saliendo de la multitud que se agolpaba para cruzar esperando el cambio de color del semáforo entró en lo que parecía un callejón donde concluían las puertas traseras y salidas de incendio de los edificios de aquella parte de la manzana. Frenó casi cayendo al suelo cuando sus zapatos derraparon por la arena del pavimento y, tras tocar con una mano el suelo para no terminar de perder el equilibrio, se enderezó dispuesto a subir por alguna de las escaleras.
Los dos segundos que perdió en el resbalón y la búsqueda de una vía de escape le valieron a Yunho para agarrar el brazo de Jaejoong cuya reacción no se hizo esperar.
Giró sobre si mismo con brusquedad llevando la mano libre contra su cara encabezando el gesto con los nudillos. El otro chico pudo poner a tiempo la mano entre el puño y su cara pero esto no le evitó retroceder y tambalearse.

- ¡SUELTA! –tronó la voz de Jaejoong en el instante en el que se deshizo de su agarre.

Miró al chico que recuperaba su postura sin intención de dejar de hacer de tapón entre él y la entrada a la calle y entonces buscó con ahínco tras él.

- ¿Te siguen? – preguntó Jaejoong sin dejar de mirar más allá de él - ¡Di! ¿Te siguen?
- ¡No, no me siguen! – respondió Yunho sin relajar su postura -¡Cálmate!
- ¿Qué coño haces aquí?
- ¿Por qué huyes de mi?
- ¿Con quién vienes? – insistió Jaejoong sin dejar de esperar la llegada de terceros.
- ¡Con nadie! ¿Piensas que te busco con una patrulla de policía?

Jaejoong murmuró un inaudible “que cojones no me puedo esperar de ti” y entonces le miró de nuevo.

- Vale… ¿qué quieres?
- Saber que estás bien…
- Pero…


Jaejoong resopló y se pasó las manos por la cara. Yunho no debía estar allí.

- ¿Cómo me has…?
- Pregunté por tu nombre en no sé cuantos hoteles, residencias, hostales… y no estabas en ninguno. Supuse que estarías en las afueras pero…

Yunho se detuvo pensativo.

- ¿Qué? ¿Pero qué?
- ¿Y Changmin?
- ¿Qué pasa con él?
- ¿Estás solo?
- ¿Qué más te da?
- ¿Necesitas ayuda? Pensé que estaría contigo.
- ¿Qué?

Jaejoong acababa de dirigirle de nuevo la atención. Su estado de alerta dejaba a Yunho en segundo plano.

- Joder, Jae ¡Cálmate! ¿Necesitas ayuda?
- ¡N-no! Es que… ¿saben que estoy aquí? Lo sabes tú… Lo saben – se respondió en un tono de derrota.
- Sí. A mi no me dijeron nada hasta que fui a verte hace unos días. No me avisaron de nada.
- No tenían por qué. No eres ningún familiar ni mi tutor ni…
- Soy un conocido, creo que eso basta.
- ¿Y están aquí? ¿Qué saben? ¿Cuánto llevan buscándonos?
- Así que está contigo – dedujo Yunho en voz alta.
- ¡Contesta!
- ¡No lo sé! Yo apenas llevo aquí una semana. Supongo que los saben desde el día siguiente a vuestra huida. Cuando te he visto no me lo podía creer y he empezado a perseguirte creyendo que tal vez me equivocaba. Podías ser un desconocido huyendo por yo que sé que motivos… por no conocerme, pero sí que eras tú y huías precisamente porque me conoces.
- No digas a nadie que…
- No diré que te he visto. Si me escucharas…

Jaejoong ojeó de nuevo la calle y le miró sin poder contener un resoplo.

- ¿Cómo se te ocurre correr tras de mi? Podían haberme parado pensando que era un ladrón o algo así ¿Crees que estoy en situación de permitirme algo así?
- Fuiste tú el que echó a correr. Tuve demasiada suerte al encontrarte como para perderte de vista en una huida.
- Una suerte, sí. Si solo querías ver que esto bien, ya ves que así es. Ahora…

Jaejoong se dispuso a esquivar a Yunho pero se paró al escuchar su voz.

-  Espera – dijo sacando una tarjeta de su cartera con el nombre de un hotel – Me hospedo aquí, en la 108. Sé que no me dirás donde estás pero quiero que sepas donde encontrarme si me necesitas.
- Ya…

El chico cogió la tarjeta y, sin cruzar de nuevo las miradas, prosiguió su camino deseando estar fuera de su vista. No dejó de echar vistazos hacia atrás hasta no haber subido de nuevo al metro con la seguridad de que él no lo hubiera tomado pero no se deshizo de la tarjeta.

-
-
-

Changmin se dejó caer en la cama cuando Jaejoong cerró la puerta tras de sí. Por un momento pensó en seguirle por miedo a verle desaparecer y no poder encontrarle pero sabía que, aunque a Jaejoong no le hiciera gracia, era dependiente de él a menos que pretendiera acabar durmiendo en la calle y robar para comer. En el último par de días había tenido la sensación de que Jaejoong se hubiera quedado con él aunque tuviera dinero para irse por su lado. Ahora se daba cuenta de que si Jaejoong hubiese tenido esa condición se habría largado, y no ese día, sino en la puerta del centro psiquiátrico.

¿Qué había dicho que fuera tan grave? Jaejoong no podía echar sobre él todas sus críticas y quejas sin esperar algo de vuelta, no después de todo lo que estaba haciendo por él. Había recordado de golpe el recuerdo que le había mantenido encerrado durante años pero a Changmin todavía lo tenía en pendientes. Al echarle en cara su olvido se había molestado lo suficiente como para largarse y llevar horas fuera.
Quizás Jaejoong no estaba enfadado con él sino consigo mismo, pero fuera cual fuera el caso los golpes caerían igualmente sobre Changmin, por lo tanto, daba igual.
Cuando Jaejoong volviera seguramente estaría más calmado y aunque volver a reanudar una conversación con él fuese de nuevo algo complicado no era algo imposible. Esa situación se había dado varias veces en las últimas semanas aunque no siempre con la misma gravedad y ya se estaba acostumbrando a lidiar con la tensión.

Cuando la puerta de la habitación se abrió se enderezó de golpe y Jaejoong cruzó por delante de las camas, como si Changmin no estuviera allí, hasta meterse en el baño y cerrar la puerta tras de sí. Abrió el agua fría en el lavabo y metió la cabeza bajo el chorro, apoyando ambas manos sobre las manillas del grifo.
El frío despejaba su cabeza y el agua que se escapaba hasta su cara le relajaba.

Changmin permaneció sentado sobre la cama con la mirada clavada en el suelo hasta que la puerta del baño se abrió y Jaejoong se dirigió a la cocina abriendo la nevera para coger una lata de refresco.

- ¿Podemos hablar? - preguntó Changmin a sus espaldas.
- ¿De qué?

Jaejoong se giró apoyándose en el mostrador y bebió un trago de la lata torciendo el gesto por la sensación del gas en su garganta.

- De lo que ha pasado hace unas horas
- No hay nada que hablar.
- Yo creo que sí.
- ¿Es malo que haya recordado?
- Quiero hablar de lo que aun parece que no recuerdas – dijo Changmin con pausa intentando no hacer ver lo que acababa de decir como una exigencia.
- Entiendo, pregunta – dijo Jaejoong antes de llevarse de nuevo la lata a los labios.
- ¿Que pregunte?
- Sí. Para empezar una conversación acerca de algo que, efectivamente, no recuerdo, es mejor que empieces tú.

Changmin estuvo de acuerdo y comenzó con la pregunta que tenía apuntada desde hacía días.

- ¿Algo en mí te es familiar?
- Algo como ¿qué?
- No lo sé...
- Sí.

Jaejoong bebió por última vez y deformó la lata vacía con su mano bajo la atenta mirada de Changmin, la tiró a la basura y volvió a mirarle como si esperase una nueva pregunta.

- ¿Me acabas de decir que sí?
- Sí.
- Y... - empezó a decir el chico de la cama sin saber por donde abordar la respuesta ahora que la tenia - ¿De qué se trata?
- Me gustaría que me dieras una pista. Con lo que te oigo decir y lo que creo recordar puedo llegar a una conclusión, pero no quiero decir en alto algo que no se acerque a la deducción a la que tengo que llegar.
- ¿Qué te da miedo?
- No me da miedo.
- ¿Entonces?
- No sé – dijo Jaejoong tras chasquear la lengua con un deje de molestia – Es raro, es incómodo y no sé si puedo decir algo que...
- Algo que...
- Que no te guste o sea una estupidez.
- ¿Qué es lo peor que puede pasar?
- Que te largues y me dejes tirado.

Changmin torció una leve sonrisa y resopló con suavidad desviando su mirada al colchón. ¿Dejarle tirado? ¿Irse sin él? ¿Temía Jaejoong lo mismo que Changmin después de todo? Pero Changmin sabía que no por la misma razón.

- No me largaré dejándote tirado sabiendo que no tienes pasta.
- No es solo por la pasta.
- ¿No lo es?
- No... - dijo Jaejoong y entrecruzó los brazos que durante los últimos minutos no había dejado de mover – Oye. No se si te odio o...
- O si solo te caigo mal -  terminó Changmin en un deje de broma al ver que iba a dejar el final de la frase en el aire.
- No éramos solo amigos – dijo ignorando la pequeña broma - ¿Verdad?
- No... Eso... ¿lo recuerdas o lo has deducido?
- Hay cosas que haces que realmente me joden y sin embargo hay algo en ti que... algo que me gusta.
- ¿Que habría de malo en eso?
- ¿Malo?
- Sí, te cuesta mucho decirme cada palabra...
- Es que no sé si algo de lo que digo es nuevo, aunque, por otro lado, creo que voy entendiendo que esto no me es familiar solo a mi.
- Sí que ha cambiado algo en ti – le aseguró Changmin.
- ¿A que te refieres?
- A que das mil rodeos para decir que hay “algo en mí que te gusta” y, sin embargo, la otra vez que me hiciste saber lo que sentías fue besándome sin previo aviso, arriesgándote a un puñetazo por conocerme de hace dos días y no saber nada de mi.

Jaejoong notó un nudo en su estómago y agachó la cabeza frotándose la nariz con el dorso de la mano. Acababa de sentirse totalmente expuesto y, sin considerar siquiera que lo que acababa de oír pudiera ser una mentira, acababa de avergonzarse al imaginárselo. En aquellos momentos tenía las mismas ganas de pegarle un puñetazo que de morderle los labios.

- No te diría esto si no fuese verdad. Sé que puedo parecer un capullo por ocultarte cosas y muchas veces la he cagado pero, Jae, tienes que entender que estoy contigo y no contra ti. Además todo lo que intento hacer por ti tiene una razón de peso, no decidí escaparme contigo porque te supieras la localización de las cámaras del edificio ni nada por el estilo. No eres cualquier persona para mi y si en ti hay, aunque sea, un pequeño atisbo de recuerdo, puedo esperar lo que haga falta para que se convierta en un recuerdo completo. Pregúntame lo que quieras cuando quieras y sigue mandándome a la mierda cuando lo necesites pero no desconfíes de mi.

Jaejoong permaneció sin mirarle mientras le escuchaba y no salió de él otra reacción que no fuera la de asentir una sola vez.

- Creo que te he visto asentir.
- Sí... - dijo el chico aun apoyado en el mostrador de la cocina y entonces le miró - ¿No me guardas rencor?
- No lo sé.
- Que respuesta menos clara, aunque seguro que más sincera que un “no”.
- No es justo culparte por algo que no es culpa tuya pero a veces no he podido evitar sentir algo parecido al rencor.
- Estás en tu derecho. Llevo una semana mandándote a la mierda casi a diario dando por hecho que me mientes porque prefiero que sea así. Pensar que me dices la verdad y que te he olvidado me hace sentir como un hijo de puta. No sé como no te has largado dejándome atrás.
- Porque no puedo. No te diré lo que siento por ti porque creo que ya has escuchado suficientes cosas por hoy pero supóntelo.

Jaejoong asintió una vez más y giró la cabeza hacia el mostrador de la cocina con la esperanza de ver algo con lo que cambiar de tema. Tenía demasiadas cosas en que pensar y pocas ganas de centrarse en ninguna de ellas.

- ¿No terminaste de hacer de comer? ¿Te acobardaste a última hora? - le preguntó a Changmin viendo las verduras y los demás ingredientes desordenados en la encimera.
- ¡Claro que no! - respondió el chico levantándose de la cama y caminando hacia él – Me he rebelado, eso es todo. No soy tu cocinero así que, o ayudas o no comes.
- ¿Qué ha sido del guiso aleatorio Shim Changmin?
- Será guiso aleatorio Shim Kim.
- Suena bastante estúpido pero si se puede comer bautízalo como quieras.
- Si se puede comer o no lo sabremos dentro de un rato

Jaejoong puso las zanahorias ya cortadas en un pequeño cuenco y sacó la carne de la bandeja de plástico poniéndola sobre la tabla.

- ¿Cómo se corta? ¿A tacos? ¿A tiras? - preguntó a Changmin cogiendo el cuchillo del mostrador sin apartar la vista de la carne.

Changmin alzó la mirada dispuesto a responderle pero la impresión que le dio ver a Jaejoong con el cuchillo en la mano le hizo olvidarse de la respuesta. Agachó de nuevo la cabeza y tras tomar aire le respondió con tono resuelto.

- Ah, déjame eso a mí – dijo tomando el cuchillo de su mano tras pasar tras él – Puedes ir guisando lo que ya está cortado, si te parece.
- Claro...

Jaejoong tardó en relajar la mano tras desaparecer el cuchillo de entre sus dedos y  resopló suavemente con una sonrisa irónica mientras se apartaba. Changmin le miró automáticamente.

- ¿Qué pasa?
- ¿La pregunta es para mi? - preguntó Jaejoong acompañando la pregunta con el mismo tono de ironía – Bueno, lo entiendo.

Changmin le miró fingiendo no entender pero no se le dio bien.

- No voy apuñalando a la gente – dijo Jaejoong vertiendo las verduras en la sartén – A menos que me provoques y tenga que ponerte en tu sitio.
- No quería hacerte entender eso...
- Ya, querías que no me diera cuenta. En serio, da igual. Si cambiásemos los papeles yo a ti no te dejaría coger ni una cuchara.
- Pues con una cuchara también se puede matar a alguien – dijo Changmin con un acento que pretendía imitar al otro chico.

Jaejoong sonrió con disimulo. Lo había captado. Esa frase acababa de ponerla en boca suya con ese tono absurdo. A Changmin nunca se le había dado bien imitarle pero lo que le quería hacer entender ya estaba claro.
Si pensaba en todo lo que podía haber pasado durante el último año comprendía que debían ser muchas cosas las que había olvidado porque las sensaciones eran demasiadas y muy complejas como para ser producto de algo trivial entre ambos.

Empezó a remover con una cuchara el contenido de la sartén, disfrutando del sonido del borboteo del agua al mezclarse con el aceite caliente y del olor que desprendían las verduras al empezar a dorarse. Quería prestar atención a cualquier cosa que no tuviera que ver con nada de aquella tarde.
Aun no había mencionado su encontronazo con Yunho y la única utilidad que eso podía tener era la de informar a Changmin de que la policía llevaba una semana buscándoles por la ciudad. Pero suponiendo que eso ya lo habían dado por hecho y que actuaban teniéndolo en cuenta, no había nada esencial que decir.